Hay movimiento en casa de los Hirayama. Se airean los futones, se redistribuyen los muebles de las habitaciones, se prepara un festín para la cena. No es para menos: ese día van a llegar los abuelos, que vienen a pasar unos días a la gran urbe de Tokio. El plan original es pasar unos días en familia, como antaño, saber de la vida de sus hijos y descubrir como ha cambiado la ciudad. Pero la ajetreada vida de sus hijos no se lo pondrá fácil a esta pareja de ancianos.
La película de Yoji Namada, una autentica institución del cine japonés, nos propone esta revisión de Cuentos de Tokio (una película de 1953), y el resultado es una obra que nos puede llamar la atención por diferentes razones. Los personajes, magníficamente interpretados por el elenco principal, están maravillosamente escritos. No te hacen falta muchos detalles para que te dé la sensación de que los conoces de toda la vida. Cuestión aparte es como el director, con una historia que trata principalmente la cotidianeidad, consigue que al final de sus mas de dos horas de duración la trama no solo no se haga pesada, sino que te deje con ganas de profundizar más en la vida de los personajes.
El espectador va a conectar inmediatamente con la película. Aunque claramente hay una perspectiva de lo que significa la familia en Japón, nos encontramos con cuestiones universales en cuanto a la evolución de las relaciones familiares se refiere. La indiferencia a la que puede llevar la distancia y el paso de los años, las expectativas incumplidas, la preocupación por el porvenir de los hijos, la inclusión de un nuevo miembro en la familia, la soledad de la ancianidad. Todos estos temas son tratados con suma delicadeza y aun así con dura realidad en la producción nipona.
Una familia de Tokio es una película totalmente recomendable para ver en familia. Nos sirve de reflexión y de recuerdo sobre lo que es verdaderamente importante en la familia, la seguridad de que hay alguien que nos quiera y a la que instintivamente queremos. Un film que vale la pena revisitar de vez en cuando y por supuesto con la que disfrutar.
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