En unos pocos cines españoles se ha estrenado El hijo pródigo, una versión actualizada y contemporánea de la parábola recogida en San Lucas en torno a un padre bueno y sus dos hijos.
ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET Título Original: A long way off |
SINOPSIS
Jacob está cansado de trabajar en la granja de su padre, se siente infravalorado y quiere desarrollar todo su potencial. Con ese objetivo en mente, pide a su padre en vida la parte de la herencia que le corresponde y emigra a otro lugar, donde comenzará a realizar una serie de inversiones para aumentar el dinero de que dispone.
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CRÍTICAS
[José Vicente Luján. Colaborador de Cinemanet]
La parábola del hijo pródigo -o del padre bueno-, ha dado pie a varias producciones cinematográficas y distintos libros que han hecho un estudio de la misma, y es que en dos simples páginas se encuentra contenidas la historia de tres personajes distintos con los que muchos nos podemos sentir identificados en diferentes momentos de nuestra vida. Por ese motivo, no resulta sorprendente una apuesta como la de El hijo prodigo (A long way off), que opta por trasladar la clásica historia al tiempo actual.
Aquí el hijo pródigo es Jacob, que trabaja en una granja, usa internet y cree que es capaz de conseguir mucho dinero si cuenta con el respaldo de la herencia de su padre. Por ese motivo pide su parte de la herencia, deja la casa paterna y se lanza a una nueva aventura en la que, como ya adivinamos desde un principio, acabará pagando un caro peaje.
En este viaje iniciático, el joven protagonista empieza haciendo alarde del dinero que tiene, realiza gastos superfluos, acude a discotecas, conoce a muchas mujeres y comienza a buscar negocios en los que invertir, mientras la granja de su padre atraviesa momentos difíciles. La historia ya la conocemos de sobra, no hay nada nuevo en ella, así que lo relevante es la forma en la que esta nos es contada, si resulta entretenida y el reparto cumple su trabajo.
Aquí lamentablemente el saldo es negativo, el director traslada muy bien la historia a nuestro tiempo, pero falta mayor convicción en las interpretaciones y no evita caer en los mismos lugares comunes que muchas producciones cinematográficas actuales. Así, el joven protagonista conoce a las malas compañías en locales de moda -¿no se conoce a gente poco conveniente en otros lugares?-, mientras que no hace mucho caso de una chica simpática y dulce que trabaja en un pequeño local y se preocupa verdaderamente por el. El que este interés amoroso trabaje en un pequeño local aparece en contraposición con los alardes de grandeza de Jacob, que intenta ganar el dinero por la vía fácil en vez de la más trabajosa y forzada de esta chica.
Sólo cuando lo ha perdido todo y la gente en la que el cree le empieza a dar la espalda, es cuando surge el deseo de volver a la casa paterna y comienza la verdadera película, porque es en la actuación del padre donde surge toda la emoción contenida, a través de simples escenas que recogen muy bien un momento impactante, como es la vuelta del hijo perdido y tantas veces esperado. El disgusto del hermano aparece también muy bien reflejado y el director se ha ocupado previamente de que este personaje se gane nuestra simpatía -ofrece parte de su herencia para sacar adelante la granja-, y nos muestra la conocida conversación entre el padre y el hermano mayor.
El hermano mayor quiere al pequeño, pero no le gusta cómo ha gestionado su vida, pero a la vez tampoco se da cuenta que él ha tenido al padre en todo momento a su lado y eso es una gracia incomparable. En definitiva, El hijo prodigo es una nueva actualización de la conocida parábola que se queda a medio camino en sus objetivos, pero que al menos intenta abordar la historia desde una nueva perspectiva y sabe reflejar muy bien los momentos clave, consiguiéndonos conmover, pero también sabiendo que esa historia daba para mucho más de lo que finalmente se nos ha mostrado.
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