Los Premios Oscar son los galardones más importantes de la industria cinematográfica mundial. Sin embargo, la mayoría de los espectadores de cine ignoran las películas que lo reciben. En 2005, el conductor de los premios, el famoso comediante Chris Rock se permitió sacar las cámaras y hacer entrevistas al público que entraba a una sala de cine… Ninguno de ellos había oído hablar siquiera de las películas nominadas. Entonces se puede preguntar seriamente: ¿A quién le interesan?
La respuesta es simple: a los integrantes de una de las mayores industrias del mundo, la cinematográfica. Productores -grandes y pequeños-, directores, guionistas, músicos, editores y, por supuesto, los actores y actrices que enarbolan esa preciada estatuilla que les permitirá seguir desplegando su arte. Ha habido casos en los que el Oscar sepultó carreras; la más reciente, la de Gwyneth Paltrow que fue premiada como Mejor Actriz en 1999 por Shakespeare In Love, del director inglés John Madden, y no volvió a tener repercusión ninguno de sus trabajos posteriores.
Este año, en la ceremonia que se realizará el 27 de marzo en el Dolby Theatre de Los Ángeles se presentarán grandes películas. Excelentes muchas de ellas, otras no tanto, pero a todas las seleccionó la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood y las premiará como las más representativas de la producción de los años 2021 y 2022.
Antes del evento se entregaron los premios Globos de Oro, los SAG del sindicato de actores y los británicos BAFTA, por nombrar algunos de los más prestigiosos galardones. Las ultimas ceremonias de los Oscar fueron tan aburridas y extensas, porque cada premiado agradece sin sentido a sus amigos y parientes, desconocidos para el público en general e inclusive para los críticos que cubren el evento. Lo más entretenido de la noche es sin lugar a dudas -y aunque suene pedante- dedicarse a la comunicación por Twitter, lo que abarca desde la ropa de cada estrella a lo más serio que es el desempeño profesional.
Este año, además, la devastadora guerra en Ucrania perpetrada por Rusia será seguramente el tema de la noche. Recordamos que en años anteriores fue tal la repercusión que tuvo el movimiento #Metoo, que hizo su debut en la entrega de los Globos de Oro y surgió como protesta frente a los abusos indebidos y aberrantes que cometieron algunos integrantes de esta fábrica de fantasía que mueve muchos millones de dólares.
En efecto, en esa ceremonia se presentaron todas las actrices y algunos actores vestidos de negro de pies a cabeza, luciendo un “pin” con esa consigna para mostrar su repudio a tales hechos denunciados con nombre y apellido y que fueron rápidamente masacrados por la prensa y en el caso del otrora súper poderoso productor Harvey Weinstein, expulsado como miembro de la Academia y perdiendo su propia compañía.
En la misma ceremonia, cada una de las actrices ganadoras se mandó su parlamento y reclamaron por sus salarios, mucho más bajos que los de sus pares varones. Fueron aplaudidas de pie, pero este tema en particular es un viejo reclamo que se viene realizando en el medio sin mayores resultados.
Otro tema candente en EE.UU. es lo que llaman “la supremacía blanca”, es decir que los blancos ocupan los puestos más importantes en las empresas y por ende en la cinematografía.
El tema que más importa a los organizadores de la gala es la gran disminución de audiencia que se registró el año pasado, especialmente en los jóvenes. Siguen probando conductores, pero no cambian el formato. Este año, los premios técnicos -Mejor Fotografía, Mejor Escenografía, Mejores Efectos Visuales…- se iban a entregar antes, en una ceremonia aparte. No obstante, la presión de los productores pudo más y será el mismo día, aunque más temprano y grabado con anterioridad.
Las conductoras serán las comediantes Regina Hall, Amy Schumer y Wanda Sykes, un colorido grupo de actrices que esperemos levanten el rating y nos diviertan a todos. Es prematuro seguir adivinando los próximos ganadores, aunque algunos ya vienen cantados por los premios que recibieron en las galas anteriores, sin embargo el Oscar, tiene un poder tan peculiar que despierta en los cinéfilos una pasión casi obsesiva.
Tal vez este año el Oscar importe porque pone en juego su prestigio. Además cumple noventa y cuatro gloriosos años reconociendo el talento de muchos grandes hacedores de películas que nos hicieron reír, llorar, emocionar y -¿por qué no?- también soñar con un mundo mejor.