Cuando se anunció la secuela de Top Gun (Ídolos del aire), la mítica cinta de 1986 rodada por Tony Scott, muchos se preguntaron si realmente era necesaria ya que el final de la primera era redondo. 22 años después, ¿cómo iba a volver Pete «Maverick» Mitchell (Tom Cruise) a los aviones con un motivo argumental suficientemente válido y poderoso? Ahí entran los guionistas Ehren Kruger, Eric Singer y Christopher McQuarrie y el director Joseph Kosinski, quienes pergeñan una historia muy inteligente centrándose en un personaje que tuvo una aparición mínima en Top Gun: el hijo de Goose.
Como bien dice Gandalf en El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo, “hasta el más pequeño puede cambiar el curso del futuro”, dando a entender que toda vida importa, por pequeña que parezca. Y eso es exactamente lo que ocurre en Top Gun: Maverick, donde Bradley «Rooster» Bradshaw toma las riendas de la acción.
Si recordamos la primera película, el joven aviador naval Pete «Maverick» Mitchell y su inseparable compañero, el teniente Nick «Goose» Bradshaw, compartían avión en sus misiones y, al llegar a Top Gun, competían contra Tom “Iceman” Kazansky (Val Kilmer), considerado el mejor piloto de su promoción. Un desgraciado accidente acaba con la vida de Goose, lo que marca profundamente a Maverick. Si bien el final acaba con el respeto entre Maverick y Iceman, la rivalidad permanece.
Esta rivalidad, así como el dolor por la muerte de Goose, se llevan a la segunda película con gran fuerza. Recordemos la sinopsis: después de más de treinta años de servicio como uno de los mejores aviadores de la Armada, Maverick se encuentra donde siempre quiso estar, sobrepasando los límites como un valiente piloto de prueba y esquivando el avance en su rango que lo emplazaría en tierra. Durante el entrenamiento a un destacamento de graduados de Top Gun para una misión especializada, Maverick se tropieza con el Rooster, el hijo de Goose. Enfrentándose a un futuro incierto y a los fantasmas de su pasado, Maverick se ve envuelto en una confrontación con sus miedos más profundos, culminando en una misión que exige el máximo sacrificio de aquellos que serán elegidos para volar.
Maverick y Goose deben trabajar juntos para poder llevar a cabo con éxito la crucial misión, sin olvidar a un tercer actor en discordia: el egocentrista y orgulloso teniente Jake “Hangman” Seresin, dispuesto a humillar a sus compañeros con tal de demostrar que es el mejor.
HUMANIDAD Y SUPERACIÓN
Son dos temas pero van íntimamente relacionados, esenciales desde el principio y se ven en dos aspectos: la amenaza de que las máquinas, los drones y la IA, ocupen el asiento del piloto y no hagan falta hombres a los mandos del avión. Lo dice claramente un breve pero siempre magnífico Ed Harris en su personaje de contraalmirante Chester «Hammer» Cain:
Maverick: Este es mi sitio, señor.
Hammer: Pues la Marina no lo ve así. Ahora ya no. Esos aviones que ha estado pilotando, capitán, un día más pronto que tarde ya no van a necesitar pilotos, pilotos que duermen, comen y hacen pis, pilotos que desobedecen órdenes. Solo ha alargado el final para esos hombres, el futuro está a la vuelta, y usted no está en él. (…) El fin es inevitable, Maverick, van directos a la extinción.
Maverick: Puede que así sea, pero hoy no.
El elemento humano importa, y mucho, ya que se sigue contando con pilotos humanos para misiones esenciales, y las máquinas fallan, como ahora enseguida veremos.
Un diálogo previo del almirante Solomon “Warlock” Bates (Charles Parnell) deja claro que la persona que maneja el caza ese esencial: “Ustedes son todos graduados de Top Gun, la élite, lo mejor de lo mejor, pero eso ya es pasado. El nuevo caza de quinta generación del enemigo ha igualado la partida, hay pocos detalles pero les aseguro que ya no contamos con la ventaja tecnológica. El éxito, ahora más que nunca, depende del hombre o mujer en la cabina”.
En otro momento Maverick deja claro que para él lo importante no es solo cumplir la misión. Ocurre en este diálogo con el almirante Beau «Cyclone» Simpson:
Almirante: Tiene menos de tres semanas para enseñarles a combatir como equipo y atacar el objetivo.
Maverick: Y a volver a casa.
(Cara de sorpresa del almirante)
Maverick: … A volver… a casa… señor.
Almirante: Toda misión tiene sus riesgos, esos pilotos lo aceptan.
Maverick: Yo no, señor.
Maverick no está tan centrado en cumplir y fin, sino en asegurar que sus chicos regresen a casa sanos y salvos. Su humanidad inunda la misión y le hace único.
