ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET Título Original: Monsieur Lazhar |
SINOPSIS
Bachir Lazhar, de 55 años y origen argelino, es contratado como sustituto de un maestro de primaria que ha muerto en trágicas circunstancias en una escuela de Montreal. El carisma y la forma muy particular de enseñar del profesor Lazhar resultarán fundamentales para sacar adelante el curso y cambiar la vida de sus jóvenes alumnos.
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín – COPE]
La trágica muerte de una profesora de primaria en una escuela de Montreal conmociona intensamente a sus alumnos y alumnas de once años, sobre todo al sensible Simon (Émilien Néron), que fue quien descubrió el cadáver. Bachir Lazhar (Mohamed Fellag), un inmigrante argelino de 55 años, lee la noticia en la prensa, se ofrece como sustituto y es finalmente aceptado. Sus tradicionales métodos pedagógicos —exigentes con los chavales y, a la vez, muy cercanos a ellos— chocan con las convenciones políticamente correctas por las que se rige el colegio. Esto desarrolla una agria polémica entre los profesores y los padres, paralela a los esfuerzos de Lazhar y sus alumnos por curar las profundas heridas que mantienen abiertas.
Reconocida con numerosos galardones —entre ellos, los más importantes seis Premios Genie de la Academia Canadiense de Cine y Televisión— y candidata al Oscar 2011 a la mejor película en lengua no inglesa, Profesor Lazhar supone el descubrimiento internacional del director y guionista canadiense Philippe Falardeau (Congorama). En ella, este joven cineasta de habla francesa transforma el monólogo teatral Bashir Lazhar, de Evelyne de la Chenelière, en un intenso drama escolar, a través del que articula valiosas reflexiones sobre la buena educación —que implica a padres y profesores—, la protección de la inocencia infantil, el sentido del sufrimiento y la necesidad de afrontar con los niños la muerte como culminación natural de la vida.
Falardeau dosifica muy bien las diversas intrigas en torno a los conflictos de los personajes, encarnados por unos actores sensacionales, entre los que destacan el popular cómico Mohamed Fellag —en la piel de Lazhar— y los niños no profesionales que dan vida a sus alumnos, todos ellos apabullantes en su naturalidad. Acompañada por la sutil partitura de Martin Léon, la sobria y apagada puesta en escena hiperrealista refuerza esa autenticidad con recursos característicos del documental —del que procede Faradeau—, lo que acerca Profesor Lazhar más a películas como Ser y tener, ¡Esto es ritmo! o La clase, que a otros filmes sobre profesores carismáticos, como El Club de los Poetas Muertos, Profesor Holland, Los chicos del coro o La ola. En todo caso, Faradeau consigue un altísimo nivel emocional subrayando las virtudes básicas, que dotan de alma a su certera crítica a la sociedad actual, dominada, según él, por complejos, miedos y fundamentalismos ideológicos muy perjudiciales para la sólida formación afectiva de los niños.
[Ana María Pérez – Cinemanet]
En una escuela de Montreal, una de sus profesoras se suicida en el aula en la que impartía clases a niños de doce años. Tras el siniestro suceso, se contrata a un profesor argelino, Bashir Lazhar, el único que se ofrece para ocupar el puesto de la fallecida. A partir de este momento, Bashir tendrá que ayudar a sus alumnos a continuar con el curso y a superar el dolor, mientras sobrelleva su propia pérdida.
Estamos ante una película sin pretensiones, que con su sencillez consigue llegar al corazón del espectador, gracias a la humanidad de sus personajes y al acierto con el que se abordan los temas que trata. No en vano, el film ha sido nominado al Óscar como mejor película en habla no inglesa y ha recibido el reconocimiento de diversos festivales alrededor del mundo, así como el de la propia academia de cine canadiense.
La historia es una adaptación del monólogo Monsieur Lazhar, de la dramaturga canadiense Everlyne de la Chenelière, a cargo de Philippe Falardeau, quien, además, dirige la cinta. Con una puesta en escena sobria y una paleta de colores fríos, que se tornan más cálidos a medida que avanza el metraje, Falardeau compone un ambiente a tono con el relato. Asimismo, la dirección de actores es magnífica. Las interpretaciones resultan comedidas y conmovedoras al mismo tiempo. Entre ellas destaca, la elegante actuación de Mohamend Fellag y de los niños Sophie Nelisse y Emilen Neron.
Como otras tantas películas que abordan la educación, el profesor es el alma de la historia. Sin embargo, esta cinta se distingue por poner el acento en la sincera preocupación de Lazhar por los chicos que tiene a su cargo, así como por realizar bien su trabajo. Subraya la dedicación paciente y diaria del docente, que no se queda solo en impartir una lección, en corregir, en encontrar la mejor manera de comunicar el conocimiento y el amor por éste. También, radica en atender la integridad de la persona, en acompañarla y animarla. La sabiduría de Lazhar reside en su generosidad, en su sentido común frente a novedosas técnicas didácticas. En este aspecto, el film no apuesta por un estilo educativo concreto, sino por la intención genuina del maestro de sacar lo mejor de sus alumnos.
En este orden de ideas, el relato afronta con tino y, sobre todo, con honestidad, asuntos un tanto delicados. Es el caso del histerismo que lleva a evitar todo contacto físico entre profesores y alumnos, con el fin de evitar la más mínima sospecha de conductas impropias con los menores. Además, pone el foco en la necesaria sintonía que debe existir entre padres y maestros por el bien de la educación de los niños. Todo esto se cruza con pinceladas relativas cuestiones tan actuales como la globalización, desde el punto de vista de la integración, el terrorismo y el agitado ritmo de vida de nuestra sociedad, que muchas veces nos lleva a ser egoístas, a no ver las cosas en su justa dimensión, así como a pasar de puntillas por todo aquello que nos resulta desagradable.
El dolor y su superación, tema principal del film, se trata desde una perspectiva esperanzadora. Sus argumentos apuntan a la apertura hacia otros, incluso en un grado heroico, como las claves para salir adelante. La historia de Bashir Lazhar muestra como, a pesar de tragedias personales, es posible vivir, convivir y acompañar en el sufrimiento de una manera positiva y digna.
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Sinceramente no la recomiendo. Lenta, aburrida, sin ningún momento de gracia ni pena.