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ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET Título Original: The adventures of Tintin
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SINOPSIS
Paseando por el mercado viejo en compañía de su fiel perro Milú, el joven periodista Tintín descubre y adquiere una magnífica maqueta de un viejo barco, el Unicornio. Casi a renglón seguido dos personajes le ofrecen importantes cantidades de dinero por el preciado objeto, pero él declina ambas ofertas. De modo que más tarde, en su casa, le roban la maqueta. Y es que oculto en el mástil hay un viejo pergamino con la clave para dar con el magnífico tesoro que transportaba en su nave, tiempo atrás, el caballero de Hadoque. Para resolver el misterio de su paradero será clave la contribución del capitán Haddock, único descendiente del caballero, e incorregible borrachín.
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CRÍTICAS
[Larissa I. López- Colaboradora de Cinemanet]
Desde prácticamente el primer momento es casi imposible no descubrir que Las aventuras de Tintín: El secreto del unicornio es una obra orquestada por la mano de Steven Spielberg: quien dirige es un maestro que sabe exactamente dónde y en qué momento debe estar situada la cámara. Al tratarse de una película animada y en 3D, el célebre director se siente como un niño con zapatos nuevos y se percibe su entusiasmo y arrojo innovador a la hora de abordar una historia que no posee las limitaciones de las películas convencionales. Así, las escenas de acción están brillantemente dirigidas, con ángulos y movimientos de cámara extraordinarios, inimaginables (se coloca justo enfrente de los espejos, vuela realmente, flota, atraviesa la hierba, la arena…).
Sin embargo, la cinta presenta un guión que trata de condesar nada menos que dos volúmenes y medio de cómic (El secreto del Unicornio, El cangrejo de las pinzas de oro y El tesoro de Rackham el Rojo), demasiado fragmentado y que convierte el resultado final en una mera sucesión de secuencias de acción. Da la sensación de que su realizador tiene prisa, está tan preocupado por lo que sucederá en escenas de acción posteriores que se despreocupa de la que está teniendo lugar ahora y existe una extraña tendencia a resolver demasiado rápido toda tensión surgida, por mínima que sea.
Aunque la técnica de captura de movimiento de los actores aún presenta sus limitaciones, especialmente en la expresión de los ojos, la sincronización de las voces de los artistas con los personajes animados es más que aceptable. Sobre todo en el caso del joven Jamie Bell (el que fuera protagonista de Billy Elliot), que logra convencer en el duro reto de interpretar al estimado Tintín; y en el de Andy Serkis (Gollum en El señor de los anillos), que representa jocosamente el alcoholismo del capitán Haddock, algo que puede no ser lo más adecuado para los más pequeños, pero que proporciona los gags más eficaces de la película.
En general, Spielberg, ha creado una película al más puro estilo del género de aventuras, que -para bien o para mal- recuerda en los escenarios, los personajes, las bifurcas, las bromas e incluso en la banda sonora -por tratarse de una composición del consagrado John Williams que, no obstante, no creo que llegue a ser tan memorable- a la saga de Indiana Jones. Una propuesta para disfrutar toda la familia y donde los ingredientes más relevantes son la búsqueda del tesoro, la lucha contra el malvado Shakarine, la comicidad y el nacimiento de una auténtica amistad entre dos personas, Tintín y el capitán Haddock. Una relación que, sin duda, evolucionará en las más que garantizadas posteriores entregas de esta versión cinematográfica “a lo Spielberg” de los famosos cómics de Hergé.
[Jerónimo José Martín- Cope]
Por fin llega a las pantallas esta esperada película de Steven Spielberg (E.T. El extraterrestre, El imperio del sol, La lista de Schindler), íntegramente rodada en animación por captura de movimiento y en 3D estereoscópico. En ella, el cineasta de Cincinnati —ayudado por el neozelandés Peter Jackson como coproductor— adapta tres de los 24 álbumes existentes sobre Tintín, el joven periodista de cómic, curioso y aventurero, creado en 1929 para Le Petit Vingtième por el dibujante belga Georges Rémi, alias Hergé. Unos álbumes que han sido traducidos a 80 idiomas, y de los que se han vendido más de 350 millones de ejemplares en todo el mundo.
En concreto, el filme. de Spielberg integra elementos de El cangrejo de las pinzas de oro (1940-1941), El secreto del Unicornio (1942-1943) y El tesoro de Rackhman el Rojo (1943). Un día, Tintín (Jamie Bell) compra la maqueta de un barco llamado El Unicornio, que oculta en su interior un misterioso pergamino, codiciado por el villano Ivan Ivanovitch Sakharine (Daniel Craig), pues permite acceder a un mítico tesoro relacionado con el cruel pirata Rackham el Rojo. En su frenética odisea por medio mundo, Tintín y su fiel perro Milú serán ayudados por el deprimido Capitán Haddock (Andy Serkis) y los ineptos detectives Hernández (Simon Pegg) y Fernández (Nick Frost).
Lo mejor de la película es la libertad con que Spielberg afronta la recreación del universo imaginado por Hergé, sin dejar de ser fiel al espíritu de los cómics originales. Su animación sigue mostrando las limitaciones de la captura de movimiento a partir de las interpretaciones previas de actores, sobre todo en los andares de Milú y otros animales. Pero, a la vez, permite a Spielberg desplegar una planificación impresionante, llena de tomas imposibles para la imagen real, en la que deslumbran sus muchas virtudes como narrador de historias, así como el esmeradísimo trabajo de todo su equipo en el diseño de personajes y en la elaboración de unos fondos sencillamente antológicos.
Esa excelencia técnica se articula en un guión chispeante —eficaz tanto en la intriga como en el drama o el humor—, desarrollado a ritmo trepidante por el sensacional montaje de Michael Khan. Por su parte, el veterano John Williams acierta en su arriesgada partitura musical —menos sinfónica y más minimalista de lo que es habitual en él—, y redondea así una gran película para todos los públicos, algo violenta en alguna escena, pero que refleja muy bien el elogio de la honestidad profesional, la amistad y la valentía del popular personaje de Hergé, sin duda, uno de los grandes del Noveno Arte.
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