Sinopsis
En una Cumbre de presidentes latinoamericanos en Chile, en donde se definen las estrategias y alianzas geopolíticas de la región, Hernán Blanco (Ricardo Darín), el presidente argentino, vive un drama político y familiar que le hará enfrentarse a sus propios demonios. Deberá tomar dos decisiones que podrían cambiar el curso de su vida en el orden público y privado: por un lado, una complicada situación emocional con su hija, y por otro, la decisión política más importante de su carrera.
Crítica
Maquiavelo en los Andes
En el cine, los nombres de los personajes no suelen ser inocentes. Desde algunos que son spoilers andantes, como Darth Vader –en los Países Bajos, los fans de Star Wars ya debían olerse algo: en holandés, vader se traduce como “padre”-, hasta otros que aportan capas de lectura al personaje, como Frodo –nombre que proviene del término fród, que en inglés antiguo significa “sabio por la experiencia”-. Algo parecido ocurre en el caso del protagonista de La cordillera, el último film del director argentino Santiago Mitre.
En esta película, Ricardo Darín encarna al presidente Hernán Blanco, jefe de gobierno de la República Argentina, durante una cumbre de líderes políticos sudamericanos en lo alto de una montaña, en Chile. El apellido Blanco se revela en la película como un subrayado irónico: el de un personaje que es, en apariencia, sencillo y humilde –connotaciones simbólicas del color blanco-, pero que esconde tras esa fachada un pozo interior.
Esta dicotomía sirve para articular el tema principal de la película: el poder y los juegos que se estructuran en torno a él. Aunque no es –desde luego- la mejor película para reflexionar sobre los flujos y tejemanejes de la política, sí que funciona como introducción. En la línea de lo que el personaje de Elena Anaya –una periodista española que se encuentra en la cumbre para entrevistar a todos los asistentes- pone sobre la mesa durante una escena crucial dentro del discurso de la película, La cordillera nos pregunta si en política cabe hablar de conceptos como “bueno” o “malo”.
La tensión entre relativismo moral –cuyo exponente más popular es el príncipe de Maquiavelo, ese que debe emplear cualquier medio para mantenerse en el poder- y realismo –que podríamos identificar, por ejemplo, con los postulados de Santo Tomás de Aquino– es un dilema clásico de la ciencia política, y La cordillera no ofrece una profunda reflexión en torno a él. Más bien, lo pone sobre la mesa y deja el final abierto, para que seamos nosotros como espectadores quiénes lo cerremos.
La película, sin embargo, contiene una trama paralela a esta suerte de thriller de despachos: la que introduce a la hija de Blanco, una chica inestable con problemas mentales y emocionales interpretada por Dolores Fonzi. Esta trama familiar, sin embargo, no concita el interés de la primera –con la que no llega a cruzarse realmente-, ni aporta demasiado al guion. Más bien se pierde en meandros narrativos y tiende al fantástico en unas secuencias de hipnosis bastante vagas.
Es una lástima, porque la cinta –que exhibe una factura técnica convencional, pero efectiva- resulta, además, bastante entretenida. Con una fotografía preciosa de las montañas nevadas chilenas y un Ricardo Darín que, como decía algún análisis, interpreta el papel que de facto ya ejerce -el de hombre más importante de Argentina-, La cordillera es una película correcta y un interesante punto de partida para un debate sobre un asunto tan actual como es la ética en política.
Ficha técnica
- Título Original: La cordillera
- Dirección: Santiago Mitre
- Guión: Santiago Mitre
- País: Argentina
- Año: 2017
- Duración: 114 min.
- Género: Drama político
- Interpretación: Ricardo Darín, Dolores Fonzi, Érica Rivas, Gerardo Romano, Paulina García, Alfredo Castro
- Productora: Kramer, Sigman Films / La Unión de los Ríos / Telefé / Telefonica Studios / Maneki Films / Mod Producciones
- Música: Alberto Iglesias
- Fotografía: Javier Juliá
- Estreno en España: 29 de septiembre 2017