Emocionante hasta la lágrima, divertida hasta la carcajada, nada ideológica y siempre respetuosa con la cultura y las tradiciones españolas y, en concreto, con la sincera religiosidad católica de muchos de los personajes. Una joya, en fin, que marca un camino a seguir.
ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET
Título original:Blancanieves
País: España
Dirección: Pablo Berger
Intérpretes: Macarena García, Maribel Verdú, Sofía Oria, Daniel Giménez Cacho, Ángela Molina, Pere Ponce, Josep María Pou, Inma Cuesta, Ramón Barea.
Guión: Pablo Berger
Música: Alfonso de Vilallonga
Fotografía: Kiko de la Rica
Distribuidora en cine: Arcadia Motion Pictures
Duración: 104 min.
Género: Drama
Fecha de estreno en España: 28 de Septiembre de 2012
SINOPSIS
Andalucía, años 20 del siglo pasado. Carmencita es la vitalista e imaginativa hija del famoso torero Antonio Villalta y de la popular cantaora Carmen de Triana, que falleció al darla a luz. A la ausencia de su madre se añade la traumática retirada de su padre, que se queda parapléjico y deprimido tras una grave cogida. En esas circunstancias, Antonio se casa con una de sus enfermeras, Encarna, que se convierte en una madrastra cruel de Carmencita, a la que trata peor que a las numerosas criadas de su suntuoso cortijo. A pesar de todo, la niña conserva la alegría de vivir y, cuando se hace mayor, se convierte en Carmen, una bella joven, de fuerte personalidad. Un día, harta de ser humillada, Carmen huye de su hogar y emprende un viaje apasionante, acompañada por una troupe de enanos toreros, que comienzan a llamarla Blancanieves, “como la del cuento”.
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CRÍTICAS
Jerónimo José Martín [COPE]
Andalucía, años 20 del siglo pasado. Carmencita (Sofía Oria) es la vitalista e imaginativa hija del famoso torero Antonio Villalta (Daniel Giménez Cacho) y de la popular cantaora Carmen de Triana (Inma Cuesta), que falleció al darla a luz. A la ausencia de su madre se añade la traumática retirada de su padre, que se queda parapléjico y deprimido tras una grave cogida. En esas circunstancias, Antonio se casa con una de sus enfermeras, Encarna (Maribel Verdú), que se convierte en una madrastra cruel de Carmencita, a la que trata peor que a las numerosas criadas de su suntuoso cortijo. A pesar de todo, la niña conserva la alegría de vivir y, cuando se hace mayor, se convierte en Carmen (Macarena García), una bella joven, de fuerte personalidad. Un día, harta de ser humillada,Carmen huye de su hogar y emprende un viaje apasionante, acompañada por una troupe de enanos toreros, que comienzan a llamarla Blancanieves, “como la del cuento”.
Incluida en la terna de películas preseleccionadas para representar a España en los Oscar,y elogiadísima en el Festival de Cine de San Sebastián —donde es firme candidata a la Concha de Oro—, este segundo largometraje del bilbaíno Pablo Berger («Torremolinos 73«) puede convertirse en la película española de la temporada. Muda y en blanco y negro —al estilo de TheArtist—, propone una originalísima versión melodramática, gótica, flamenca y taurina del popular cuento de los hermanos Grimm. Su primer atractivo es formal, pues su impecable ambientación, la sensacional fotografía de Kiko de la Rica, la memorable y variadísima banda sonora de Alfonso de Vilallonga, el impresionante montaje de Fernando Franco y, sobre todo, una puesta en escena de gran potencia narrativa y emocional llevan en volandas a este realista cuento de cuentos —como lo ha definido el propio Berger— por todos los grandes géneros del cine, de la comedia disparatada a la tragedia griega, pasando por la aventura, y recalando especialmente en el melodrama costumbrista. Y siempre, desafiando la capacidad de sorpresa del espectador y haciendo vibrar sus fibras más sensibles.
A este apabullante despliegue estético —nunca visto en el reciente cine español—, responde el sobresaliente reparto con unas interpretaciones magníficas, que suplen la ausencia de diálogos con una enorme riqueza gestual, de gran eficacia dramática. Todos están muy bien, pero cabe destacar la oxigenante frescura de Macarena García —que explota en sus vibrantes escenas taurinas, maravillosamente rodadas—, el patético desamparo del mexicano Daniel Giménez Cacho y la desbordante crueldad de Maribel Verdú, que compone una madrastra de antología, también por el modo en que luce el precioso vestuario que le ha diseñado Paco Delgado.
Quizás los cómicos devaneos sado-maso de la madrastra y su chófer (Pere Ponce) resulten demasiado grotescos. Quizás el guión sufra un cierto desmayo narrativoa mitad de metraje. Quizás habría ganado con un desenlace más luminoso. En todo caso, son defectos menores de una grandísima película, de una verdadera lección de buen cine —ese homenaje a La parada de los monstruos («Freaks»), de TodBrowning…—, emocionante hasta la lágrima, divertida hasta la carcajada, nada ideológica y siempre respetuosa con la cultura y las tradiciones españolas y, en concreto, con la sincera religiosidad católica de muchos de los personajes. Una joya, en fin, que marca un camino a seguir.
