La fuente de la eterna juventud | Una película de aventuras para toda la familia

Miguel Soria

Licenciado en Comunicación Audiovisual por la UCM, Máster COPE de Radio y Televisión; crítico de cine en Pantalla90 y responsable de la sección de videojuegos en Aceprensa; director y presentador del pódcast 'Enciende el mando'

La filmografía de Guy Ritchie es, cuanto menos, variada: desde títulos alocados como Lock & Stock (1998) o Snatch. Cerdos y diamantes (2000) a otros también alocados con corte clásico como Sherlock Holmes y secuela (2009 y 2011 respectivamente), pasando por la versión de imagen real y apta para toda la familia de Aladdín (2019) o la muy divertida película de espías Operación U.N.C.L.E. (2015). Ahora decide retomar el cine familiar con La fuente de la eterna juventud, lo que hace con buen tino y ritmo trepidante.

Dos hermanos distanciados (John Krasinski y Natalie Portman) se asocian en un gran golpe a escala global para encontrar la mitológica fuente de la juventud. Tendrán que usar sus conocimientos de historia para seguir pistas en una aventura épica que cambiará sus vidas… y que puede que les otorgue la inmortalidad.

Lo cierto es que hacer esta crítica sin reconocer la gigantesca influencia del cine de aventuras de Indiana Jones es imposible ya que, permítaseme la broma sobre fuentes, bebe directamente de él (la motivación central es calcada a la base de Indiana Jones y la última cruzada (1989), obra maestra del cine aventurero y, sin duda, la mejor de la pentalogía). Sin embargo está la peculiar diferencia de que el protagonista, un estupendo John Krasinski (que además realiza un meritorio trabajo físico), no es el doctor Jones que busca devolver objetos míticos a un museo, sino un joven aventurero que quiere encontrar la fuente de la eterna juventud para… no vamos a desvelarlo.

En todo caso el ansia de aventuras está ahí y Ritchie se lo pasa en grande llevándonos por distintas partes del mundo y dirigiendo secuencias de persecuciones, algunos tiroteos y peleas bien coreografiadas. A ello ayudan unos coprotagonistas muy metidos en sus papeles, a saber, Natalie Portman y Elza González. Todos juntos lo han disfrutado y lo transmiten a cada minuto que pasa. Hay momentos especialmente llamativos como la que implica a las Pirámides de Egipto y una secuencia musical realmente original.

Así que tenemos una ‘buddy movie’ mezclada con aventuras, solo que en este caso los protagonistas antagónicos son dos hermanos que, con motivos distintos, buscan lo mismo, que resulta ser una mera excusa para que trabajen para solucionar sus diferencias y, tal vez, aprender algo sobre lo que realmente importa en la vida: la familia. Una pena, eso sí, que se dé una visión tan pobre del matrimonio y, en consonancia con los tiempos que corren, el guionista James Vanderbilt sucumba a un feminismo que le empuje a pintar al exmarido como un sujeto sin sentimientos ni capaz de ser fiel a su cónyuge.

Por fortuna no quita que haya mensajes positivos sobre la fraternidad entre hermanos y el amor entre madre e hijo, junto con consejos sobre el ansia de poseer riquezas que, en realidad, no van a satisfacer nuestra alma. Quizás se podría haber profundizado un poco más en los extraños sueños que tiene el protagonista y en la organización secreta a la que pertenece un personaje ya que todo eso queda muy desdibujado y desaprovechado. Lo compensa el abundante humor blanco con algunas bromas muy logradas. También llama la atención y está muy bien la abundante iconografía y obra religiosa que se menciona y se muestra, aceptando la realidad como es: no se puede entender la historia de la humanidad sin la religión, concretamente la cristiana católica.

Así que Guy Ritchie logra 125 minutos en los que la acción no decae en ningún momento. Obliga a suspender la credibilidad por completo pero la recompensa es un divertimento apto para toda la familia que merece un visionado en una pantalla grande, sonido envolvente y muchas palomitas.