«The Damned United» es la adaptación de la novela homónima de David Peace, una bella historia sobre el éxito y el perdón en la vida de una estrella del fútbol. Deporte y cine se vuelven a unir para darnos una nueva lección.
[Jaime A. Pérez Laporta – Colaborador de Cinemanet]
Hace unos años, tuvimos en España un intenso debate, casi antropológico, en el mundo del futbol. Dos entrenadores rivales, Guardiola y Mourinho, suponían una antítesis de estilos de juego, pero también una antítesis de formas de ser: uno era humilde, a veces en exceso, y perseguía de forma obsesiva el buen juego; el otro era arrogante, pero convincente, y perseguía hasta el fin la victoria. Estos han sido el Sócrates y el Protágoras del fútbol moderno.
Con sus carreras nos demostraron que no sólo el fútbol puro (el que sólo habla de tácticas, de movimientos, de la pelota y el gol), sino también lo que lo rodea puede ser algo profundo e ir más allá del estridente peinado o el nuevo coche de tal o cual estrella. Era una guerra de formas de vida, de personalidades, de virtudes y defectos, y de todo lo que el resto de mortales somos capaces de entender en nuestro día a día.
Habrá algunos que desconfíen de la humildad de Guardiola, o estén hartos de su obsesión. Aviso para navegantes: no vengo a desprestigiarle, les habla un auténtico fan del técnico de Santpedor. Pero lo cierto es que Mourinho generó más odios con su arrogancia insoportable (todavía lo es) para el rival y, en cambio, sus seguidores no son pocos.
Es algo extraordinario: a pesar de exigir la bondad en los que nos rodean, nos encanta el personaje mediático desafiante que sale vencedor de todo duelo con la cabeza bien alta. House, Holmes, Picasso, Nietzsche, Napoleón, Barbaroja y Mourinho son personajes fascinantes para el público que casi siempre olvida que como vecinos serían insoportables.
No en vano, el fútbol nos lo recordó con Mourinho, aunque el cine ya nos había revelado el motivo de esa fascinación. Y no, no estoy hablando de la película «Goal» o de todos esos biopics sobre grandes estrellas como Pelé, Beckham o Ronaldo. Eso sí que es carne de cañón para los críticos. Estoy hablando de una película que nació de un best-seller que a su vez nació de una gran historia real en el mundo del fútbol.
A principios de los años sesenta, se lesionó un prometedor delantero del fútbol inglés: Brian Clough. Su carrera estaba acabada, no podría volver a jugar nunca más. Más tarde, se convirtió en uno de los entrenadores de fútbol más gloriosos de la Liga Inglesa y de la Copa de Europa. En la película «The damned United», se cuenta una parte de su historia no tan brillante.
Brian Clough, en una primera etapa de entrenador, logró grandes éxitos en el equipo Derby County: él lo llevó a primera división, a ganar liga, copa, y a punto de ser campeones de Europa. Finalmente, por problemas con la directiva acabó fichando por el equipo rival, el Leeds United. Las penurias que pasa a partir de ese momento son conocidas por los británicos más mayores, pero, ¿quién iba a pensar que de ahí se podría sacar una gran película?
Clough, exitoso entrenador, era una persona vivaz, inteligente y, sobre todo, perseverante. Ganaba con equipos de menor calidad, con jugadores que apenas tenían nombre hasta que él los convertía en suyos. Era un ser excepcional y, por eso, era también arrogante, arriesgado y desafiante en cualquier circunstancia. Un personaje así, en el mundo del fútbol, es muy beneficioso porque, de repente, dejan de importar los millones, los peinados, o incluso los goles y salen a flote vicios y virtudes comprensibles para cualquiera.
La película «The Damned United» se estructura a partir de este personaje tan complejo, encarnado por un encantador Michael Sheen, que nos arrastra a pensar sobre el éxito y las relaciones humanas: el entrenador que consigue tantos triunfos, ¿cómo actuará con su familia?, ¿cómo actúa con sus subordinados, con sus ´futbolistas, cuando la masa le aclama y reconoce en él todo el mérito? y ¿que hará cuando todo el éxito se desmorone?
Este filme de 2009 trata de estos temas tan maravillosos que de otra manera, con un personaje más bondadoso, sería imposible. Quizá nos encanten los genios arrogantes porque en ellos vemos una apetecible autosuficiencia y, por un momento, soñamos que también nosotros somos superhombres. Por eso suelen ser grandes figuras, mitificadas y mediatizadas, lejos de nuestra realidad rutinaria y miserable.
Aunque nos hagamos ilusiones, las derrotas personales son inevitables para todos y, cuando eso sucede con grandes personalidades, es muy aleccionador observar su actitud de superación porque cuando un ser humano pierde, la humildad es necesaria, sea cuál sea el tamaño de su ego. En ese momento ya está justificada nuestra expectación: es más interesante la salvación de quien dijo no necesitarla.
Como una estrella más brillante que el resto, en la película reluce más que cualquier otra, la relación de amistad con su ayudante, Peter Taylor, papel que representa Timothy Spall con credibilidad. Brian Clough lo tuvo todo a nivel profesional y a un hombre tan gigante como él sólo podía hacerle reflexionar un amigo como Peter, escondido en la sombra, con fidelidad y humildad.
Por una vez, el fútbol ya no es superficial, por una vez se nos descubren las personas que están detrás de esas máscaras de dioses que les colocan los fans y que a veces les resquebrajan por dentro. Y sabemos que hay humanos detrás de un balón gracias al cine, gracias a esta película para deportistas, perfecta para empezar bien el año.