Frente al encierro que supone quedarse en casa por el coronavirus, Eduardo Navarro aprovecha la oportunidad como un tiempo de crecimiento interior, y propone una serie de defensas antivirales espirituales y humanas a partir de escenas de cine.
En Mejor imposible, Jack Nicholson es Melvyn, un solitario escritor con un carácter maniático y obsesivo, además de ser una persona sumamente egoísta. Siempre que abre la boca ofende a alguien. Cuando conoce a Carol algo sucede en su vida y encuentra un motivo para cambiar.
Lo más difícil, siempre, son las relaciones personales. Llevarnos bien con quienes nos rodean, en casa, el vecindario, el colegio, en la sociedad… Todo ámbito de relaciones humanas aspira a una comunión, una unión en la diferencia. En estos días que vamos a pasar más tiempo juntos podemos intentar fijarnos más en las cosas positivas de quienes nos rodean.
Y no solo fijarnos, también decírselo. Recomendación: al igual que al realizar una crítica, la alabanza debe ser concreta. Decirle, por ejemplo, a tu hija “qué guapa eres”, no sirve, es genérico. En cambio, ir a lo concreto es decirle “qué ojos tan bonitos tienes”. Con esto en mente, busquemos desde el amor decir cosas bonitas a nuestra familia y amigos.
(Como apoyo a la reflexión personal, un texto del sacerdote y escritor Jacques Philippe)
“En segundo lugar, que no nos podemos curar de una pasión más que con otra pasión; un amor desviado con un amor mayor; un comportamiento negativo con un comportamiento positivo que no niega, sino que asume el deseo subyacente al primero. Cualquier esfuerzo que se contente con enfrentarse directamente a una conducta negativa sin darse cuenta de que detrás de ella existe alguna esperanza o alguna necesidad positiva que se ha de reconocer, jamás conseguirá su objetivo.
Una ascesis «en bruto» que no haga un esfuerzo de inteligencia y comprensión para tener en cuenta lo que una correcta antropología puede enseñarnos acerca del hombre; que no distinga detrás de esas conductas erróneas cuáles son las necesidades que —de modo más o menos inconsciente— buscamos colmar; que no proponga una satisfacción legítima o un trueque compatible con la vocación de la persona, una ascesis así está condenada al fracaso”
(La libertad interior, 2002)