Título Original:Iron Man 2 |
SINOPSIS
El mundo sabe que el multimillonario Tony Stark es Iron Man, el superhéroe enmascarado. Sometido a presiones por parte del gobierno, la prensa y la opinión pública para que comparta su tecnología con el ejército, Tony es reacio de desvelar los secretos de la armadura de Iron Man porque teme que esta información pueda caer en manos indeseables. Con Pepper Potts y James Rhodes a su lado, Tony forja alianzas nuevas y se enfrenta a nuevas y poderosas fuerzas.
¡Debate esta película en nuestros foros!
CRÍTICAS
[Ramón Ramos, Colaborador de CinemaNet]
Vuelve el Hombre de Hierro
Dos años después de Iron Man vuelve Robert Downey Jr. a enfundarse en la piel del industrial extravagante Tony Stark y su armadura en Iron Man 2 (Jon Favreau, 2010). En esta ocasión el héroe debe enfrentarse a los efectos secundarios provocados por el reactor en miniatura que le mantiene con vida y alimenta el traje metálico cuando lo utiliza. Por otra parte el gobierno de los Estados Unidos pretende arrebatarle su “juguete” tecnológico en aras de la seguridad nacional, y finalmente el desequilibrado hijo de un científico ruso, antiguo colaborador de Industrias Stark, ha desarrollado una tecnología similar a la de Tony y busca venganza por la desgracia en que cayó su familia.
Por otra parte se ahonda en la relación de Tony con su padre y su legado, así como se avanza en el reclutamiento de Iron Man por Nick Furia, interpretado por Samuel L. Jackson, para formar parte de Los Vengadores, el gran proyecto de Marvel Studios anunciado para 2012. Al final de los créditos en la primera parte se podía ver a Furia visitando a Stark para proponerle su incorporación al grupo de superhéroes, y en El increíble Hulk, el propio Downey hace un cameo para enlazar también esa película. Marvel hace adaptaciones de sus personajes por separado y va dando pistas sobre la gran película de Los Vengadores de forma que al final todas queden ligadas entre sí.
Downey, al que ya vimos a principios de año en Sherlock Holmes con un registro de personaje similar, sigue emanando carisma en la pantalla interpretando por segunda vez al Hombre de Hierro. Mickey Rourke encarna al villano de la función de forma muy convincente, incluso a veces resulta desagradable de tanta convicción. También a Rourke lo veremos este año en otra action movie, será el próximo verano en The expendables, la reunión de actioners orquestada por Stallone. Don Cheadle sustituye a Terrence Howard en el papel del oficial Jim Rhodes, amigo de Tony Stark. Cumple bien su cometido pero quizá a Howard se le veía más cómodo en el papel y tenía más química con Downey, al menos en apariencia. Gwyneth Paltrow vuelve a interpretar diligentemente el rol de Pepper Potts, la eficiente secretaria del multimillonario, y el director del film Jon Favreau se reserva de nuevo para sí mismo el personaje del chófer de Stark, si bien en esta secuela se luce algo más que en la primera entrega. Nuevo fichaje con Scarlett Johansson para introducir a otro personaje de Los Vengadores.
Los efectos especiales son espectaculares, y la película en general es muy entretenida. No es un festival de pirotecnia continua y gratuita, como podría haber sido, sino que tiene historia, personajes desarrollados y la acción correctamente dosificada. El guión está bien, ni muy flojo ni tampoco sobresaliente, y la banda sonora con temas de AC/DC le da mucha marcha al conjunto de la película. Una secuela muy digna para una película que sorprendió muy gratamente hace dos años.
[Jerónimo José Martín, COPE]
Tanto en los cómics como en el cine, las aventuras de superhéroes suelen distinguir entre los personajes que poseen un don especial —con superpoderes ajenos a su voluntad, que deben aprender a manejar con el fin de hacer el bien— y aquellos otros sin cualidades paranormales, pero que las consiguen a través de sus amplios conocimientos científicos. Este enfoque quedó magistralmente sintetizado en la película de Pixar Los Increíbles, de Brad Bird, en la que la familia protagonista —compuesta por superhéroes en sentido estricto— se enfrentaba al malvado Síndrome, que había desarrollado sus poderes a través de la ingeniería. Un duelo memorable que permitía confrontar lo místico o esotérico con lo científico o tecnológico, y revisar de paso el mito del progreso, con sus luces y sombras.
Ese pulso está presente también en las sagas fantásticas Superman, X-Men, Hellboy, Ghost Rider, Spawn…, y mucho menos en otras, como Hulk, Spider-Man, Los Cuatro Fantásticos, Darkman… En esta última categoría más cientifista hay que encuadrar a Iron Man, personaje creado en 1963 para los comics Marvel por Stan Lee, Jack Kirby y Don Heck, que se inspiraron en Howard Hughes, el extravagante millonario, aviador y cineasta. Tras varias adaptaciones televisivas, su primera gran aventura fílmica logró en 2008 un gran éxito, cambiando el contexto de la historia original. Si los cómics se ambientaban durante la Guerra de Vietnam, la película del actor-director neoyorquino Jon Favreau (Elf o Zathura, una aventura espacial) actualizó la acción, desarrollándola en la actualidad. Ahora, el propio Favreau da continuidad a la franquicia.
Esta vez, la frívola existencia del vanidoso y multimillonario ingeniero Tony Stark —que se ha hecho universalmente famoso— se complica cuando una parte del Gobierno, la prensa y la opinión pública de Estados Unidos exigen control sobre la sofisticada armadura que le convierte en Iron Man, con blindaje impenetrable, armas de todo género y capacidad de volar. Según ellos, esa tecnología debería estar a disposición del ejército. Pero Stark se niega a entregársela, pues teme que la emplee mal algún desalmado, como Justin Hammer, su principal competidor en la élite de la industria del armamento. En pleno debate político y social, irrumpe en escena un hiperviolento y vengativo ingeniero ruso, Ivan Vanko, que se convierte en el supervillano Whiplash a través de una armadura similar a la de Iron Man.
Favreau pone todos los medios para intentar repetir el éxito de la primera entrega de la saga. Un afán que le lleva a exprimir al máximo la fórmula básica del cómic y a potenciar notablemente su crítica a la paranoia armamentística, mostrada en escenas de acción muy espectaculares. Además, apunta la posibilidad de dar el salto a una adaptación de Los Vengadores al dar más minutos al personaje de Nick Furia —encarnado por Samuel L. Jackson con su eficacia habitual— y al introducir en la acción a la impresionante karateka Natasha Romanoff, la Viuda Negra, interpretada por Scarlett Johansson con un vigor sorprendente. Estas novedades aportan frescura y agilidad a la acción, ya de por sí trepidante.
De todas formas, el guión es demasiado previsible y superficial —más que el de la primera entrega—, de modo que la película nunca se eleva por encima de su condición de carísimo entretenimiento, bien rodado e interpretado, pero que seguramente no pasará a los anales del género.
¡Debate esta película en nuestros foros!