La saga de La Jungla celebra su 25 Aniversario con esta aparatosa película del irlandés John Moore (Tras la línea enemiga, El vuelo del Fénix, La profecía, Max Payne), que se acerca demasiado al modelo de James Bond, el Agente 007, y sólo cumple las expectativas en lo referente a persecuciones, explosivos, tiroteos, etc.
ESTRENO
Título original: A good day to die hard
País: Estados Unidos
Año: 2013
Dirección: John Moore
Intérpretes: Bruce Willis, Mary Elizabeth Winstead, Jai Courtney, Sebastian Koch, Rasha Bukvic, Cole Hauser, Yuliya Snigir
Guión: Skip Woods
Música: Marco Beltrami
Fotografía: Jonathan Sela
Distribuidora en cine: Hispano FoxFilm
Duración: 97min.
Género: Acción
Estreno en EEUU: 14 de Febrero de 2013
Estreno en España: 15 de Febrero de 2013
SINOPSIS
Después de luchar contra terroristas en el Nakatomi Plaza y en el aeropuerto de Los Ángeles, perseguir por Nueva York a un ladrón de oro y salvar a Estados Unidos de un mortífero ataque informático y un robo impresionante, el incombustible policía neoyorquino John McClane (Bruce Willis) llega a Moscú para ayudar a su hijo Jack (Jai Courtney), al que no ve desde hace años y que afronta allí un juicio por asesinato. En cuanto McClane se acerca al juzgado, una serie de explosiones siembra el caos en toda la zona. Aprovechando la confusión, Jack huye de la magistratura en compañía de Komarov (Sebastian Koch), un ex millonario que lleva tiempo en la cárcel y está dispuesto a desvelar la corrupción imperante en el gobierno. Así, McClane descubre que su hijo es agente de la CIA, y le ayuda a llevar a Komarov a un sitio seguro, mientras los tres son perseguidos sin tregua —de Moscú a Chernóbil— por los crueles sicarios del entramado de empresarios y políticos corruptos, que desean la muerte de Komarov.
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CRÍTICAS
[Jeronimo José Martín – COPE]
Después de luchar contra terroristas en el Nakatomi Plaza y en el aeropuerto de Los Ángeles, perseguir por Nueva York a un ladrón de oro y salvar a Estados Unidos de un mortífero ataque informático y un robo impresionante, el incombustible policía neoyorquino John McClane llega a Moscú para ayudar a su hijo Jack, al que no ve desde hace años y que afronta allí un juicio por asesinato. En cuanto McClane se acerca al juzgado, una serie de explosiones siembra el caos en toda la zona. Aprovechando la confusión, Jack huye de la magistratura en compañía de Komarov, un ex millonario que lleva tiempo en la cárcel y está dispuesto a desvelar la corrupción imperante en el gobierno. Así, McClane descubre que su hijo es agente de la CIA, y le ayuda a llevar a Komarov a un sitio seguro, mientras los tres son perseguidos sin tregua —de Moscú a Chernóbil— por los crueles sicarios del entramado de empresarios y políticos corruptos, que desean la muerte de Komarov.
La saga de La Jungla celebra su 25 Aniversario con esta aparatosa película del irlandés John Moore (Tras la línea enemiga, El vuelo del Fénix, La profecía, Max Payne), que se acerca demasiado al modelo de James Bond, el Agente 007, y sólo cumple las expectativas en lo referente a persecuciones, explosivos, tiroteos, etc. El guión de Skip Woods intenta enriquecer el constante desparrame de sangre y adrenalina desarrollando un poco las complejas relaciones paterno-filiales entre John McLane y su hijo Jack, y entre Komarov y su aguerrida hija Irina (Yuliya Snigir). Pero su esfuerzo se queda en un esbozo epidérmico y tópico, que sólo sirve de cauce para que
Bruce Willis suelte unas cuantas frases más o menos graciosas. Porque, en realidad, casi nunca hay demasiada química entre él y Jai Courtney. Queda así un típico producto palomitero, espectacular por fuera, pero muy plano por dentro, aburrido a ratos y que deja la sensación de ya visto.
[DeCine21]
John McClane recibe la noticia de que su hijo Jack se encuentra detenido en una cárcel rusa. La cosa pinta mal y como mínimo podría caerle la perpetua. Allá irá entonces papá McClane dispuesto a sacar a su hijo de apuros. Pero el poli de Nueva York no sabe muy bien a qué se dedica su retoño y su sorpresa será mayúscula cuando compruebe que es agente de la CIA y que se encuentra en una misión para salvar de la muerte a un tal Komarov, un millonario ruso cuya vida está en peligro porque posee información clave que podría acabar con el futuro de un importante y peligroso jerarca llamado Chagarin.
Cine de palomitas. John McClane no envejece, o al menos eso da a entender esta quinta entrega de la que ya es una de las sagas más exitosas de Hollywood. Conforme han ido pasado los años (desde la lejana Jungla de cristal de 1988), el protagonista tan sólo ha perdido pelo. Mantiene su inconfundible sorna, su tozudez frente a la adversidad y su resistencia física, hasta el punto de que su cuerpo ha adquirido la característica de ser indestructible. Es inimaginable la cantidad de golpes que sufre en La Jungla: Un buen día para morir, y más inimaginable aún lo ileso que sale de cada uno de sus accidentes, explosiones, disparos, caídas al vacío, etc. El espectador ha de rendir el juicio desde la primera, hiperdestructiva y larguísima secuencia del rescate en el juzgado y la posterior huida por la autopista, si no quiere sentir un cortocircuito cerebral.
Más que en ningún otro film de la saga el guión se consolida aquí como una enorme excusa para ofrecer un alocado circo de fuegos artificiales y actuaciones más propias de superhéroes que de personas de carne y hueso. Algún giro hay, y los guionistas se descuelgan con un par de diálogos de más de dos líneas con la pretensión de dar algo de juego a la tirante relación entre padre e hijo. Pero no dejan de ser simples transiciones entre el silbar de las balas y el fuego de las granadas. Porque en este fin no hay otra cosa que acción desenfrenada y hueca, y desde luego la mesura no es un concepto que maneje el director John Moore, responsable de títulos desiguales como Tras la línea enemiga o Max Payne. Ciertamente, en La Jungla: Un buen día para morir lo único que se puede decir de Moore es que rueda bien las escenas de acción.
En cuanto a los personajes, hay poco que decir. La película apunta a que estamos ante un relevo generacional, cosa que ya se apreció con su hija Lucy en La Jungla 4.0. Aquí el personaje de Mary Elizabeth Winstead tiene escasa presencia, mientras que el fornido hermano se reparte el protagonismo con su padre Bruce Willis. Lástima que el estólido Jai Courtney (Spartacus: Sangre y arena) no parezca la mejor elección para encarnar a McClane Jr. Su inexpresividad y escaso sentido del humor no son precisamente una prueba del buen funcionamiento de la genética. De cualquier forma es un detalle que tampoco tiene demasiada importancia y sea como fuere el último plano familiar deja abiertas las puertas para la continuidad.