Seamos sinceros: a menos que se haya estado viviendo los últimos 30 años en una cueva sin contacto alguno con la civilización o en una jungla apartado, de una u otra forma se conocerá la magna saga de El Señor de los Anillos, escrita por J.R.R. Tolkien y llevada tiempo después al cine de la mano de Peter Jackson. Dadas las fechas en las que se estrenaron las películas y las fechas que son es un momento perfecto para volver a recomendarlas.
Hagamos un mínimo de historia antes de pasar a las recomendaciones: Tolkien primero escribió ‘El Hobbit’, protagonizado por un ser imaginario de la raza ‘hobbit’ (también conocidos como ‘medianos’ por su tamaño) y llamado Bilbo Bolsón, un cuento para sus hijos para antes de dormir. No tenía intención de publicarlo, pero al final, cuando lo hizo, gustó tanto que se animó a escribir una aventura mucho más grande protagonizada por Frodo Bolsón, el sobrino del protagonista de la anterior novela. Al ver la dimensión que alcanzaba dividió la historia en tres libros, a los que en conjunto llamó ‘El Señor de los Anillos’ y les dio tres títulos: ‘La Comunidad del Anillo’, ‘Las Dos Torres’ y ‘El Retorno del Rey’. Puede estar tranquilo el lector, no vamos a contar nada importante de las tramas ni a desvelar el final.
Los tres libros fueron éxitos y, hoy en día, grandes clásicos de la literatura fantástica universal. Hubo varios intentos de llevar al cine estas obras y se llevaron a cabo algunas cintas de animación pero de escaso éxito. Era tremendamente complicado llevar al cine una obra de semejante tamaño y los sucesivos intentos se frustraron, algunos por parte de personas tan variopintas como Los Beatles.
Pero entonces esos libros llegaron a manos del director de cine y guionista Peter Jackson y su mujer Fran Walsh, quienes los leyeron con énfasis y se enamoraron de la riqueza literaria de Tolkien. Poco a poco, con paciencia y tesón, fueron preparando una adaptación cinematográfica “profundamente egoísta” como ellos mismos reconocieron: “Fuimos muy egoístas porque escribimos los guiones pensando en lo que a nosotros como fans declarados nos gustaría ver en pantalla, no pensamos en nadie más que en nosotros”.
Tras presentarlo a varias productoras y no tener éxito, un intento sí tuvo éxito pero moderado: les ofrecían hacer una película que condensase todo, como mucho dos files, pero no más. Jackson y Walsh rechazaron de plano esa propuesta. Pero entonces el milagro ocurrió y New Line Cinema dijo lo más sensato, algo que supuso un antes y un después en la historia del cine: “Son tres libros, por tanto se deben hacer tres películas”. Nunca antes se habían rodado tres películas a la vez y menos tan titánicas como adaptar tres gigantescas novelas, pero así se iba a hacer. El resto es historia: tres películas, cada uno con sus ediciones extendidas, que arrasaron en taquilla y se ganaron el favor del público.
¿Por qué son tan recomendables? Por varios motivos, pero el principal es que condensan lo más importante de los libros. Cine y literatura son medios distintos y, por tanto, en toda adaptación hay cambios, de ahí que Jackson y Walsh condensaran eventos, personajes y acciones. Muchas decisiones fueron polémicas y no gustaron a los fans, pero finalmente gozaron del favor de crítica y púbico.
En cuanto al contenido, Tolkien era reconocidamente católico y dejó constancia de ello en sus libros, con la temática de la lucha del bien contra el mal, el sacrificio en aras de proteger a los demás, la fe, la valentía, etc.; dichos temas se ven reflejados en las tres novelas y, por ende, en los tres filmes a través de numerosísimas situaciones, personajes y diálogos que, evidentemente, no vamos a desglosar aquí por cuestiones de espacio.
Pero, ¿hace falta ser católico para ver y disfrutar de la trilogía? Rotundamente no, y eso es porque lo que hacen las películas es contar una aventura de salvación y sacrificio, de compañerismo y amistad, de entrega, de trabajo en equipo… de valores universales; valores que, en definitiva, se pueden y se deben tener independientemente de la religión que cada uno profese, incluso si no se profesa ninguna. Porque no hace falta ser católico para entender que el mundo necesita de bondad para avanzar, que los seres humanos estamos hechos para queremos y respetarnos, cada uno desde sus diferencias, pero unidos. Y que el trabajo en equipo siempre da mejores resultados que el trabajo en solitario. Obviamente los católicos verán referencias claras a su religión en múltiples ocasiones, algo normal dada la religión del autor de las novelas, pero los no católicos también pueden encontrar valores y enseñanzas muy útiles para sus vidas.