Muy relacionado con la humanidad, toda la película gira en torno a la necesidad de los pilotos de entrenarse y dar lo mejor de sí mismos, algo que Maverick deja claro: “Este manual tiene todo lo que ellos quieren que sepan de su avión. Supongo que lo conocen de cabo a rabo. (Lo tira a la basura) El enemigo también, pero lo que él no sabe son sus límites. Yo pretendo encontrarlos, ponerlos a prueba y rebasarlos. Empezaremos por lo que ustedes creen que saben, enséñenme quiénes son”.
Sin embargo, la prueba de que Maverick no se ha recuperado de sus heridas es la secuencia en el bar, cuando Rooster toca al piano la misma canción que el protagonista tocaba con Goose en la primera película. Al instante vuelven a la mente todos los recuerdos dolorosos del accidente y la muerte de su compañero. Maverick es consciente de que esta misión de profesor va a ser más complicada de lo que pensó, y Goose, al reconocer a su instructor por haberle impedido triunfar profesionalmente por motivos que él desconoce.
Todo apunta a lo mismo que apuntaba la primera película, pero aún con más fuerza: la maduración, la superación de los traumas personales y la lucha en equipo por conseguir la misión, además con un valor humano añadido: volver a casa.
RECONCILIACIÓN
Rooster tiene un gran resentimiento hacia Maverick:
Rooster: ¿Por qué retiró mi solicitud de la Academia?, ¿por qué se interpuso en mi camino?
Maverick: No estabas listo.
Rooster: ¿Listo para qué, eh?, ¿para volar como usted?
Maverick: No, para olvidar el manual. Confía en tus instintos, no pienses, actúa. Si piensas ahí arriba estás muerto, créeme.
Rooster: Mi padre creía en usted, no cometeré el mismo error.
Sin embargo están obligados a trabajar juntos y Iceman, en una genial y emotiva secuencia, se lo recuerda. Entonces el protagonista recapacita y elige a Rooster para el escuadrón de la misión: “¡Bradley, Bradley! Puedes hacerlo”. Éste se lo agradece cuando, en el momento más crítico, vuelve para rescatarle: “Es lo que mi padre habría hecho”.
De igual forma, Hangman y Rooster tienen una gran rivalidad, pensando el primero que será elegido por sus grandes dotes como piloto, pero al no ser así, hace examen de conciencia y se reconcilia con su compañero: “Dales mucha caña”, dice con humildad reconociendo que se equivocó en su postura y, al final, tomando la decisión de rescatarles: “Buenas tardes, señoras y señores, les habla su salvador, abróchense los cinturones, vuelvan a colocar las mesitas plegadas y en posición vertical, y prepárense para el aterrizaje. Os veré en cubierta”. Su apretón de manos final deja los deberes hechos.
TRABAJO EN EQUIPO
No hace falta entrar en gran detalle sobre este apartado: Maverick, como se ha dicho, al principio de la película desobedece la orden de llegar a Match 9 y supera ese límite, provocando la destrucción de su avión. Su egocentrismo le ha superado y hace que reciba una fuerte reprimenda de su superior, sin embargo tiene la oportunidad de resarcirse enseñando a los alumnos de Top Gun, algo que al principio no ve: “No soy profesor, soy piloto, es para no crear expectativas”, pero debe asumir porque de lo contrario no volverá a volar.
El escuadrón elegido debe hacer lo mismo: no pensar tanto en ser elegidos para la misión sino en estar preparados para llevarla a cabo pase lo que pase, y volver a casa. Los caracteres son muy distintos, con más o menos egos en cada uno, y surgen muchos roces y tensiones, incluyendo una divertida competición nada más conocerse:
Maverick: No pueden bajar del límite inferior de 5.000 pies. Trabajando en equipo, tienen que derribarme, o si no responderé al fuego. Si derribo a cualquiera de los dos, ambos pierden.
Payback: ¿Le ponemos sustancia al juego?
Maverick: ¿En qué había pensado?
Payback: Quien caiga primero tiene que hacer 200 flexiones.
Maverick: Son muchas flexiones.
Fanboy: No lo llaman ejercicio solo porque sí, señor.
Maverick: Trato hecho caballeros, empezamos, ¡a por ello!
El resultado es desastroso para los aspirantes a la misión, quienes se dan cuenta de que la veteranía les supera con creces y que deben coordinarse al milímetro para lograr lo que les espera.
Top Gun: Maverick, además de estar magníficamente bien rodada gracias a un excelso trabajo de Joseph Kosinski y el uso de cámaras certificadas por IMAX, con secuencias de cazas jamás vistas hasta la fecha, tiene una gran profundidad y carga dramática, fruto de un excelente guion, pensado y bien desarrollado, y unas actuaciones magníficas. La humanidad y el compañerismo rebosan en él y por eso es una secuela que no solo está a la altura del original sino que lo supera con creces.