Mi amigo el pingüino | La amistad es para siempre

Mª Ángeles Almacellas

Doctora en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universidad Complutense de Madrid. Crítica de cine. Vicepresidenta de SIGNIS-España. Miembro del Círculo de escritores cinematográficos. Directora del curso "El arte de ver películas" en la UPM. Directora de CinemaNet-Madrid.

En esta película familiar de David Schurmann —adecuada para todas las edades, no solo para los más jóvenes—, conocemos a un pescador brasileño, João, y a su esposa Maria. En un accidente en la mar, pierden a su único hijo. Muchos años después, ya casi ancianos, parecen no haber superado el duelo y siguen sumidos en una vida triste. Hasta que un día João se encuentra a un pingüino con las plumas y las alas cubiertas de petróleo, lo lleva a su casa, lo limpia con cuidado lo alimenta y lo cuida hasta que recupere el plumaje y pueda volver a nadar en libertad. Maria, al principio se muestra algo reacia a tener el pequeño pingüino en la casa, pero pronto se encariña también con él.

Entre los tres, João, María y Dindim (así lo ha bautizado una niña de la aldea), surge una gran amistad, que salva la vida al animal y devuelve a los ancianos la alegría de vivir. Pero, como debe ser en una auténtica amistad, el amigo goza de plena libertad. Como dice el buen pescador, Dindim va y viene adonde quiere. Y así es en verdad, porque un buen día, el animalillo se hace a la mar y regresa a la Patagonia con sus congéneres. Pero, a partir de entonces, todos los años va a recorrer los 5000 km entre Argentina y Brasil para encontrarse con sus amigos.

Dindim es una auténtico héroe de los mares, que, seguido de cerca por la cámara, nos ofrece unas escenas bellísimas nadando en las aguas. Tal vez en ese caso haya algo de efectos visuales digitales, aunque básicamente se ha rodado con animales de verdad En todo caso, el resultado es buenísimo y, a lo largo de toda la película, Anthony Dod Mantle nos ofrece unas imágenes deslumbrantes de la naturaleza brasileña y de los pingüinos en los hielos de la Patagonia argentina o en las aguas del Océano.

Jean Reno y Adriana Barraza hacen un encomiable trabajo, así como el resto del reparto, y la interactuación con Dindim está muy lograda. Es divertido y entrañable el episodio de Dindim con el grupo de científicos argentinos, y no faltan los momentos de temor y angustia cuando Dindim sufre tantas dificultades para alcanzar la isla de sus amigos.

Mi amigo el pingüino es un canto a la amistad, al agradecimiento, la generosidad y la valentía. Una película para espectadores de todas las edades, que conmueve y estimula a comprometerse con el entorno. Muy recomendable.