Y si alguien no está interesado por valores ni mensajes y solo quiere disfrutar de algo espectacular tampoco va a quedar defraudado ya que, a diferencia de las adaptaciones de ‘El Hobbit’ (de la que hablaremos en otro momento) y de muchas películas actuales, las tres películas se rodaron, siempre que se podía, en entornos naturales reales de Nueva Zelanda y con efectos prácticos como maquetas.
Además, los tres filmes tienen impresionantes planos y secuencias de acción monumental hechas con absoluta maestría y dominio del ritmo. Por destacar solo dos, la llegada de Gandalf a la batalla del Abismo de Helm o la Batalla de los Campos del Pelennor, cuyas músicas son, sencillamente, perfectas. Hay muchas más que dejamos que el lector las descubra si es que no las conoce ya. Las ponemos aquí debajo pero recomendamos encarecidamente verlas en pantalla grande.
Los amantes de la versión original podrán disfrutar de unas grandísimas interpretaciones, sobre todo de Andy Serkis en su doble papel de Smeagol-Gollum así como del recital de frases en élfico (idioma inventado por Tolkien) que dicen varios personajes. Pero, ¿y si decidimos verla doblada, perderemos algo? En realidad no ya que las traducciones fueron absolutamente exigentes y el doblaje se hizo supervisado por el mismísimo Peter Jackson, así lo recuerda Miguel Ángel Jenner, director de doblaje de la trilogía: “Siempre doblábamos con el guion original delante y los libros, para tenerlos si había dudas. Incluso tengo un libro, único el mundo, hecho por la Sociedad Tolkien Española, donde se especifica cómo se dice en español cada término que no está en inglés. En cuanto a las voces que escuchamos en español fueron seleccionadas por Jackson en persona. Yo le mandé tres muestras por personaje y él escogió las que mejor le parecieron, que además se dio la casualidad de que su preferencia personal coincidía con las que yo habría elegido. Discrepamos solo en un par de personajes, pero sus elecciones fueron magníficas y el resultado está ahí. Por supuesto él mismo oyó las versiones finales de todo, así que ese doblaje está hecho con un mimo y un cariño excepcional, una forma de trabajar que hoy en día no se hace y seguramente no se haga más”. ¿Cómo fue elegido Jenner? El actor y director de doblaje explica que es “fan devoto de los libros, ya los había leído y cuando escuché que se habían hecho las películas llamé a la distribuidora para preguntar, inocentemente, quién se iba a encargar de doblarlas. Me dijeron, ‘tú’, y cuando pregunté por qué, que solo llamaba para informarme, me respondieron ‘porque has sido el primero en llamar y eso significa que te apasionan, queremos ese cariño en el doblaje’”. El resto es historia.
Las tres películas se estrenaron en 2001, 2002 y 2003 respectivamente, precisamente en la época navideña, y por eso mismo verlas se ha convertido en una especie de tradición anual: los fans de El Señor de los Anillos rememoran sus estrenos viéndolas en sesión continua, una tras otra, en sus ediciones extendidas, y los más devotos incluyen los créditos que, en esas ediciones con metraje extendido, sobrepasan los 20 minutos ya que se incluyen los nombres y apellidos de los que aportaron su ayuda para llevarlas a cabo.
Es, por tanto, un excelente momento para reservar un día de diciembre y ocuparlo cogiendo los DVD/Bluray/UHD de las ediciones extendidas y sentarse con calma para ver tres obras maestras que tratan magistralmente temas humanos, morales, éticos y de fe, sin dejar de lado espectaculares paisajes (la inmensa mayoría son reales ya que se rodaron en escenarios naturales de Nueva Zelanda), increíbles batallas y una épica que solo un autor como Tolkien y un director devoto del autor como Peter Jackson son capaces de darnos. Una trilogía para atraernos. Una trilogía para atraparnos. Una trilogía para unirnos a todos y engancharnos delante de la pantalla.