Falcon y el Soldado de Invierno (Miniserie)

Gabriel Sales

Periodista y especialista en Comunicación y Branding digital. Cinéfilo y crítico de cine y series de televisión.

Una de las grandes críticas hechas sobre el MCU durante la última década ha sido la falta real de profundidad en sus películas. Como macroproyecto cinematográfico no tiene comparación, es sin duda el de mayor talla a nivel mundial e histórico. Sin embargo, ese marcado tono cómico, unido a la liviandad propia a sus historias, ha hecho que nunca destacase por ofrecer mayor fondo que el obvio.

Son productos como Bruja Escarlata y Visión o Falcon y el Soldado de Invierno los que, con un formato más pausado, proponen elementos de reflexión más interesantes que los de la línea principal. Con un corte moderno, teniendo en cuenta la polarización actual, la serie que nos ocupa rasca la superficialidad impuesta sobre aspectos como la guerra y sus víctimas, las entidades de poder, la opresión a los inocentes, e incluso si el fin justifica los medios. Sin dejar de lado el acento en el humor  que caracteriza a Marvel, el desarrollo de las tramas juega con acierto con distintos tonos.

Evidentemente, la parte que más sobresale es la de las escenas de acción y los efectos visuales. Con una inversión menor, Disney + ha logrado sostener el impacto de esta obra a la altura de sus producciones predecesoras. No hay aparentes fallos y todos las piezas fluyen hacia el mismo puerto.

Al propósito general de conquistar al televidente ayudan, en gran manera, las actuaciones de Mackie y Stan. Es cierto que como dúo no terminan de explotar como se podía esperar, pero esa relación tan particular sí añade sabor a una historia prometedora. A este repertorio se suma un Daniel Brühl siempre acertado y que muestra la genialidad que posee tanto en cuanto el género lo permite.