[Marta Gª Outón – Colaboradora de CinemaNet]
El temor por innovar ante un público exigente y en un cine que busca salir de la crisis con aspiraciones comerciales terminó con «The Artist«, que recurrió a los clásicos e incorporó de ellos todas sus características de golpe. Tras la galardonada aportación francesa encontramos en los últimos festivales ingeniosas creaciones mudas y en blanco y negro. La sorpresa por esa olvidada forma de ver el cine ayudó al público y a los empresarios de la industria del séptimo arte a reconocer la necesidad de ir al cine a verlo con otros ojos. La industria europea, y ahora la española, nos ha devuelto esa visión inocente que, como el niño protagonista del clásico «Cinema Paradiso«, contempla la imagen sabiendo apreciar la calidad artística que hay en ella y no sólo sus incorporaciones informáticas.
Pablo Berger -director de la cinta «Torremolinos 73» y de la última adaptación de uno de los cuentos de los Hermanos Grimm, «Blancanieves«- se aprovechó de la inspiración que le ofreció la proyección de una cinta muda en los comienzos del Festival de cine de San Sebastián («Avaricia«) para la creación de su obra maestra, y este año ha situado su película en la sección oficial del 60 aniversario de este festival internacional con la pretensión de sacarla por la puerta grande en los Òscars. Recupera el espíritu y la tradición española para colocarlos de fondo en esta historia que tanto protagonismo ha tenido este último año con las múltiples adaptaciones; aunque hay quien dice que la española es la mejor versión que se ha hecho del cuento de los Grimm por el momento con el ingenio de convertir la trama en un drama de época.
En la película, prima la plasmación del alma andaluz, sobretodo en la música, en los escenarios, en la cultura taurina, en el vestuario e incluso en el carácter de los personajes, presentándonos el aire del sur, tan espontáneo y libre, que nos evoca un cálido recuerdo por todo lo tradicional. Que la protagonista sea una mujer no sorprende, ya que ella es Blancanieves, pero que se la lleve hasta el centro de la plaza dando la cara –y la vida- ante el toro, perpleja al público; símbolo de la nueva posición de la mujer en la situación social de hoy en día. Gracias a que la cinta es muda, se explora el potencial interpretativo, mucho más real que teatrero, ya que los clásicos, al carecer de palabras, veían la necesidad de expresarlo todo mediante el movimiento; sin embargo, en esta película vemos la magia de la dirección de actores y la importancia que tiene la mirada y la emoción en un simple silencio; por eso, el director optó por utilizar planos que acercasen más al drama y en donde se pudiera expresar todo.
La narración nos enlaza la historia del torero con la de su hija; nos mueve por el camino que ha seguido cada uno y así descubrimos ese espíritu luchador y cálido en ambos personajes, que insisten con determinación en alcanzar el mismo sueño y en la defensa de unos valores. El lenguaje combina lo cómico y el drama, favoreciendo que la cinta resulte dulce y emocionante. Aunque la joya de la película, sin duda, es su protagonista. Carmen García inició sus pasos en el escenario desde muy pequeña, empujada por su interés por el teatro, la música y la danza, y en los últimos años ha demostrado también su talento delante de las cámaras («El Internado«, «Amar en tiempos revueltos«, «High School Musical«). Su presencia en escena cobra fuerza debido a que otorga a sus personajes sencillez y sinceridad, pero sobretodo, demuestra una pasión interpretativa. Maribel Verdú, quien lleva la fuerza del drama en la cinta, ganó el Premio Goya, el Premio Nacional de Cinematografía en España y el Premio Ariel en México y ha participado en películas realizadas por grandes directores («Amantes«, de Vicente Aranda; «Belle Époque«, de Trueba; «El laberinto del Fauno«, de Guillermo del Toro), lo que la convierte en un símbolo nacional en el ámbito cinematográfico.
El personaje de la madrastra encarna la pura contradicción de Blancanieves; frente a dulzura, vemos frialdad; en el amor que demuestra Blancanieves, Encarna nos enseña el odio… Ambos personajes, el protagonista y el antagonista, se complementan, al igual que no puede existir el Mal sin el Bien. No hay duda de que, en esta cinta, la mujer es la protagonista; aunque el papel del padre aporta calidez y ternura, el apoyo familiar que Blancanieves necesita para seguir adelante.
Es interesante la mezcla que hace de cuentos clásicos (Pulgarcito, Cenicienta…) y cabe aplaudir cómo mantiene la base fija en la ficción de los Grimm a través de detalles concretos que remarcan la identidad de cada uno de los personajes y su similitud con los de la obra clásica (el espejo, la manzana…). Sin duda, Blancanieves de Pablo Berger va marcar un antes y un después en el cine español, pues conduce nuestra producción a explorar unos niveles que sólo se habían atrevido alcanzar algunas realizaciones europeas y además, lo aborda con éxito, pudiendo obtener un notable resultado en los Oscars de este año.
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No me suelen ir mucho estas «reinterpretaciones», soy bastante tradicional… Pero bueno, puede que esté bien. Lo que pasa es que he oído que para las escenas de la corrida de toros se rodó, digamos, una corrida de verdad, haciendo sufrir a varios animales; si es cierto, sólo por eso no iría a verla.
Hola Irene,
No tengo idea de si se rodó una corrida de toros real para la película…pero eso ya sería otro debate fuera del cinematográfico…Al fin y al cabo las Corridas de Toros son abundantes en España…y no deja de ser la fiesta Nacional… 😉
Hola Irene,
yo he visto la película, y en las corridas que salen, que son pocas, en ninguna sale sufriendo el animal; es más, todo lo contrario, recalcan la misericordia hacia el toro.
Saludos!