Sensacional comedia, anticipada a su tiempo y deudora del pasado del séptimo arte; es el hallazgo extraordinario de un film que, rodado en el año 1941, presenta la idea de que el cine debe tener algo que decir, algo que trasmitir, algo de sustancia en su interior. Desde esta perspectiva, se trata de una obra emblemática, de una fábula y, con toda probabilidad, la mejor película de Preston Sturges.
SINOPSIS
En pleno periodo de la Gran Depresión americana. John L. Sullivan, célebre director de Hollywood que ha hecho fortuna rodando películas “ligeras” e intrascendentes, sufre una crisis de conciencia social y aspira a pasar al cine de “verdad”, a un cine social más comprometido con la realidad circundante. Para ello, decide adaptar a la pantalla la novela «Oh Brother, Were Art Thou» de temática profundamente social. Con el fin de acometer este nuevo registro, consciente de que nada sabe de la penuria económica y de pasar necesidades, decide caracterizarse como mendigo, recorrer el país y convivir durante una temporada con los desposeídos y “menesterosos” de la “América profunda”, compartiendo con ellos sus mismas penalidades y así entenderlos mejor.
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CRÍTICAS
[Mª Consuelo Tomás y Garrido – Colaboradora de CinemaNet]
Sobre el cine, la primera idea que podemos resaltar es la que expresa el gran filósofo Julián Marías. Para Marías el séptimo arte es sobre todo de una diversión para el ser humano, de una realidad que le causa placer y divertimento y que, “como una suspensión de la vida real”, le hace acercarse a otros lugares, a otros paisajes, a otras historias, a otras vidas que le enriquecen y que pueden hacerle más feliz.
Así lo expresa en su libro “La felicidad humana”: “El que entra en un cine deja a la puerta, como se deja el paraguas, su vida real, con sus preocupaciones -no tiene dinero, tiene una úlcera o un hijo enfermo, lo van a jubilar-, y entra en una historia ficticia, en otras vidas y durante hora y media deja en suspenso sus pesadumbres. Cuando termina la proyección las recoge y se vuelve a casa, pero ha descansado y tiene quizás más fuerza para seguir adelante. Esta es una función esencial de la diversión” ( p.191). ¡Es el mecanismo mágico del cine!.
Buscar un buen cine que pueda trasmitir algún aspecto de la belleza, de la verdad y de la bondad de la vida nos ensalza como personas y también puede proporcionarnos nuevos senderos de vida que den -en algunas coordenadas humanas- cierto sentido a nuestra existencia.
Así sucede con la película “Los viajes de Sullivan”. Sensacional comedia, anticipada a su tiempo y deudora del pasado del séptimo arte; es el hallazgo extraordinario de un film que, rodado en el año 1941, presenta la idea de que el cine debe tener algo que decir, algo que trasmitir, algo de sustancia en su interior. Desde esta perspectiva se trata de una obra emblemática, de una fábula y, con toda probabilidad, la mejor película de Preston Sturges.
Al comienzo aparece en la pantalla un sobre que suavemente se abre y lanza un mensaje de agradecimiento “a todas aquellas personas que nos han hecho reír, que nos han alegrado la vida, que nos han hecho más felices aunque haya sido por breve tiempo: a los saltimbanquis, a los payasos, a los bufones de todos los tiempos”
En pleno periodo de la Gran Depresión americana, John L. Sullivan, célebre director de Hollywood que ha hecho fortuna rodando películas ligeras e intrascendentes, sufre una crisis de conciencia social y aspira a pasar al cine de “verdad”, a un cine social más comprometido con la realidad circundante. Para ello, decide adaptar a la pantalla la novela “Oh Brother, Were Art Thou” de temática profundamente social.
Con el fin de acometer este nuevo registro, consciente de que nada sabe de la penuria económica y de pasar necesidades, decide caracterizarse como mendigo, recorrer el país y convivir durante una temporada con los desposeídos y “menesterosos” de la “América profunda”, compartiendo con ellos sus mismas penalidades y así entenderlos mejor. En definitiva, lo que intenta para saber lo que es la pobreza es ponerse en el lugar del pobre. Tras esa experiencia Sullivan piensa que estará preparado para realizar la película deseada.
El primer paso para transformarse en pobre será vestirse como tal. La prueba ante el espejo del disfraz de pordiosero junto a dos de sus criados constituye una escena tan genial como demoledora. Los dos sirvientes intentan disuadir a su amo para que desista de llevar a cabo tal disparate, pero Sullivan está infectado de un idealismo sin fronteras que le lleva a acometer su propósito.
A lo largo del metraje hay muchas escenas dignas de mención: el comedor de indigentes, el robo de las botas, las maquinaciones de las dos hermanas mayores, la visualización de una película cómica en el campo de trabajos forzados…
Así, disfrazado de mendigo, inicia un recorrido que le lleva más allá de lo esperado. Cuenta en su periplo con la ayuda de una joven aspirante a actriz. Pero con lo que no cuenta es con las enormes dificultades que van a surgir a la hora de volver a la vida normal.
Considerada por muchos como una de las más grandes comedias de la historia del cine -y a su realizador, imaginativo y creador, como el padre de la “screwball comedy”-, la película es un logradísimo compendio de los distintos géneros cinematográficos hasta la época que los eleva a la máxima categoría, abriendo el camino a su posterior trayectoria. Así, el film incluye slapstick, escenas propias del “cine mudo”, comedia romántica, drama carcelario, documento social, melodrama, acción, sátira, crimen, acción, cine policiaco y cine dentro del cine.
La música se integra en la acción y subraya la alegría, el drama, la tragedia y la ironía. La fotografía realza la comicidad visual. Las interpretaciones de los actores son acertadas y convincentes en el contexto de la época. El guión mantiene un ritmo intenso elaborando un relato de cuadros diferentes enlazados por el viaje de Sullivan. Defiende el valor educativo del cine, la validez de la comedia y la trascendencia del humor, jugando con los cambios de identidad del protagonista.
“Los viajes de Sullivan” puede considerarse un film emblemático y un verdadero homenaje al cine: al cine en su conjunto y muy especialmente a la comedia.
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