[José Manuel López. Cinemanet]
La evolución tecnología y los cambios socioculturales y de consumo de medios están provocando, por una parte, cambios en la producción del contenido de ficción y, por otra, diferentes conceptos del entretenimiento. En el caso concreto de la televisión, la llamada edad de oro de las series de televisión llega en el auge de la conocida como televisión social.
Y, como en todo, se ha debido a un proceso impulsado por los cambios en algunos hábitos de consumo, los avances tecnológicos y la equiparación presupuestaria en busca de anunciantes. Pero, sobre todo, el éxito de las series de televisión de hoy día se debe a un bagaje técnico y narrativo impulsado por otras grandes y muy importantes que han sentado las bases de la ficción televisiva actual. Hablamos de series como Dallas, Twin Peaks, V, Expediente X, Frasier, Friends, Canción triste de Hil Street… y muchas más.
Decía, que en los últimos años se ha producido un fenómeno de auge de la ficción televisiva, más concretamente en la series de televisión, que se sustenta en algunos motivos: un fuerte componente de consumo social, presupuestos más elevados, nuevas tecnologías que facilitan y apoyan la calidad técnica y, no podía faltar, buenas ideas llevadas a cabo de forma brillante. Sin embargo, no nos engañemos: un número elevado de series de televisión no llega a un nivel mínimo e incluso no llega a estrenarse. La competencia es voraz, las posibilidades de producción, distribución y exhibición se multiplican a la vez que se estrechan las ventanas comerciales, se abren infinitas sendas digitales…
Hoy en día se ve televisión más que nunca… De media, el espectador español consume casi cuatro horas al día. Una barbaridad. Internet no ha venido a sustituir a ningún medio sino a complementarlo y potenciarlo en la medida en la que ese medio esté dispuesto a evolucionar. Eso sí, parece ser que la televisión deja poco a poco de ser el electrodoméstico estrella en los hogares en favor del ordenador… o la fusión de ambos. La televisión conectada que unirá definitivamente televisión e Internet obligará a los proveedores de contenido a entenderse con el fin de proporcionar un plus al espectador.
Y para ello hay que reaccionar. Hasta ahora, la televisión está tan preocupada por Internet como Internet lo está con los contenidos que esta ofrece. Youtube (red social donde cada día se suben más de 800.000 horas de video) ha lanzado una serie de canales para mostrar al mundo que puede ser un exhibidor de contenido de calidad e incluso financia un programa de televisión de ABC. Facebook acuerdo con gigantes del entretenimiento y Twitter parece estar volcado en posicionarse como un aliado natural de la televisión. Tuenti también ha entendido que el concepto de VOD (video bajo demanda) es una herramienta muy potente si se utiliza en una red social guiada por las recomendaciones y la publicidad segmentada. Aunque bailan los porcentajes sobre el número total de espectadores que consumen televisión al mismo tiempo que interactúan en redes sociales, la tendencia es muy elevada. ¿Quién no ha cambiado de canal por ver un comentario en Twitter sobre un programa? Imagina estar viendo una película como El Señor de los Anillos, o una serie como Juego de Tronos, y que al mismo tiempo tengas la posibilidad de disfrutar en otro dispositivo de un mapa en el que se sitúa la historia. O una pequeña aventura adicional durante la pausa publicitaria, que llegue incluso a interactuar con los propios anunciantes.
Por último, un fenómeno en auge que nace de esa estrecha relación entre Internet y contenido de ficción son las webseries. No solo están cobrando una especial importancia en nuestro país, sino que grandes como Spielberg o Bryan Singer han puesto sus ojos en este formato.
Fruto de la estrecha relación entre televisión y redes sociales, nace un nuevo tipo de métricas bajo el nombre de ‘audiencia social’ que plantean un universo muy apetecible para marcas y anunciantes. Esto quiere decir que, además, se habla más de televisión que nunca. Y existen métricas de avanzadilla expectantes ante las primeras iniciativas transmedia y multiplataforma. Hablamos de un espectador social, interactivo, multitarea, generador de contenido y consumidor de diferentes pantallas. La televisión social, la televisión que estamos construyendo, no se entiende sin Internet.
