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PELICULA RECOMENDADA POR CINEMANET Año de producción: 1999 |
SINOPSIS
En San Petesburgo de 1820 encontramos a Eugene Onegin, personaje de la alta sociedad metido de lleno en un ambiente de lujo y hedonismo que le está llevando a la ruina, cuando recibe la inesperada noticia de la muerte de su tío y la herencia que esto le supone. Con tal motivo se retirará al campo, donde conocerá a un vecino, a la prometida de éste y a su hermana que le causará gran admiración desde el principio.
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CRÍTICAS
[María Dolores Valdés. Cinemanet]
Adaptación cinematográfica de la novela en verso de Alexander Pushkin, que también inspiró la ópera de Tchaikovsky, supone el debut como directora de Martha Fiennes, hermana del protagonista Ralph Fiennes (El Paciente ingles, La lista de Schindler, Quiz-Show) que interpreta en este caso a un personaje de la alta sociedad rusa, Eugene Onegin, junto a él componen el reparto una encantadora Liv Tyler (Belleza robada, El Señor de los Anillos) y Martin Donovan (Insomnio, La sombra de la sospecha). Como autor de la banda sonora encontramos a Magnus Fiennes, también hermano de la directora.
En San Petesburgo de 1820 (época del autor de la novela) encontramos a Eugene Onegin, personaje de la alta sociedad metido de lleno en un ambiente de lujo y hedonismo que le está llevando a la ruina, cuando recibe la inesperada noticia de la muerte de su tío y la herencia que esto le supone. Con tal motivo se retirará al campo, donde conocerá a un vecino, a la prometida de éste y a su hermana (Liv Tyler) que le causará gran admiración desde el principio.
La ambientación está muy lograda, tanto en el vestuario como en los exteriores e interiores que nos muestra, y que llegan a formar parte de la historia, muy poética y con un ritmo pausado, donde los diálogos escasean, pero sin embargo logra adentrarse en la profundidad de un ser egoísta, hastiado de la vida que lleva, pero conformista al mismo tiempo e incapaz de asumir riesgos que le supongan compromiso. En el otro extremo encontramos el personaje de Lyv Tyler, una joven idealista, capaz de luchar por lo que cree y con unos principios firmes.
Hay escenas muy reveladoras de estos dos caracteres y al mismo tiempo de una gran belleza y poesía visual, como el reflejo en el espejo de ambos, la escena del baile o el patinaje…así como algunos primeros planos de gran intensidad dramática. Sólo cabe reprochar alguna caída de ritmo, quizá atribuida al exceso de fidelidad a la obra original.
Entre los temas que trata cabe destacar la amistad, que no puede ser verdadera si no conlleva sacrificio por el amigo y preocupación desde un plano de igualdad y el compromiso. Y especialmente la fidelidad matrimonial, ya que describe un ambiente en el que según frase del propio protagonista, “una declaración lleva a un beso, a una boda, una familia, obligaciones…tedio y adulterio”. Visión bastante extendida en la sociedad de la época, que por otra parte no parece tan alejada de nuestros días. Sin embargo, frente a esto nos propone otra opción: la fidelidad a las propias creencias y a la palabra dada, y por tanto también la fidelidad matrimonial.
En una entrevista realizada a la directora por Juan Luis Sánchez (decine21) ésta dirá: “la gente tiene miedo a afrontar lo que es la vida, hay gente que parece tener miedo del amor, de amar, por lo que esto les pueda ocasionar y entonces tienen una vida de baja intensidad”. Palabras que pese a referirse a su posterior película (Alta Sociedad) no dejan de reflejar las ideas presentes en la que nos ocupa.
[Jerónimo José Martín – COPE]
Desde hace años, el cine británico está redescubriendo ese género tan enraizado en su tradición que es el drama de época basado en obras de grandes clásicos antiguos y modernos de su literatura: Shakespeare, Dickens, Austen, Foster, Lewis, Rattigan, Ishiguro… Ahora, la joven cineasta inglesa Martha Fiennes —hermana de los actores Ralph y Joseph— aplica esa fórmula a un clásico de otra tradición: la novela en verso Eugenio Onieguin, de Alexander Pushkin (1799-1835), el gran renovador de la narrativa rusa y el iniciador de su escuela romántica, con influencia hasta en el ámbito musical. Baste recordar que la primera ópera de Tchaikovski se inspira precisamente en Eugenio Onieguin.
Escrita entre 1822 y 1830, la obra consta de ocho cánticos, correspondientes a otros tantos años. Su acción transcurre en el San Petersburgo de la primer mitad del siglo XIX y describe la tragedia de Onegin, un codiciado soltero de condición aristocrática. Hastiado del mundo a pesar de su juventud, Onegin malvive aprisionado por un hedonismo radical transformado en irritante cinismo. Su creciente pasión por una hermosa joven, culta e independiente, parece romper su egoísta pavor al compromiso; pero un estúpido y sangriento duelo acabará conduciendo a Onegin al borde de la desesperación.
En su debut como directora, Martha Fiennes dirige muy bien a su hermano Ralph y a los demás actores, y muestra un sorprendente dominio de los recursos ambientales y musicales del género, así como un sugestivo sentido de la sintaxis visual y una notable hondura dramática. De hecho, sólo cabe reprocharle la débil secuencia final —que modifica para mal el poderoso desenlace de la novela— y algunas leves caídas de ritmo, provocadas esta vez por un exceso de fidelidad a la obra de Pushkin, que tiene una estructura muy fraccionada. En todo caso, son defectos menores de un gran filme.
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