Lamentablemente, el tema de esta película no ha pasado de moda aunque se estrenara en 2009. Josecho San Mateo nos muestra la realidad más cruda del bullying -o acoso escolar- en una cinta que a pesar de su calidad fue bastante ninguneada por los espectadores. Con esta crítica ofrecemos algo de justicia poética.
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PELÍCULA RECOMENDADA POR CINEMANET Título Original: Bullying |
SINOPSIS
Jordi es un adolescente que ha perdido a su padre recientemente y que se muda junto a su madre a otra ciudad para empezar una nueva vida. Al principio todo parece ir bien, pero en cuanto Jordi cruza la puerta de su nueva escuela, un infierno de acoso le espera al otro lado.
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CRÍTICAS
[J.M.Caparrós. Subdirector de Cinemanet]
Barcelona, 2008. Un adolescente de 16 años, Jordi, que acaba de perder a su padre, se traslada con su joven madre a la Ciudad Condal, para comenzar una nueva vida. Su llegada a un instituto no es bien acogida por sus compañeros; especialmente por Nacho, que enseguida le tiene celos y empieza a asediarle. La madre, Julia, es enfermera e intenta superar el vacío con pastillas; mientras Jordi, para no preocuparla más, le oculta las humillaciones que sufre en el colegio, que pronto se transforman en un agobiante bullying. Él también lo niega ante los profesores y su enigmático vecino, con el que trabará amistad. Asimismo, conoce a una chica de su edad, Ania –inmigrante–, que también padece acoso escolar. Pero las circunstancias se precipitarán hasta llegar a la tragedia.
El prolífico Josecho San Mateo, que también es profesor –ha dictado numerosas conferencias e imparte cursos sobre Guión y Dirección en distintas universidades españolas: Complutense, Carlos III, Camilo José Cela, Valladolid–, acomete con voluntad pedagógica este importante filme comprometido.
Basado en un guión original del asimismo reconocido Ángel García Roldán (autor de El viaje de Carol), inspirado a su vez en hechos reales, San Mateo va más allá de la mera crónica de sucesos, para adentrar al espectador en el miedo cotidiano, el temor de la vida ordinaria. De ahí que manifestara al poco de concluir el rodaje: “Bullying me produce terror, es algo interior que llevamos todos dentro y que no sabemos cuando saldrá para apoderarse totalmente de nosotros. La cámara vivirá siempre en la mente de Jordi (…) que se enfrenta al miedo de vivir, no a un miedo de colegas malotes, de adultos posesivos, fracasos escolares o primeros amoríos. No, su miedo como el mío al encontrarnos con bullying es enfrentarnos a nosotros mismos. No a “fantasmas”, por otro lado tan fácilmente recurrentes en las historias que nos rodean. No, no, su miedo reside en su propia respiración, en tropezar en su cuarto vacío, en la pantalla de su ordenador, en su avanzar por el pasillo oscuro, en contemplar la ciudad desde una terraza o paseando por un parque, en una llamada telefónica o en un simple mensaje recibido en su móvil, en alguien que te abre la puerta para que pases delante… incluso en la felicidad que Ania, su primer amor, pueda enseñarle”.
En efecto, Bullying trata de una grave problemática contemporánea –el 39 por ciento de los escolares sufren acoso en la Unión Europea y el 25 % en nuestro país, se dice en off al final del filme–, pero con el estilo de una película de terror. Se nota que el realizador domina el oficio y que ha trabajado en todos los géneros. Por eso, su crónica testimonial está narrada con buen pulso cinematográfico, con la profesionalidad de alguien que sabe hacer cine de veras, al tiempo que consigue involucrar al espectador en el dramático relato. Él mismo definiría su película como “impactante, llena de emociones, necesaria y un puñetazo al corazón”.
Francamente, me impactó la película, pues resulta convincente el discurso de Josecho San Mateo. Y también la crítica a las instituciones educativas. Incluso –aunque las comparaciones sean odiosas– me ha gustado aún más que la análoga Cobardes (2008), de José Corbacho y Juan Cruz; ya que en esta cinta precedente se opta por la comedia, mientras San Mateo se aproxima al thriller, que es lo que conviene mejor a la trama.
Resulta espléndida la interpretación de todo el reparto, con enorme naturalidad en el trabajo de los adolescentes –quiero destacar primordialmente al sufrido protagonista, el debutante Albert Carbó, que cursa Arte Dramático en el Institut del Teatre de Barcelona– y brillante la utilización del marco urbano de la capital catalana, así como la diversidad y el entendimiento lingüístico que se muestra.
No obstante, el público no ha respondido favorablemente ante un filme (éramos dos personas en una sesión de tarde) que puede servir para concienciar a padres y pedagogos; a la sociedad española, en una palabra.
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