Película amable, entretenida y que, además, invita a reflexionar sobre la necesidad de buscar las propias raíces y no renunciar nunca a la cultura y las tradiciones de los padres, aunque se haya conseguido un nivel de vida superior.
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ESTRENO Título original: Né quelque part. |
SINOPSIS
Farid, joven francés de 26 años tiene que ir a Argelia para salvar la casa de su padre. Descubriendo así un país donde jamás ha puesto los pies, acaba conociendo a una galería de personajes sorprendentes donde el humor y la sencillez van a cambiarlo profundamente.
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CRÍTICAS
[Mª Ángeles Almacellas – CinemaNet]
Farid, un estudiante de derecho de 26 años, tiene que viajar a Argelia, donde nunca ha estado, para tratar de salvar la casa de su padre de ser expropiada y demolida. Pero Farid nunca ha estado en el país de su familia ni siente ninguna curiosidad, no habla árabe y lo único que le importa es regresar cuanto antes a Francia, la tierra donde nació y se ha criado y donde están todos sus intereses. Tiene urgencia por sus exámenes, para terminar su carrera, y tiene una novia rubia y francesa con la que está a punto de irse a vivir.
Paulatinamente, va descubriendo un país que, en cierto modo, es el suyo y una serie de personajes entrañables que le conmueven, y hasta llega a sentirse identificado con los lazos de familia. El dramático problema surge cuando un primo suyo, un ingenioso especulador que sueña con irse a Francia, le roba su documentación y lo deja a él sin modo de regresar.
La película está bien rodada y los intérpretes son buenos, pero el guión resulta bastante irregular y a veces deja al espectador un poco descolocado ante una historia que tiene de comedia y de drama. Sin embargo el resultado total es aceptable, y frente a escenas emotivas y hasta sobrecogedoras, con los desesperados que sueñan con huir a Francia, la tierra prometida, en busca de una vida mejor, hay momentos hilarantes, como las conversaciones por teléfono, con todo el mundo alrededor escuchando sin ningún disimulo y haciendo comentarios.
En suma, es una película amable, entretenida y que, además, invita a reflexionar sobre la necesidad de buscar las propias raíces y no renunciar nunca a la cultura y las tradiciones de los padres, aunque se haya conseguido un nivel de vida superior.
[Jerónimo José Martín – COPE]
Farid (Tewfik Jallab) es un estudiante de Derecho francés, de 26 años, que tiene que ir a Argelia para intentar evitar la expropiación de la casa de su padre (Benhaïssa Ahouari), que está gravemente enfermo. Farid jamás ha estado allí, ni habla árabe, pero va conociendo a unos entrañables personajes, cuya sencillez le cautiva profundamente. Los problemas surgen cuando el aguerrido joven se enfrenta a las autoridades locales y, sobre todo, cuando su primo (Jamel Debbouze), que se llama igual que él, le roba su documentación y huye con ella a Francia.
Apadrinado por el cómico Jamel Debbouze —en varios de cuyos espectáculos ha trabajado como director artístico—, el francés de origen argelino Mohamed Hamidi debuta brillantemente como guionista y director con esta película de claros tintes autobiográficos, que subraya la necesidad de no perder las propias raíces familiares, al tiempo que describe la tragedia de tantos inmigrantes ilegales. El guion es un tanto irregular, y no siempre integra bien la comedia y el drama. Pero está bien rodado e interpretado, mantiene siempre un tono amable y ofrece varias secuencias hilarantes y otras cuantas de gran emotividad.
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