El planteamiento de Infierno azul es relativamente sencillo: Nancy Adams (Blake Lively) es una joven surfista y estudiante de medicina en medio de una crisis vital. Viaja hasta una remota playa mexicana para surfear y pensar en su futuro y en su pasado. Su madre ha fallecido de cáncer y ella no sabe si continuar con la carrera. En uno de sus baños es atacada por un enorme tiburón blanco y se refugia en una roca, pero el animal la acecha constantemente. Ahora deberá encontrar un motivo para seguir viviendo y una manera de escapar de allí.
Desde que se estrenó Jaws (1975), el cine de tiburones cambió para siempre. Es una de las películas más influyentes de la historia y la respuesta indiscutible a la obsesión del ser humano con los tiburones, unos animales a los que se teme y admira por igual. Unos animales que en la imaginación popular son máquinas de matar perfectas, los dueños del mar. Nuestra competencia. La sombra de Jaws es alargada, y de este modo la mayoría de películas sobre tiburones se le han asemejado en forma: contenidos parecidos, estructuras semejantes, personajes inspirados en los de la original, etc. Con Infierno azul, sin embargo, nos encontramos ante una cinta que, consciente de este legado, lucha por innovar y por dar un contenido moral, vital y diferente a la historia.
Infierno azul trabaja diferentes temas a la vez. Por un lado, como decíamos, intenta desmarcarse de las películas de tiburones y modernizar el género. Hay una sola protagonista, a diferencia del arquetípico grupo de personas (amigos, familiares, vecinos…) que aparece habitualmente en las películas de tiburones. También se evita en la película que Nancy (Blake Lively) comparta protagonismo con nadie, explicando que la amiga que la acompañaba la ha dejado tirada porque está de resaca en el hotel, flirteando con el rollo de la noche anterior. Nancy está sola. Es ella y sus circunstancias.
Toda la película estará impregnada del clásico sentido de la lucha por la supervivencia del individuo que no acepta su destino. Se trata de la idea del Was mich nicht umbringt macht mich stärker: lo que no te mata te hace más fuerte. El origen literario de está máxima lo encontramos en El Crepúsculo de los Ídolos (1889) de Friedrich Nietzsche. Luchar, luchar y luchar. El que se cansa pierde.
La película también trata de innovar a través de la incorporación de la tecnología. En la película podemos ver una GoPro (cámara para grabar deportes) que resultará esencial en la resolución y desarrollo de la historia. En varias secuencias podemos ver a la protagonista usando Instagram y FaceTime para hablar con su amiga y familiares. Podemos ver la conversación en directo porque nos aparece superpuesta a los planos principales.
Pero más allá de diferenciarse del resto de películas de su género y de centrarse en el Was mich nicht umbringt macht mich stärker, el film nos habla de otra cosa. El corazón de la película no es el enfrentamiento con el tiburón. El corazón de la película es el Gnothi Seauton (Conócete a ti mismo) inscrito a martillo y cincel en la pronaos del Templo de Delfos. Traducido a lenguaje cinematográfico, podríamos considerar que se trata de un particular «coming of age», del paso a la madurez y a la vida adulta.
Toda la película gira en torno a este principio. Nancy está acabando su carrera, pero en el fondo aún no es una adulta. Aún no sabe quién es, qué quiere, quién la ama ni a quién ama, qué sentido tiene vivir. Pero el deseo de encontrar respuestas está en su corazón, y Nancy se dirige a esa playa donde surfeó su madre de joven para ver si descubre algo, para superar su crisis. Su exilio en la roca, otro tópico de la literatura universal, le servirá como lugar de reflexión. Llega una Nancy y se va otra.
No olvidemos que tiene un punto infantil que la protagonista abandone a su familia porque esté sufriendo una crisis vital y que se vaya con otra amiga a una playa aislada de un país peligroso como México. En esa playa vemos que Nancy se encuentra ante dos modelos de vida, encarnados en las dos conversaciones que mantiene a través del móvil: el de su amiga, que no cumple con sus compromisos y la deja tirada para irse de fiesta, y el de seguir adelante con su carrera y junto a su familia. El surf se convierte en una forma de vida (o de muerte…) que sirve como oportunidad a la protagonista para reconciliarse con ella misma y para aceptar su vocación.
Podemos sin duda interpretar que el tiburón es algo más. En efecto, este peligroso animal representa la crisis de la protagonista. Todo el cúmulo de dudas, culpa, sufrimiento e inmadurez que la consumen. Esa crisis la deja aislada y puede llegar a matarla. De hecho, hace daño a los de su alrededor (el resto de personas que se acercan al agua). Más adelante, hablaremos en más profundidad del tiburón y de su duelo con Nancy, pero en cualquier caso la lucha con el tiburón es la lucha con ella misma. Y la derrota -o no- del tiburón es la superación de la crisis.
La gaviota que está con ella atrapada en la roca tiene también un interesante trasfondo. Por un lado cumple el tradicional papel de amigo imaginario del hombre aislado, y que podemos ver en Cast Away (2000). Por otro lado, es un animal herido, como lo es Nancy. Ella usará los conocimientos de medicina obtenidos en la carrera de la que ahora reniega y los convertirá en algo real y bueno curándose a ella misma y al pájaro. La gaviota vuela y se pone a salvo en lo que podemos ver como un guiño a la escena final de Blade Runner (1980). La gaviota/paloma representaría, de algún modo, la libertad y el cambio definitivo de actitud de la protagonista. Otro argumento que refuerza que el núcleo de la película es la protagonista y su lucha interna es la escasez de escenas sangrientas, porque no interesa desviar al espectador del motivo principal.
