Madre!

Pablo Gugel

Periodista y Comunicador Audiovisual. Mi pasión por el cine se ha ido alimentando con los años. Mi abuelo me inculcó una semilla cuando era niño, con las películas de Chaplin o los hermanos Marx, que desde entonces no ha parado de crecer. Entiendo el séptimo arte no sólo como un entretenimiento, sino también como un medio para remover conciencias.

La filmografía de Darren Aronosfsky podría calificarse de poco convencional. El director de Pi, fe en el caos, Réquiem por un sueño o Cisne negro, entre otras, nunca ha rehuido el riesgo en cada uno de sus filmes, tanto en el aspecto técnico como en el guion, aspecto este último en el que ha mostrado siempre un especial interés por explorar los límites de la psicología humana en sus protagonistas. Su último filme, Madre!, continúa esa misma línea, pero llevando todos los elementos a su máximo exponente. Es su película más barroca, más atrevida, e incluso, si se me permite la expresión, más demente.

Y es que Madre! es un trampantojo fílmico. Revestida de thriller de suspense, narra la historia de un matrimonio que vive en una apartada casa en mitad del bosque. Él (Javier Bardem), un poeta de carácter indescifrable incapaz de escribir nada desde su último éxito. Ella (Jennifer Lawrence), una joven e inocente ama de casa entregada a su marido que se encarga de las tareas del hogar mientras él se encierra en su despacho obstinado en su creación artística. Pero cuando unos desconocidos aparecen en mitad de la noche y reciben la hospitalidad sin reservas del esposo, la joven cónyuge comienza a agobiarse y a sentirse extrañada por el comportamiento de los huéspedes. Hasta ahí, todo correcto. El director norteamericano desarrolla una película que sigue los cánones del suspense con algunos sustos que funcionan, muy bien rodada y que mantiene en absoluto desconcierto al espectador.

Sin embargo, aparenta ser lo que no es porque a partir de la segunda hora de metraje la película se convierte en una obra incalificable, difícil de explicar sin destripar la trama, que aúna secuencias crudas y extremadamente violentas que rozan el terror “gore” con aspectos pseudoreligiosos y elementos propios del surrealismo mezclados con otros del género bélico. Aronofsky hasta se permite el lujo de incluir una secuencia llena de sensibilidad en medio del caos de la situación. Todo ello desarrollado de manera trepidante en un entorno agobiante y claustrofóbico.

Y lo mejor –o lo peor, dirán algunos– es que el resultado final tiene sentido. Madre! es una original alegoría sobre el proceso de creación artística y una interesante reflexión sobre el matrimonio moderno, interpretada de manera soberbia por Bardem y Lawrence, que demuestran sus sobradas cualidades ante los múltiples registros que la película les exige.

Aronofsky ha hecho exactamente lo que quería. Sin ningún tipo de ataduras ni trabas políticas o morales, da la impresión de que no puso filtro a su mente en el momento de escribir el guion, aunque ello significase espantar a aquellos que buscaban algo más comercial, en la línea de su éxito Cisne negro. Y es que es importante dejar muy claro que no es para todos los públicos, a pesar del gran reclamo publicitario de sus actores protagonistas, y que probablemente sea motivo de escándalo para mucha gente. Pero es innegable que hay que poner en valor la valentía del director norteamericano de hacer una película como esta.

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