El club de los milagros | Una divertida comedia con mensaje profundo

Daniel Arasa

Presidente de CinemaNet. Periodista, profesor universitario e historiador. Autor de una decena de libros en los que se dan cita sus tres pasiones.

La película irlandesa El club de los milagros es una de las revelaciones de este año en el cine. Llega en octubre de 2024 a las pantallas españolas de la mano de A Contracorriente Films, aunque su producción se hizo el año anterior. Es una comedia bien trazada a la que no faltan secuencias hilarantes, pero que aboca, de forma positiva, a una reflexión profunda sobre aspectos fundamentales de la vida a partir de la revisión y el perdón de antiguos agravios. Ahí se curan las heridas.

Todo parte de un viaje de cuatro mujeres a Lourdes en busca de milagros, de curaciones. Y se produce un milagro, pero muy alejado del pretendían las protagonistas. Podría afirmarse que la Virgen actúa por caminos impensables para las personas. El film, además, presenta lo profundo sin pietismos, pero con profundidad humana y hasta teológica.

El film se sitúa en la Irlanda de 1967, en una parroquia de un barrio periférico de Dublín, con población de nivel socioeconómico modesto. Tres feligresas de avanzada edad de la parroquia llevan años acariciando el sueño de peregrinar a Lourdes. Ahorran lo que pueden. Para conseguir recursos, en la parroquia montan hasta un festival en el que los feligreses han de mostrar sus habilidades. Las mujeres se presentan cantando y bailando y movilizan a los espectadores, pero no logran el primer premio consistente en dos billetes del viaje, quedando en un decepcionante segundo lugar que no recibe más galardón que unas piezas de lacón.

Con todo, se van consiguiendo los billetes. Una de las tres mujeres muere antes del viaje, y su tiquet va a parar a otra vecina que deseaba ir al santuario mariano pirenaico de Francia porque le ha salido un bulto en el pecho que no ha comentado a nadie y espera la curación. 

Todo empezaba a tejerse con normalidad e iban a partir dos mujeres ancianas y una madre joven con un hijo mudo. Pero antes de la partida aparece en el pueblo la hija de la mujer fallecida, que llevaba 40 años en América y no había vuelto desde que tenía 16 años. Pero no era un retorno sin más a la tierra de origen, aunque la causa fuera el fallecimiento de su madre: en su corazón, y se verá que también en el de las otras protagonistas, hay secretos sobre graves ultrajes e incomprensiones cuyas heridas persisten y hieren aunque han pasado cuatro décadas. Al final, en un clima de tensión y de rechazo, la recién llegada se sumará a las otras en la peregrinación.

No desvelamos más sobre la trama. Simplemente señalamos que merece la pena ver la película, porque no es una comedia al uso, ni un drama al uso. Deja datos para la reflexión y un buen sabor de boca.

No dejemos de señalar, sin embargo, aspectos interesantes sobre la sociedad irlandesa del momento que pueden ser útiles al espectador. Las mujeres protagonistas nunca habían salido de su limitado entorno familiar y local, con lo que viajar al continente europeo y a Lourdes era una aventura, algo casi mágico. Además, pueden evadirse por unos días de los trabajos de la casa y para ello tienen que dar un golpe de fuerza porque sus respectivos maridos se oponen radicalmente al viaje. 

Para ellas, en su aventura, es maravilloso ir a un hotel, aunque sea muy sencillo y en el que incluso han de compartir habitaciones y camas de matrimonio. Pero, como dice una de ellas, “siempre había soñado con que un botones me llevara la maleta”. 

Se ve la influencia de la Iglesia en aquella sociedad profundamente católica, en la que la autoridad del sacerdote era muy reconocida. Y también la falta de destreza de los varones, que cuando se quedan sin sus esposas no saben cómo arreglárselas en los trabajos cotidianos del hogar.

Llegada a Lourdes la expedición irlandesa, las protagonistas van a la cueva de las apariciones y entran en las piscinas de agua muy fría, pero los milagros esperados, los de la curación del cuerpo, no se producen. Ni el bulto del pecho de la mujer desaparece, ni se pone a hablar el niño mudo al que su madre con tanta ilusión y fe ha llevado en busca de sanación. Ante el fiasco, no falta la airada sublevación de una de las protagonistas por considerar que habían sido estafadas.

En el retorno de Lourdes a casa las peregrinas van decepcionadas, pero el milagro llega por vías bien distintas: la sanación de los corazones. Vuelven a Irlanda convertidas en otras personas. Y no solo las que viajaron, sino también los familiares que se quedaron en casa. A una su marido incluso le había dicho que si se marchaba (a Lourdes) no volviera. Y resulta que los reencuentros son una eclosión de amor para todos.

Si todo el film merece la pena, el deshacer los nudos de fondo de los agravios es magistral, permitiendo conocer y sanar las heridas de cuatro décadas mantenidas en el fondo de su alma y nunca sanadas. Todo un canto al perdón.

A reseñar también una subtrama referente al aborto. O, más bien dos, uno realizado y otro frustrado. Es tratado con seriedad y elegancia, sin barnices.

Como detalle, las imágenes del santuario de Lourdes, básicamente a vista de pájaro, son impactantes, pero se incide muy poco en el aspecto religioso. Quizás pueda entenderse como un déficit, pero creemos que el director no quería desviaciones de la trama central basada en las protagonistas. 

La película ha estado dirigida por el veterano director irlandés Thaddeus O’Sullivan, y las protagonistas son Maggie Smith (Lly), Agnes O’Casey (Dolly), Kathy Bates (Eileen) y Laura Linney (Chrissie). A resaltar que ha sido la última película de la gran y anciana actriz Maggie Smith, recientemente fallecida. Sin haberlo previsto, quizás es un homenaje hacia ella.