Ojo, el consumo de televisión tradicional sigue reinando… pero detrás viene una generación que está construyendo una demanda más completa.
Además, los datos de consumo avalan la necesidad de crear sinergias con la Red: durante el mes de Agosto en España el video online tuvo 20 millones de espectadores únicos y casi 3.800 millones de visualizaciones.
Al igual que sucede con el cine, donde las ventanas de explotación se acercan cada vez más, el mercado de la televisión en España es consciente de que tienen la urgencia de ofrecer una combinación entre calidad e inmediatez. Para un canal de televisión supone un grandísimo esfuerzo estrenar una serie pocos días después de su estreno en USA, pero hemos llegado a un punto en el que no hacerlo supone quedarse fuera de juego. Estamos en un punto en el que incluso los gigantes norteamericanos preestrenan online para generar una primera expectación antes del estreno tradicional.
Además, aunque comparten algunas características comerciales, son productos diferentes y compiten en el sentido en que pretenden ocupar el espacio-tiempo del ocio. Aunque las series pueden considerarse más de consumo diario, el cine aún lidera espacios de Prime Time. Quizá haya disminuido el número de espectadores que acuden a las grandes salas o multicines, pero detrás de esto cohabitan cuestiones de calidad del propio producto, económicas y sociológicas, como los cambios en las formas de consumo. Con todo, una serie permite un recorrido más amplio de una historia diseñada para engancharte de inicio a fin, una mayor exploración y un juego más arriesgado con el espectador. Las posibilidades de llenar esos huecos cotidianos de tiempo libre para su disfrute se multiplican con las plataformas online.
Aún así, me atrevería a decir que el cine comercial está falto de ideas. Aunque siempre habrá buenas películas corren tiempos difíciles para el cine que, en gran parte gracias a gigantes como HBO, también tendrá a las series de televisión como competencia en técnica y narrativa. Los Soprano, Boardwalk Empire, Juego de Tronos, Seinfield o The Wire se encuentran en el Olimpo de los productos televisivos por excelencia y defienden ese atrevido claim que dice: “las series son lo mejor del cine”.
Otras productores norteamericanas como AMC tampoco se quedan atrás y han presentado sus bazas generando expectación temporada tras temporada incluso a un nivel mayor que cualquier blockbuster cinematográfico. ¿Quién no ha oído hablar de The Walking Dead, Mad Men y Breaking Bad?
Como comentaba al inicio de estas reflexiones, en cierta manera el cine y la televisión siempre han estado unidos. Hoy en día, muchas estrellas de la pequeña pantalla también dan el salto al cine, y viceversa. Grandes como Dustin Hoffman o Steve Buscemi son protagonistas de una serie de televisión… sin olvidar que actores de la talla de George Clooney o Jennifer Anniston dieron el salto al cine tras su paso por la caja ya no tan tonta. Spielberg no puede tomarse como ejemplo, porque: ¿qué no produce este hombre?
Incluso en España, estamos siendo testigos de una notable mejoría (poco a poco, compañeros) en la ficción televisiva. Aunque las comparaciones con la industria yanqui son odiosas y hablamos de dos mercados ciertamente diferentes entre sí cultural, presupuestaría y demográficamente, estamos empezando a comprender la importancia de saber vender un producto. En Estados Unidos llevan mucho tiempo haciendo y vendiendo entretenimiento. La forma en la que construyen una serie, desde el guion, es diferente. Sin embargo, allí muchísimas series se quedan por el camino y solo unas pocas de las que finalmente se emiten llegan a destacar. Además, esa fascinación que produce el consumo de series made in USA ha encontrado un digno rival en la exquisitez británica.
Ya estamos viendo muchísima más promoción en España de la que podíamos ver hace años, tanto en soportes offline como en el universo online. Las series de televisión son productos duraderos en el tiempo y pueden resultar muy interesantes para anunciantes si se distribuyen por infinidad de pantallas y plataformas.
Se abre ante nosotros un universo de entretenimiento prometedor. Veremos como se desarrolla y si seguiremos dependiendo eternamente de los clásicos.