Presence | Una agradecida vuelta de tuerca al drama sobrenatural

Miguel Soria

Licenciado en Comunicación Audiovisual por la UCM, Máster COPE de Radio y Televisión; crítico de cine en Pantalla90 y responsable de la sección de videojuegos en Aceprensa; director y presentador del pódcast 'Enciende el mando'

Steven Soderbergh es sinónimo de creatividad: es director de éxitos como la trilogía Ocean’s (en breve tetralogía), de la apocalíptica Contagio, de la magnífica Eric Brockovich y de la dura Traffic entre otras. Ahora aparca todas esas temáticas para dirigir Presence, un drama sobrenatural distinto.

Rebekah (Lucy Liu), su marido (Chris Sullivan) y sus hijos comienzan a experimentar fenómenos inexplicables tras mudarse a su nueva casa. Las extrañas presencias que se manifiestan a su alrededor les harán cruzar la delgada línea entre la realidad y la percepción.

Como decíamos, Soderbergh es un director al que le gusta asumir riesgos e innovar con la cámara. No en vano en esta película, además de dirigir, se encarga de la fotografía y el montaje, dejando claro que es un filme muy personal y ha querido que sea el fruto de sus esfuerzos en todos los sentidos. Así, asistimos a una sucesión de planos secuencia (desde que empieza a rodar la cámara hasta que para no hay cambios de plano) sin salir de la casa en los que se nos cuenta una historia de una familia en crisis, con unos personajes aparentemente planos pero que tienen más profundidad de la que parece. Además descubrimos que una presencia en la casa les acecha, pero no tiene por qué ser maligna como en otras tantas sagas como Insidious o Paranormal Activity, sus intenciones se irán descubriendo conforme avance la historia.

El guion no es de un cualquiera, hablamos de David Koepp, que triunfó sobremanera adaptando la novela de Parque Jurásico para Spielberg y los cómics de Spider-Man para Sam Raimi en la primera película del amigo y vecino arácnido. Tiene otros grandes libretos como La habitación del pánico (David Fincher, 2002) o La ventana secreta (dirigida por él mismo en 2004), y vuelve a mostrar por qué su nombre tiene la fama que tiene, se toma su tiempo para describir las cosas y que el complicado clímax tenga sentido. De camino, interesantes y acertadas reflexiones sobre la fe y la vida después de la muerte. Aun así guionista y director quizás se podrían haber ahorrado una escena sexual no explícita pero sí metida con calzador.

Estamos pues ante un claro ejercicio de estilo en la dirección del “más difícil todavía” para ofrecer algo distinto dentro de este género tan manido. Por ello se aleja del cine comercial y se podría calificar de cine de nicho ya que los que busquen acción sobrenatural con casas temblando, posesiones y exorcismos con parafernalia saldrán defraudados, pero los que estén dispuestos a dejarse sorprender pueden disfrutarla.