El último lobo es una cinta de aventuras localizada en espléndidos y bellísimos escenarios naturales, en la que nos narra las aventura de un joven estudiante y el lobo que decide domesticar.
ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET Título Original: Wolf Totem (Le dernier loup) |
SINOPSIS
En 1967, Chen Zhen, un joven estudiante de Pekín, es enviado a vivir entre los pastores nómadas de Mongolia Interior. Chen tiene mucho que aprender sobre el modo de vida en esa tierra ilimitada y hostil, sobre la noción de comunidad, de libertad y de responsabilidad, y sobre la criatura más temida y venerada de las estepas: el lobo. Seducido por la compleja y casi mística relación entre estas criaturas sagradas y los pastores, capturará una cría de lobo con la idea de domesticarlo. Pero la relación entre el hombre y el animal, el modo de vida tradicional de la tribu e incluso el futuro de la Tierra se ven amenazados cuando un oficial del gobierno central decide eliminar a los lobos de la región.
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[Ramón Ramos – CinemaNet]
Bella y salvaje
Así es la naturaleza, bella y salvaje. Los paisajes naturales, los animales, tan tiernos de cachorros, y tan hermosos de adultos campando a sus anchas en su hábitat natural. Pero tanta belleza muestra su lado oscuro cuando es necesario saciar el instinto más primario y necesario para la supervivencia: el hambre. Es entonces cuando los depredadores salen a la caza y la naturaleza muestra su faz más salvaje, implacable y descarnada. Esto es algo que más o menos todos hemos podido comprobar frecuentemente en los documentales televisivos, y algunos cinematográficos, pero a veces también hay directores que llevan este tema al cine de ficción, como es el caso del francés Jean-Jacques Annaud, artífice de El oso y Dos hermanos, que vuelve a este tipo de historias con El último lobo, una coproducción entre Francia y China que adapta a la pantalla la aclamada novela Wolf tótem del autor chino Jiang Rong.
En 1969, durante la conocida como Revolución Cultural en China, dos estudiantes de Pekín son enviados a la estepa de Mongolia para enseñar a leer y escribir a los niños de un campamento de pastores nómadas. Aquí los chicos de ciudad descubrirán un nuevo mundo para ellos. Un lugar en que el hombre vive en armonía con la naturaleza. El lobo es un enemigo respetado con el que se convive en paz. Los lobos cazan gacelas y los pastores se aprovechan de ello de forma sostenible para que estos cánidos tengan suficiente alimento y no ataquen a su ganado. Sin embargo la llegada y asentamiento por ley de los agricultores en esta zona, hace que se expolien las reservas de carne de gacela rompiendo así este equilibrio. En pleno conflicto con los lobos, uno de los estudiantes fascinado con estos depredadores de la estepa, captura un lobezno para criarlo y estudiarlo, creando así un vínculo especial entre el hombre y el animal.
Es muy interesante el hecho que no hay buenos y malos. Los roles son intercambiables en función del instinto de supervivencia. Los lobos no son ni buenos ni malos, simplemente sobreviven. El hombre no es tampoco ni bueno ni malo. Unas personas son capaces de vivir en equilibrio con la naturaleza y otros rompen ese equilibrio pero no necesariamente por maldad sino simplemente por necesidad o por ignorancia.
Cinematográficamente la película goza de unas localizaciones maravillosas en la estepa mongola así como un trabajo muy meritorio con los animales. Todo perfectamente fotografiado con el tono de luz adecuado y envuelto en una estupenda partitura musical a cargo de James Horner. El punto débil del film se encuentra en la parte del conflicto humano. Los actores trabajan bien pero están simplemente correctos. Tiene la hondura dramática justa y necesaria para que la película funcione, pero le falta intensidad y contundencia en determinados momentos. La historia da para un mayor trazado de personajes pero se ha dado prioridad al trabajo de documental de naturaleza sobre el desarrollo de trama de ficción. No obstante el resultado final es una entretenida cinta que pone sobre la mesa temas muy interesantes sobre la convivencia sostenible del hombre con la naturaleza y da una visión más realista de los lobos, que han tenido siempre una imagen muy negativa en la cultura popular.
[Mª Ángeles Almacellas – CinemaNet]
1967. Chen Zen, estudiante de Beijing, es enviado a Mongolia Interior para educar a una tribu de pastores nómadas. Inmediatamente queda seducido por las curiosas relaciones de temor-respeto de los pobladores de esa región respecto del lobo de las estepas, un animal cuasi sagrado para ellos. El joven decide capturar un lobezno para domesticarlo y estudiarlo. Los miembros de la tribu están en total desacuerdo con la presencia, cerca de ellos, de un animal tan temido y peligroso, pero Chen se ha encariñado con el cachorro y está dispuesto a conservarlo a cualquier precio, incluso hasta privándose él mismo de comida para alimentarlo. La situación se complica todavía más cuando llega un representante del Gobierno con la consigna de exterminar totalmente a los lobos porque atacan a los rebaños.
La película es una adaptación de la obra Totem lobo de Jiang Rong, publicada en 2004, de la que se vendieron más de 20 millones de ejemplares, con lo que se convirtió en el libro más difundido en China después de El libro rojo de Mao.
Tras el gran éxito de su película El oso (1989), Jean-Jacques Annaud vuelve a centrarse en la relación hombre-animal y en el respeto por el medio natural, y nos ofrece un film con unos paisajes magníficos, realzados por un correcto 3D.
Los lobos están espléndidamente filmados y sus inteligentes ataques contra los rebaños de ovejas y las persecuciones a los caballos son realmente impresionantes. Pero en conjunto, El último lobo resulta excesivamente contemplativa y le falta historia humana. Es difícil conectar con los personajes porque sus peripecias personales –como la historia de amor entre Chen y la joven viuda mongola– apenas si están insinuadas. Teniendo en cuenta, además, su largo metraje, la película puede, tal vez, resultar algo pesada para el gran público.
No obstante, y aun reconociendo que la vertiente humana de la historia resulta poco convincente y no llega a despertar interés, las secuencias épicas y salvajes son deslumbrantes y de una belleza difícilmente descriptible. Todo lo cual hará sin duda las delicias de los amantes de la naturaleza y de los relatos ecológicos.
Crítica cedida por la Fundación López Quintás
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