Título original: Le petit Nicolas. |
SINOPSIS
Nicolás lleva una pacífica existencia. Tiene unos padres que le quieren, una pandilla de amigos fantásticos con los que jugar, y ninguna gana de que eso cambie. Pero un día Nicolás escucha una conversación entre sus padres que le lleva a creer que su madre espera un bebé. Le entra el pánico y espera lo peor: ¡un hermano pequeño! Los padres de Nicolás ya no tendrán tiempo para él. Quizá incluso le abandonen en el bosque como al pequeño Pulgarcito. Para escapar de ese desastroso destino, Nicolás se embarca en una campaña a gran escala para hacerse indispensable para sus padres. Pero de tanto esforzarse, solo consigue acumular error tras error y provocar su enfado. Desesperado, decide cambiar de táctica. Después de todo, el estaba primero, no tiene porque irse. Es el bebé el que debería desaparecer…
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín, COPE ]
Si nadie lo remedia, en los próximos años contemplaremos con impotencia generaciones enteras de niños envejecidos prematuramente a causa de la ideología de género hasta en el biberón, la Educación para la Ciudadanía desde el parvulario, la promiscuidad sexual obligatoria a partir de los seis años y otras imposiciones totalitarias del nacionalateísmo en el poder. Niños tristes y encallecidos, sin referentes morales ni religiosos, que habrán quemado demasiado deprisa la ilusión y la inocencia de la infancia en el sagrado altar laico de la búsqueda enfermiza del placer.
Entonces recordaremos con nostalgia, como reliquias del pasado, los maravillosos relatos infantiles de El pequeño Nicolás. Unos cuentos en los que los niños todavía disfrutaban con cometas y peonzas, mantenían la inocencia hasta el infinito y más allá —¡Viva Buzz Lightyear!— y vivían el descubrimiento de los pequeños y grandes misterios de la vida como una aventura apasionante, y no como una carrera desquiciada hacia el despeñadero sin fondo del nihilismo.
Por eso, conviene paladear mientras podamos la golosina que supone reír, llorar y pensar con los populares personajes infantiles imaginados entre 1956 y 1964 por el guionista René Goscinny —creador también de Astérix y Lucky Luke— y el ilustrador Jean-Jacques Sempé, famoso por sus imaginativos carteles y sus antológicas portadas para The New Yorker. Ahí están el travieso Nicolás, el perezoso Clotario, el gordo Alcestes, el matón Eudes, el adinerado Godofredo, el sufrido Joaquín, el empollón Aniano, el susceptible Majencio, el cumplidor Rufo —que es hijo de un policía—, la guapa vecina María Eduvigis y los entrañables padres y profesores de todos ellos. Una pandilla genial, que llenó de vida y sabiduría las páginas de las revistas Le Moustique, Sud-Ouest Dimanche y Pilote, y de los libros El pequeño Nicolás, Los recreos del pequeño Nicolás, Las vacaciones del pequeño Nicolás, Los amiguetes del pequeño Nicolás, Joaquín tiene problemas, La vuelta al cole, El Chiste, Diga, Ojo, Los problemas del pequeño Nicolás y El globo. Ahora, se perpetúan también en una excelente película, muy fiel a los relatos originales y que está siendo un taquillazo en toda Europa.
Como en los libros, la acción del filme se desarrolla en una etérea ciudad francesa, hacia 1960. Por allí deambula Nicolás, un niño de diez años, hijo único de un candoroso matrimonio de clase media. Mientra lleva a cabo mil y una travesuras con sus amigotes, se pregunta por la vida con inocente lucidez. Cuando Joaquín tiene un hermanito, Nicolás piensa que él mismo va a tener otro, lo que supone ser destronado como rey de la casa. De modo que luchará sin cuartel por mantener su privilegiada posición.
Laurent Tirard confirma en este filme la agilidad narrativa que ya mostró en Las aventuras amorosas del joven Molière, y llena el guión de dobles lecturas, con un humor de carcajada, naïf e incisivo a la vez, amable pero inconformista con el absurdo mundo de los adultos, siempre inteligente e incluso políticamente incorrecto en temas nucleares como el matrimonio, la maternidad, el trabajo o la educación.
Esta hondura narrativa y ética llena de matices a los arquetípicos personajes, maravillosamente interpretados por todo el reparto, y especialmente por el elenco infantil, que lleva al paroxismo las descacharrantes escenas de humor físico. Queda así otra gran película familiar, que consolida el oxigenante éxito del género en los últimos meses.
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Desternillante; no me reía tanto desde La cena de los idiotas; estos franceses…
SUPER CHIDO