Betty Anne Waters, estrenada como Conviction en Estados Unidos, es una película basada en una historia real que ocurrió en el estado de Massachussets en los años 80.
Un joven, de nombre Kenny Waters (Sam Rockwell) es acusado de asesinato y condenado a cadena perpetua (en el estado de Massachussets no existe la pena de muerte). Su hermana Betty Anne Waters (Hilary Swank), una camarera sin estudios, cree firmemente en su inocencia. Ante la imposibilidad de pagar un buen abogado y las nulas expectativas de revisión de condena, Betty Anne decide estudiar derecho para convertirse en la abogada de su hermano.
Y aquí es donde empieza el sacrificio de una joven que lo dará todo por demostrar que su hermano es inocente. Dedicar toda una vida a estudiar derecho, aprobar la carrera, conseguir que se reabra el caso, conseguir nuevas pruebas, lograr que un juez escuche… La cadena perpetua no es sólo para el condenado. Su entorno también la sufre.
BettyAnne estaba casada y tenía dos hijos cuando acusaron a Kenny. Dedicar su vida a demostrar la inocencia de su hermano implica una constancia y una perseverancia dignas de una heroína. Pero también implica sacrificio y mucha paciencia. Dejar a un lado su vida, su marido y la crianza de sus hijos para volcarse en un caso que sólo le importa a ella, también la condena. Porque el resto de la sociedad se desentiende del destino de un condenado por asesinato. Aunque sea inocente, si ello supone sacrificar tu propia vida.
La película también muestra el trabajo de la organización The innocent Project, que se dedica a demostrar la inocencia de muchos convictos acusados de forma errónea por el sistema judicial de Estados Unidos, basándose en pruebas de ADN. La espera para atender un caso por esta organización es de más de un año. Y para ello deben existir pruebas de ADN. Un inciso en el film que deja al descubierto el mal funcionamiento del sistema judicial del país americano.
Hay quien compara esta historia con la de Erin Brockovich. En mi opinión, son diferentes. Al fin y al cabo la tarea de Erin Brockovich estaba dentro de su entorno laboral, mientras que la de Betty Anne Waters nace de los lazos que la unen con su hermano. En este caso el sacrificio es mucho mayor.
La verdadera Betty Anne Waters colaboró en la realización de la película en el año 2010. El verdadero Kenny Waters no pudo hacerlo. En 2001, tan sólo seis meses después de salir en libertad, tras haber pasado 18 años en prisión, sufrió un accidente que le costó la vida. Un detalle que no aparece en sus créditos de cierre.
La narrativa de Betty Anne Waters, dirigida por Tony Goldwyn (quien interpreta al malvado Carl Bruner de la mítica Ghost), es sencilla y calmada. Se trata de una película tranquila, de alma serena, como la de la protagonista, sin más pretensiones que las de explicar una triste historia donde el esfuerzo tiene su recompensa.