Una obra maestra de la ciencia ficción y los efectos 3D. A través de la angustiosa odisea de los dos astronautas protagonistas —maravillosamente interpretados — se articula una preciosa parábola sobre la fragilidad y la fortaleza humanas, el instinto de supervivencia, la capacidad de superación ante las adversidades y el sentido del sacrificio, abierta además a la trascendencia a través de sutiles detalles de ambientación.
ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET Título Original: Gravity. |
SINOPSIS
Ryan Stone es una ingeniera médica en su primera misión espacial, al mando del veterano astronauta Matt Kowalski. Sin embargo, en una misión aparentemente rutinaria la lanzadera se destruye, dejando a Stone y a Kowalski totalmente solos e incomunicados con el resto, girando en la oscuridad. El silencio ensordecedor les anuncia que han perdido toda conexión con la Tierra, y con ella toda posibilidad de que les rescaten. El miedo se convierte en pánico cuando cada bocanada va terminando con el poco oxígeno que les queda. La única manera posible de volver a casa es adentrarse en el espacio infinito y aterrador.
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CRÍTICAS
[Marta Gª Outón – Colaboradora de CinemaNet]
Después de la película de Stanley Kubrick, 2001, Una odisea en el espacio, no hemos disfrutado de una verdadera aventura espacial, puesto que Armageddon no fue más que espectáculo y Star Wars no es realmente un relato verídico de lo que se abre sobre el cielo.
Alfonso Cuarón invierte en un proyecto familiar con su hijo, Jonás Cuarón como guionista, que ha estado esperando para aparecer en pantalla hasta que el equipo consiguiera la cantidad y la calidad tecnológica necesaria. Y el resultado tras cuatro años de inversión ha sido espectacular, y más aún podemos apreciarlo con un 3D que de verdad merece la pena, porque resalta la brillante escenografía y fotografía del film.
La historia nos muestra un metraje de 90 minutos sobre la supervivencia de una mujer (Sandra Bullock) que lo ha perdido todo y ha sido arrojada al vacío espacial, siendo la última de su equipo, buscando el modo de regresar a la tierra. La experiencia subjetiva del público acompañando a esta astronauta en su aventura adrenalínica favorece que el espectador pueda convertirse en un personaje más y además, gracias al paso constante del plano secuencia (que imita el modo de rodaje de los documentales espaciales, donde no es posible el corte de plano) al punto de vista subjetivo, adentrándose en el traje espacial y dejándonos flotando sin sujeción en un vacío sin gravedad, de verdad logra transmitirnos lo que es estar en un lugar con un horizonte, un peso y una gravedad diferentes a los conocidos.
No obstante, lo apreciable del film, además de la espectacularidad de su fotografía y el gran trabajo técnico y de documentación que hay detrás, es el lenguaje narrativo que emplea y que ya supimos apreciar en otros largometrajes de este director mejicano (como Hijos de los hombres) a través de la introducción de reflexiones antropológicas de forma metafórica sobre el viaje de renacimiento de la protagonista (espectacular la reminiscencia al volver a nacer cuando vemos a Bullock flotando sin gravedad en la cabina cual feto dentro del útero de su madre unida a ella a través del cordón umbilical).
“Existe un miedo a la nueva generación de cineastas”, dice Alfonso Cuarón en la rueda de prensa del Festival de San Sebastián 2013, “pero el cine nuevo es más interesante que el cine anterior”, poniendo esperanza en un cine que quiebra las fronteras de los países y que une por su impulso generacional.
[Jerónimo José Martín – COPE]
Ryan Stone (Sandra Bullock) es una ingeniera médica en su primera misión en un transbordador espacial, al mando del veterano astronauta Matt Kowalski (George Clooney), que realiza su último vuelo antes de retirarse. La misión de Stone es instalar un nuevo sistema de escaneado al telescopio Hubble. Pero, por efecto de la basura generada por un satélite soviético obsoleto, la lanzadera se destruye, dejando a Stone y a Kowalski totalmente solos e incomunicados, girando en la oscuridad infinita. El miedo se convierte en pánico cuando cada bocanada va terminando con el poco oxígeno que les queda. El único modo de volver a casa es intentar llegar a la Estación Espacial Internacional (ISS) con los limitados propulsores de sus mochilas.
Tras dirigir películas de la talla de La princesita, Harry Potter y el prisionero de Azkabán e Hijos de los hombres, el cineasta mexicano Alfonso Cuarón ha estado siete años sin dirigir para atender a su hijo pequeño, Olmo Teodoro, que padece autismo. Ahora, ha regresado a lo grande con Gravity, una obra maestra de la ciencia ficción y los efectos 3D, que ha escrito con su hijo mediano, Jonás. A través de la angustiosa odisea de los dos astronautas protagonistas —maravillosamente interpretados por Sandra Bullock y George Clooney—, Cuarón articula una preciosa parábola sobre la fragilidad y la fortaleza humanas, el instinto de supervivencia, la capacidad de superación ante las adversidades y el sentido del sacrificio, abierta además a la trascendencia a través de sutiles detalles de ambientación —una estampa de San Cristóbal, una pequeña estatua de Buda…— y de una conmovedora declaración de la agnóstica ingeniera Stone ante su posible muerte inminente.
Todo ello lo expone Cuarón a través un esmerado tono hiperrealista, que suaviza la tragedia con inteligentes golpes de humor, y que sólo rompe en breves interludios oníricos, muy arriesgados pero eficaces y oxigenantes. En cuanto a la puesta en escena, sobresalen varios antológicos planos-secuencia, en los que la cámara danza a lo 2001. Una odisea en el espacio, y dotados de concisión y sustancialidad narrativa, una progresiva intensidad dramática y una belleza visual apabullante, en la que Cuarón aprovecha al máximo unos efectos estereoscópicos sencillamente impresionantes. Además, la magistral fotografía de Emmanuel Chivo Lubezki —¡qué uso de la profundidad de campo!— y la sensacional banda sonora de Steven Price refuerzan todavía más las fortísimas emociones que tal despliegue visual genera en el alucinado espectador, que se siente en todo momento con el corazón en un puño, tan perdido en el espacio como los personajes. Desde ya cabe afirmar que si Alfonso Cuarón y Sandra Bullock no compiten en los próximos Oscar será una injusticia manifiesta.
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