Lo último de Jean-Paul Rouve es una película llena de sensibilidad que habla directa al corazón: tierna y serena, la película habla sin estridencias del amor y los recuerdos (¿sobre qué si no, dado el título?)
ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET Título Original: Les souvenirs |
SINOPSIS
Madeleine, una anciana a punto de cumplir 85 años, acaba de enviudar. Pocos días después, sola en su casa, sufre una caída y hay que llevarla al hospital. Aunque no es grave, sus hijos piensan que no es prudente que viva sola y la llevan a una residencia de ancianos. Un día, sin más anuncio, desaparece de la residencia.
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CRÍTICAS
[Mª Ángeles Almacellas. Colaboradora de Cinemanet]
El guion y los diálogos están muy bien construidos, con una estructura y un ritmo perfectamente medidos: la película empieza en un cementerio, con una oración por un difunto y el abrazo de una persona que llega tarde porque se había confundido de camposanto, y termina también ante un féretro, con una sabia reflexión del sacerdote sobre la fecundidad del amor entendido como donación generosa, que constituye la síntesis de toda la historia, y el abrazo de otro personaje que se ha retrasado.
Los personajes están bien descritos y el elenco está magnífico. Mathieu Spinosi está excepcional encarnando al joven Romain, soñador y bondadoso, que al final resulta más maduro que sus propios padres. Annie Cordy está genial como la abuela Madeleine y nos hace creíble su conexión especial con el nieto. Michel Blanc nos acerca a su personaje, buena persona pero que parece haberse dormido y, sin darse cuenta, ha perdido el control de su vida y de su matrimonio, que está a punto de naufragar. A pesar de su sosería y su falta de creatividad, adora a su esposa, bien encarnada por Chantal Lauby. También están muy bien logrados los secundarios, incluso aquellos que tienen papeles muy breves.
Jean-Paul Rouve nos ofrece una conmovedora historia, dulcemente triste, que combina la risa con la emoción y que constituye una reflexión sobre la fecundidad del amor como donación de sí mismo, y del sentido de la vida como un entramado de relaciones afectivas de compromiso y colaboración. El pintor que necesita que alguien lo mire para recobrar las ganas de trabajar y vivir, el cobrador de la gasolinera que se convierte en consejero sentimental, Michel y su esposa que necesitan un pequeño empujón para recordar que se siguen amando…
El término que da título al film, “recuerdos”, hace referencia a que el pasado, bien integrado, nutre el presente para iluminarlo, que cada generación es deudora de la anterior, y que escucharnos, comprendernos, amarnos unos a otros nos permite a todos avanzar por el camino acertado.
Una película que provoca emociones, risas y alguna lágrima, y nos hace pasar un hermoso momento de cine. Nos habla con naturalidad del amor de Dios y nos deja el buen regusto de los valores que llenan la vida de sentido. No conviene perdérsela.
(Crítica cedida por la Fundación López Quintás)
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