El enfrentamiento entre animal y ser humano es el otro elemento principal, y más obvio, de la trama. La lucha de la protagonista con el tiburón adquiere tintes épicos en diversos momentos de la película, y está plagada de elementos literarios y culturales. Por ejemplo, nos remite a Alien (1979), donde también una aguerrida mujer ha de acabar haciendo frente en solitario a un monstruo, en mitad de la nada pero a la vez tan cerca de poder escapar. El antagonista de The Shallows se nos antoja como un personaje fascinante. A diferencia de la mayoría de tiburones de película, acabamos conociéndolo, acabamos vislumbrando su personalidad.
El duelo entre este poderoso tiburón y nuestra protagonista nos trae también reminiscencias de la brutal novela Moby Dick (1851), de Herman Melville. El cachalote Moby Dick, un animal humanizado en un sentido negativo (piensa como un hombre, siente como un hombre, mata como un hombre) que traba un combate personal con el Capitán Ahab. Esa persecución, que en el libro sucede a la inversa (es el animal el acosado), acaba con el capitán siendo arrastrado a las profundidades por el cachalote, un epílogo que también tiene elementos en común con el de la película.
La cinta no busca ser realista. No se ha consultado ningún libro sobre la etología del tiburón. No se ha consultado a ningún biólogo. Porque en el fondo, como decíamos, el escualo no pretende ser un animal salvaje hambriento, sino representar una crisis interior acosando al ser humano. Se trata de un personaje brutal, aunque sea puro (y brillantemente trabajado) CGI. El tiburón persigue exclusivamente a Nancy. Ataca a quien se le acerca, pero realmente sólo tiene ojos para ella. Nunca se aleja demasiado. Ataca en unas pocas pero intensísimas escenas. El animal está ligado a ella de manera antinatural y sobrenatural, como si hubiera hecho un juramento. Y el escualo tiene esta obsesión con ella porque es un símbolo, un personaje literario. No un mero animal.
Está especialmente lograda la secuencia de la boya (incluyendo el preámbulo), la tensión del momento y la fuerza de las imágenes, el poder de un tiburón que es en realidad un monstruo legendario. El miedo interno que todos tenemos. En el momento culminante de la cinta, el tiburón emerge envuelto en llamas, alcanzado por una de las bengalas que le dispara Nancy. Es el Demonio, el Leviatán surgido de las profundidades de nuestro ser que golpea nuestro consciente, la superficie, con la intención de devorar nuestra alma. De ahí el título original de la película. Un Gran Blanco ha apuntado a un pequeño blanco: Nancy. Hasta que la muerte los separe…
A nivel cinematográfico, la película no resulta tan rica, pero hay varios elementos que podemos destacar. Por un lado, el constante suspense que se mantiene a lo largo de la cinta, con las típicas secuencias en las que la protagonista está en el agua y puede estar a punto de ser atacada por el tiburón. Las escenas de acción están también muy logradas. Podríamos destacar los momentos en los que hay surfeo, así como los momentos en los que ella huye del tiburón o combate con él. El primer choque de relevancia entre la protagonista y el Gran Blanco tiene lugar cuando ella se pone a salvo encima de una ballena muerta y el animal arremete con una brutal fuerza contra ella.
La música, sin embargo, está muy mal explotada en la cinta. Pasa totalmente desapercibida, cosa que la diferencia, y para mal, de Jaws. En los momentos de tensión la banda sonora cumple los requisitos mínimos, pero no está ligada a la trama. Es un añadido que no acaba de potenciar el mensaje del film. Una lástima. Es cierto que la película no tiene grandes aspiraciones, y que busca principalmente entretener al público sin renunciar, eso sí, a un interesante enfoque humano.
Por último, habría que destacar que, en contraste con el resto de la filmografía de Jaume Collet-Serra, en The Shallows predomina el CGI. La película se rodó en un tanque de agua cerrado con paredes de croma azul. Se rodaron escenas en lugares reales de Nueva Gales del Sur y Lord Howe Island (Australia), pero solo sirven para disimular los efectos especiales. El tiburón es también digital. Y en el aspecto técnico es esto, precisamente, lo que resulta más destacable: la perfección con la que está recreado el paisaje tropical, que es realmente impresionante, así como el realismo del mar, de la naturaleza, del tiburón y de los efectos meteorológicos. La gaviota con la que interactúa Nancy es un animal real que el equipo consiguió medio domesticar.
En fin. Nos encontramos ante una película que quiere distanciarse de su género aplicando ideas innovadoras. No es un film pretencioso, gracias a Dios, y pese a todo tiene más contenido del que podría esperarse de una película de verano sobre una mujer que lucha por sobrevivir a un ataque tiburón. Es más que eso. Es en realidad la lucha interna entre un ser humano y sus miedos. Entre la vocación de un ser humano y su crisis de valores. Puede que consideren que esta película no da para tanto. Mírenla y juzguen ustedes mismos.