Drama correcto pero insatisfactorio sobre la figura de Steve Jobs, uno de los empresarios más creativos y poderosos del sector informático, cuyo relativamente reciente fallecimiento trajo consigo su justo ensalzamiento profesional sin olvidar las sombras de su persona. El director Joshua Michael Stern, a pesar de la buena ambientación y su fluidez narrativa, no consigue, sin embargo, huir de los convencionalismos.
ESTRENO Título original: Jobs. |
SINOPSIS
Sólo hace falta una persona para empezar una revolución. Es el caso de Steve Jobs, el original innovador y emprendedor que no dejó que nada se interpusiera en su camino hacia la grandeza. La película cuenta la épica y turbulenta historia de Jobs mientras abría un camino que cambió la tecnología — y el mundo — para siempre.
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín – COPE]
Fallecido el 5 de octubre de 2011, el californiano Steven Jobs fue uno de los empresarios más creativos y poderosos del sector informático —como co-fundador y presidente ejecutivo de Apple— y de la industria del entretenimiento, como Presidente de Pixar y, finalmente, como el mayor accionista individual de The Walt Disney Company.
Ambientado entre 1970 y 2000, este biopic recrea la etapa universitaria de Steve Jobs (Ashton Kutcher) —marcada por su abandono de los estudios, sus fugaces relaciones sentimentales y sus flirteos con el LSD—, sus primeros pasos en la informática de la mano del genial ingeniero Steve Wozniak (Josh Gad), la fundación por ambos de Apple y las conflictivas relaciones posteriores de Jobs con el propio Wozniak y sus primeros colaboradores, con el financiero Mike Markkula (Dermott Mulroney) y con el experto en márketing John Sculley (Matthew Modine), que abandonó la presidencia de Pepsi para convertirse en Director General de Apple. Por el contrario, el filme sólo esboza las relaciones de Jobs con sus padres adoptivos y sus diversas parejas, su etapa al frente de NeXT y su lucha feroz contra Bill Gates, el fundador de Microsoft, ya descrita al detalle en el telefilme «Piratas de Silicon Valley», de Martyn Burke.
La película se deja ver, pues el estadounidense Joshua Michael Stern («El libro mágico», «El último voto») desarrolla una puesta en escena fluida y variada, la acompaña de una vibrante partitura de John Debney y dirige correctamente a sus actores, aunque brillan más sus caracterizaciones externas que la hondura de sus interpretaciones. En todo caso, Stern sólo logra conmover al espectador en la dura y sincopada subtrama de Lisa —la hija inesperada que tuvo en su juventud y que tardó muchos años en reconocer—, y en la vibrante escena de su presentación en 1984 del primer Macintosh, sobre el fondo del genial spot publicitario que dirigió Ridley Scott. Esas dos secuencias delimitan muy bien el tono de la película, que se mueve entre la hagiografia de Jobs, como un emprendedor revolucionario y carismático, y la dura crítica a su actitud personal, profundamente individualista y muy despótica con sus amigos, compañeros y empleados. En este sentido, el esquemático y discursivo guion del debutante Matt Whiteley no saca todo el partido posible, ni de lejos, a la compleja personalidad de Jobs.
Queda así un drama correcto pero insatisfactorio, con cierto aire de TV-movie, claramente inferior a «La red social«, la biografía de Mark Zuckenberg —el fundador de Facebook—, que David Fincher dirigió en 2010 a partir de un sólido guión de Aaron Sorkin. Éste, precisamente, prepara ahora su propia versión de la vida de Jobs, basándose en la documentada biografía escrita por Walter Isaacson. Esperemos que cale más en el personaje y dibuje con más vigor y profundidad sus luces y sus sombreas. Ah, y que afronte su labor en Pixar —aquí obviada totalmente— y su emotiva recta final.
[Ramón Ramos – CinemaNet]
Cambiando el mundo en un garaje
La vida de un genio con luces y sombras, odiado y amado a partes iguales, resulta muy atractiva para convertirla en película, y encaja en casi todos los perfiles de los personajes históricos que han creado algo grande. Ahora le toca el turno al fundador de ordenadores Apple, el célebre y mediático Steve Jobs, encarnado con convicción por el actor Ashton Kutcher para la gran pantalla en el film titulado, simplemente, «Jobs».
Al contrario que otros biopics de este año, como «Lincoln« o «Hitchcock«, en los que se retrata al personaje en cuestión durante un momento concreto de su vida, para la producción sobre el creador del ipod y el iMac, entre otras cosas, se ha recurrido al clásico esquema de película biográfica abarcando prácticamente todos los años de la vida del protagonista en los que se produjeron los mayores hitos de su carrera. Esta forma narrativa establece una curiosa paradoja: un film de corte convencional para retratar la trayectoria de un hombre inconformista que luchó por romper moldes en contra de todo convencionalismo.
No es la primera vez que nos encontramos con curiosidades contradictorias de este tipo. Por ejemplo, en los años 90 Tim Burton estrenaba «Ed Wood», posiblemente la mejor película de su filmografía. Una producción con estrellas como Johnny Depp o Bill Murray, dirigida por un autor de reconocido prestigio para contar la vida del que está considerado como el peor director de la historia, que hacía películas baratas con actores desconocidos, a excepción del famoso Bela Lugosi en sus últimos años de vida, cuando ya nadie se acordaba de su grandeza pasada.
Por otra parte, el contarnos la gesta de una persona que ha influido notablemente en los hábitos actuales de la gente para el uso de la tecnología, nos trae ecos de «La red social«, el reciente biopic de David Fincher sobre Mark Zuckerberg, fundador de Facebook. Los perfiles de ambos personajes y sus relaciones con amigos y colaboradores, así como sus vidas privadas, tienen muchos puntos en común.
Sin embargo, mientras Fincher logró una más que notable película utilizando los conflictos personales de los protagonistas como eje principal del drama, en «Jobs» se ha primado el relato de la evolución de la empresa Apple, de forma que las disputas se muestran para contar la historia pero no para transmitir emociones. Tanto se centran en Apple que se ha obviado completamente la etapa de Jobs al frente de Pixar.
En definitiva, me ha gustado la película, es interesante el personaje de Steve Jobs y está muy bien ambientada en los años 70 y 80, tanto por música como por la fotografía. Es una película correcta pero quizá demasiado convencional en su tratamiento.
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