Intenso drama, tomado por comedia, sobre el forzado y trágico reencuentro de una familia sin amor ni vínculos afectivos entre sus miembros. Lo mejor de esta pesimista película basada en una obra de teatro que adapta su propio autor es el coral reparto, pleno de grandes estrellas. Se agradecen su tono de examen de conciencia generacional y su cierto afán de redescubrir unos valores éticos esenciales, si bien el conjunto carece de la hondura que simula su artificiosidad teatral.
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ESTRENO Título original: August: Osage County. |
SINOPSIS
A las mujeres de la familia Weston, cuyas vidas se han separado, una crisis familiar las lleva de nuevo a la casa donde crecieron, en la que vive la disfuncional mujer que las crió.
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CRÍTICAS
[Mª Ángeles Almacellas – CinemaNet]
Beverly Weston, poeta ya maduro, con un problema de alcoholismo, contrata a una cuidadora interna para atender a su esposa Violet, aquejada de cáncer de boca y adicta a los fármacos. Súbitamente Beverly desaparece, lo que provoca que las tres hijas acudan a la casa familiar, en las llanuras de Oklahoma. La búsqueda concluye pronto, con el hallazgo del cadáver, y todos los miembros de la familia, consternados, se reúnen para el funeral. El centro de la reunión y el motor de los acontecimientos es la desequilibrada Violet. Junto a ella, sus hijas: Barbara, la mayor, con problemas matrimoniales y de relación con su hija adolescente; Ivy, que siempre ha atendido a sus padres, amargada de su vida monótona y dispuesta a vivir su amor secreto; y Karen, la más joven, alocada y frívola, que llega junto a su nueva pareja. Acuden también la hermana de Violet con su marido, y, más tarde, el hijo del matrimonio.
Como consecuencia de su origen teatral, la acción transcurre casi en un solo día y en un solo lugar: la gran casa de la familia Weston. Es una película de personajes, de largos y tensos diálogos que nos van dando a conocer el lúgubre fondo de todos ellos, sus egoísmos y sus rencores. Cada uno de ellos, a su modo, se ha autodestruido y, al tiempo, ha destruido cuanto tenía a su alrededor. Realmente no existen lazos afectivos que los unan, sino sencillamente convencionales, y lo único que esperan es alejarse los unos de los otros. Pero mientras permanecen juntos, no dejan de hacerse daño y de hacer aflorar viejas heridas.
La película ofrece una idea muy pesimista de la familia, no solo del matrimonio, sino incluso de las relaciones entre padres, hijos y hermanos. La familia no tiene ningún sentido ni valor y no merece la pena hacer ni el más mínimo esfuerzo por conservarla. Nadie ama a nadie, todo es egoísmo, engaño y crueldad.
En medio de tanta sordidez, solo aparece un personaje limpio, con una idea clara de los valores éticos, la cuidadora india. Apenas habla en el film, la vemos trabajar y observar en silencio, sin que nada deje adivinar su pensamiento ni sus opiniones. Hasta que llega una situación límite, en la que, inesperadamente, toma partido ante tanta podredumbre. Su conciencia —la única persona que parece tenerla— le impedía permanecer pasiva y en silencio ante tamaño desatino. Y, sin quererlo, acaba provocando el desenlace del drama.
Lo mejor de la película son sus intérpretes. Meryl Streep, encarnando a un personaje neurótico, cruel hasta destruir a su propia familia, pero que emociona y mueve a compasión. Julia Roberts extraordinaria en el papel de la atormentada Barbara, incapaz de amar a sus padres ni de mantener su propia familia. Todo el elenco de actores, del primero al último, está magnífico. La película ha recibido dos nominaciones a los Globos de Oro en las categorías de Mejor Actriz de Comedia (Meryl Streep) y Mejor Actriz Secundaria (Julia Roberts) y tres a los Premios del Sindicato de Actores (SAG Awards) en las categorías de Mejor Actriz (Meryl Streep), Mejor Actriz de Reparto (Julia Roberts) y Mejor Reparto.
Es una gran película, que no decae en ningún momento, pero que no deja ni un resquicio para la esperanza ni para el amor.
[Jerónimo José Martín – COPE]
Después de debutar brillantemente en 2010 con “The Company Men” —una de las mejores películas sobre la actual crisis económica—, el productor televisivo estadounidense John Wells se consolida como director con “Agosto”, candidata a los Globos de Oro 2013 a mejor actriz de comedia o musical (Meryl Streep) y actriz de reparto (Julia Roberts). Se trata de una potente adaptación de la obra teatral “August: Osage County”, escrita por el actor, guionista y dramaturgo sureño Tracy Letts, y galardonada con el Premio Pulitzer en 2008.
La trama gira en torno a los Weston, una familia de Pawhuska, Oklahoma. Con motivo del fallecimiento en extrañas circunstancias del cabeza de familia, Beverly (Sam Shepard), se reúnen las tres hijas en torno a la madre, Violet (Meryl Streep), una mujer hosca, que padece un cáncer de boca y se ha vuelto adicta a las pastillas. La seria y responsable Barbara (Julia Roberts) llega con su marido Bill (Ewan McGregor) —del que está separada— y la hija adolescente de ambos, la taciturna Jean (Abigail Breslin). Por su parte, la frívola Karen (Juliette Lewis) acude con su último novio, el tosco Steve (Dermot Mulroney). Y la que peor lo pasa es la frágil Ivy (Julianne Nicholson), que sigue soltera a pesar de haber entrado en la cuarentena. A ellos se unen un matrimonio amigo, Charlie (Chris Cooper) y Mattie (Margo Martindale), y el inseguro hijo de ambos, Little Charles (Benedict Cumberbatch). Observado en silencio por la criada cheyenne de los Wenston, Johnna (Misty Upham), este traumático reencuentro familiar sacará a la luz todos los conflictos, traumas, rencores y secretos de estos personajes, a los que une su incapacidad para ser felices.
Sin duda, lo mejor de esta película —coproducida por George Clooney— es la excelente labor de todo el estelar reparto, motivado por el eléctrico duelo interpretativo entre Meryl Streep y Julia Roberts. Las matizadas caracterizaciones de todos ellos y la sobria puesta en escena de Wells suavizan un poco los excesos melodramáticos de la obra de Letts y la dotan de una aparente hondura, que quizás no tenga en sí, pues sus mordaces diálogos y violentas situaciones destilan un ácido cinismo, que aporta pocas ideas valiosas sobre las relaciones familiares y el sentido de la vida. Además, acaba pesando un poco su verborréica artificiosidad teatral, poco oxigenada por las imágenes.
En todo caso, se agradece su tono de examen de conciencia generacional y su cierto afán por redescubrir unos valores éticos esenciales, que asienten más sólidamente las vidas de los hombres y las mujeres actuales. Por esa línea parecen discurrir los sólidos personajes que interpretan Chris Cooper y Misty Upham, así como la evolución del personaje de Julia Roberts. Eso sí, la apertura a la trascendencia de “Agosto” es escasa —por no decir nula—, y resulta alucinante que los Globos de Oro la hayan considerado una comedia. Más bien es un patético dramón de aquí te espero.
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