Dirección y guión: Philippe Claudel. Países: Francia y Alemania. Año: 2008. Duración: 110 min. Género: Drama. Interpretación: Kristin Scott Thomas, Elsa Zylberstein, Serge Hazanavicius, Laurent Grévill, Frédéric Pierrot, Lise Ségur, Jean-Claude Arnaud, Mouss Zouheyri, Souad Mouchrik, Catherine Hosmalin, Claire Johnston Producción: Yves Marmion. Música: Jean-Louis Aubert. Fotografía: Jérôme Alméras. Montaje: Virginie Bruant. Dirección artística: Samuel Deshors. Vestuario: Jacqueline Bouchard. Estreno en España: 29 Agosto 2008. |
SINOPSIS
Juliette está a punto de salir de la cárcel, donde ha permanecido encerrada quince largos años. Le aguarda fuera su hermana pequeña Léa, que va a acogerla en su casa, donde vive con su marido Luc y dos niñas pequeñas adoptadas vietnamitas, más el suegro que ha perdido el habla. La situación no va a ser fácil de encarar, porque Juliette cometió el más terrible de los asesinatos, y nunca ha hablado de ello con nadie, más allá de admitir su culpabilidad. La reincorporación a la normalidad le cuesta a Juliette. A la hora de buscar trabajo, su acción criminal produce rechazo. Y Luc, pensando sobre todo en sus hijas, tiene miedo de tenerla bajo su techo. No obstante, también la ex presa encuentra comprensión y afecto, además de en su hermana, en el agente de la condicional que sigue su caso, y en Michel, un profesor universitario, compañero de Léa.
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín, La Gaceta]
Tras pasar 15 años en la cárcel, abandonada por su familia, Juliette recala en Nancy en la casa de su hermana pequeña Léa, que vive con su esposo Luc, el anciano y mudo padre de éste y dos niñas adoptadas de origen vietnamita. Hosca, silenciosa e imprevisible, Juliette deberá enfrentarse a los prejuicios que genera a su alrededor, al cariño desbordante de su hermana y su hija mayor, a unos cuantos hombres tan perdidos como ella y, sobre todo, a su propio sentimiento de culpa, profundo y afilado, que a menudo la conduce a un cinismo agresivo e incluso a la desesperación.
El galardonado escritor y guionista francés Philippe Claudel se ha hecho famoso con colecciones de cuentos —como Petites mécaniques— y con novelas como J’abandonne, Almas grises o La nieta del señor Linh. Ahora debuta como director de cine con Hace mucho que te quiero, un excelente melodrama, que ofrece una puesta en escena y unas interpretaciones de altísima calidad, culminadas por el impresionante duelo entre Kristin Scott Thomas y Elsa Zylberstein. Sorprende especialmente la solidez formal y narrativa de Claudel, y no sólo en cuanto a la planificación o la fotografía, sino también en lo referente a efectos de montaje o contrapuntos musicales.
Por lo demás, y aunque tontea en el desenlace con la eutanasia, Claudel ofrece una bella y sutil historia de redención a través de la familia y la amistad, especialmente luminosa en su elogio de la caridad y la maternidad, y subrayada puntualmente con sugerentes símbolos cristianos.
Prisiones físicas, prisiones mentales
Sólido debut en la dirección del novelista francés Philippe Claudel, que ya había escrito algún guión para la pantalla, y que vuelve a hacerlo en el caso que nos ocupa. Demuestra el cineasta un gran dominio de la narración, donde se dosifica sabiamente la información acerca de las circunstancias de los distintos personajes. Éstos están muy bien definidos, son de carne y hueso, desde los principales (las dos hermanas, el marido de Léa, Michel, el policía…), que evolucionan de un modo creíble, hasta los más estrictamente secundarios (por ejemplo, y hay muchos más, el director del hospital que piensa en contratar a Juliette, y no se atreve a mirarle a la cara mientras dice vaguedades sin sentido).
La película toca muchos palos, y todos muy sabiamente: el problema del sufrimiento, distintos tipos de prisiones, físicas o mentales, la muerte, la soledad, la incapacidad de abrirse al otro, la confianza, la familia como necesario lugar de acogida, el sentido de culpa, la amargura… Como puede verse por la relación de temas, la trama se prestaba a todo tipo de excesos dramáticos, pero Claudel es muy equilibrado y sobrio, lo que da mucha más fuerza a los terribles acontecimientos que se cuentan; además, sabe esporádicamente puntear la trama con algún leve desahogo humorístico, por ejemplo con la niña mayor. El reparto está sensacional, y merecen menciones especiales las dos hermanas, Kristin Scott Thomas, que sabe traslucir tristeza en cada fotograma, y Elsa Zylberstein, y los roles masculinos de Serge Hazanavicius y Laurent Grévill.
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