Es indudable que la serie Narcos ha sido durante varios años uno de los buques insignia de Netflix. Especialmente en las temporadas donde el personaje de Pablo Escobar fue el protagonista indiscutible, Narcos acaparó titulares de prensa, críticas de todo tipo, campañas publicitarias de gran impacto, se situó en los top anuales de series más vistas… en definitiva, ocurrió lo que una plataforma de entretenimiento desea para cualquiera de sus productos: que esté en boca de todo el mundo y, sobre todo, que genere mucho dinero.
Los productores de Narcos tuvieron olfato y dieron con la tecla; empezaron recreando la historia y el contexto de una de las figuras más conocidas de Colombia en el mundo, el narcotraficante Pablo Escobar. Con su muerte en la serie, las sucesivas temporadas desplazaron el tablero de juego del cártel de Medellín al de Cali, y de ahí dieron el salto a los cárteles mexicanos. Y siempre con una acción y un ritmo trepidantes.
Además, lo que ellos buscaban con la serie no era tanto centrarse en personajes en concreto, sino en plasmar la historia del narcotráfico en Sudamérica. Ahora bien, seamos claros, en el salto de Colombia a México, la serie se ha dejado carisma por el camino; a nadie se le escapa que Miguel Ángel Félix Gallardo o Amado Carrillo Fuentes no resultan tan bien en pantalla como Pablo Escobar, y parece que la serie Narcos va perdiendo fuelle temporada tras temporada.
No obstante, ¿hay algo verdaderamente rescatable de esta serie, al margen de la violencia y del famoso “plata o plomo” de Pablo Escobar? Para muchos, Narcos es un contraejemplo absoluto, y no seremos nosotros quienes llevemos la contraria a esta afirmación, pero muchas veces los negativos nos ayudan a tener una perspectiva más adecuada de la realidad.
Pablo Escobar y tantos otros se muestran implacables en su forma de dirigir los negocios. No hay margen para los sentimientos o la misericordia, palabras que, en su código de conducta, son signo de debilidad. Los narcos aplican el famoso dicho de “el fin justifica los medios”, a toda costa y caiga quien caiga.
Las relaciones de todos ellos están basadas en la desconfianza. Cualquiera puede ser un traidor a la causa del narco, y ya sabemos que la traición se paga muy cara. La consecuencia de esas relaciones desconfiadas es que es imposible construir nada a largo plazo ni duradero. La desconfianza va llevando a nuestros narcos a la soledad más absoluta.
Además, el prójimo es visto como un mero instrumento que es útil mientras tenga algo que aportar. Pero en cuanto deja de ser útil, es inmediatamente descartado. No se puede fallar; la maquinaria de los narcos tiene que estar perfectamente engrasada, y el fallo es castigado de la forma más cruel. Pocas veces hay segundas oportunidades, y la vida no tiene ningún valor.
Nuestros narcos se adentran en una realidad con efectos tan negativos, que llega un momento en que es imposible dar marcha atrás; ni ellos se ven con fuerzas ni el negocio se lo permite. Se convierten en esclavos sin posibilidad de redención, abocados a una huída hacia delante permanente hasta que llegue la cárcel o la muerte. Narcos es una serie que muestra claramente la completa deshumanización del hombre.
Pero, en medio de este panorama tan desolador, brilla algún rayo de esperanza. Y es que, en todos ellos, de una u otra forma, hay un sentimiento arraigado de familia; a su manera imperfecta, en medio del caos, hay un lugar para los suyos, para protegerlos pero también para acudir a ellos, a modo de refugio en medio de las dificultades.
Resumiendo, en Narcos la familia es más importante de lo que pudiera parecer. Genera en los protagonistas sentimientos de generosidad y ternura, sus vidas son sagradas, intentan ahorrarles el sufrimiento que ellos mismos han generado e, incluso, son la última baza que tienen para poder salir de la espiral de violencia en que están inmersos. Nuestros narcos están dominados por la deshumanización y su arraigo familiar puede ser imperfecto, torpe y lleno de fallos, pero está. En el fondo, la familia de verdad es la que importa, no la “famiglia” de los negocios.