“Si una sola de mis películas salvase a una persona, mi vida entera habría tenido sentido». La frase -recogida por Bosco Films en redes sociales- es del director Krzystof Zanussi, nombre fundamental para entender el cine europeo de las últimas décadas y una de las voces más lúcidas en la relación entre el séptimo arte y el misterio religioso.
Polaco, católico militante y con más de 30 películas a las espaldas, ganó el Premio Familia de CinemaNet en 2017, y estos días su nombre vuelve a estar de actualidad porque estrena una nueva película, Éter. Se trata de una historia inquietante sobre los límites éticos de la ciencia y los extremos de la soberbia humana, ambientada en la Galitzia austrohúngara durante los años previos a la Primera Guerra Mundial.
El protagonista es un médico obsesionado por el éter, por el control del dolor y de la conducta humana. Un médico que realiza experimentos humanos fuera de los límites de la legalidad, jugueteando con la idea de ocupar el lugar que -en su cosmovisión- ha dejado el trono vacío de Dios.
“La película es arriesgada: el protagonista en realidad es mala persona, las personas que le rodean son cínicos, y eso no enamora al espectador. Pero al final se levanta un velo y todo adquiere otra luz”, escribe Pablo J. Ginés en la entrevista con Zanussi publicada por Religión en Libertad. Éter llega a los cines este viernes, 31 de enero, y lo hace con la firme voluntad de no dejar indiferente y de provocar preguntas profundas en el espectador.
De primeras, Éter parece muy oscura, y Zanussi es consciente. “La tentación del mal -explica en la entrevista con Ginés- es omnipresente. El consumismo nos dice que no existe la tentación, que nuestra naturaleza es aceptarlo todo y consumir. Por supuesto, eso conduce a la catástrofe”. Más allá, sin embargo, se encuentran ocultas la luz y la misericordia.
¿Cómo puede ser posible? Habrá que acercarse a las salas de cine para descubrirlo.