El cine ha transmitido una imagen de Santa Teresa que puede agradar o no a los espectadores, que puede insistir más o menos en sus aspectos humanos y/o espirituales pero, sin lugar a dudas, su proyección en la gran pantalla ha contribuido a popularizar a una mujer que, no lo olvidemos, es la primera en alcanzar el grado de Doctora de la Iglesia.
Objetivos de su vida
Podríamos preguntarnos acerca de si el hecho de que Santa Teresa hubiese nacido en una época muy convulsa de la historia europea, marcada por la controversia derivada de la Reforma Luterana de 1517 y de la respuesta católica a la misma (Concilio de Trento, 1545-1563), además del inicio y expansión del Imperio español en el continente americano, influyó en mayor o menor medida en su vocación religiosa.
Seguramente sí, pero no sabremos nunca el alcance de la misma aunque, evidentemente y para una joven como ella, no debió pasar desapercibido el clima y las expectativas del mundo que la rodeaba en Ávila, recién iniciado el siglo XVI.
Tres objetivos marcaron su vida: el primero de ellos, ligado a la impetuosidad de la primera juventud, y que ella misma relata en el Capítulo 1 de su Libro de Vida, el deseo de “ir a tierra de moros”, deseo que no se cumplió. Sus otros dos grandes objetivos, la defensa de la Fe católica y la reforma de la vida monacal carmelitana, sí que llegaron a cumplirse: los numerosos libros escritos (que le valieron ser nombrada Doctora de la Iglesia en 1970 por el Papa Pablo VI) y la gran cantidad de monasterios que fundó a lo largo de su vida: un total de diecisiete de monjas y dieciséis de monjes.
La literatura que Santa Teresa ha generado, y genera, es muy extensa. La investigación sobre su vida, su religiosidad y su obra no puede ser expuesta en un texto como éste pero, afortunadamente, las fuentes audiovisuales, en este caso el cine de ficción y el documental, con todo su carácter subjetivo, han contribuido a difundir la historia de esta mujer, aportando cada una en su momento matices que merecen ser considerados.
Primeros films
Desde el primer documental filmado en 1925 hasta la última producción en 2023, todos, han proyectado una imagen acorde con el contexto histórico en el que aparecieron y, de ellos, pueden extraerse las informaciones sobre los valores religiosos que, según los realizadores, Santa Teresa defendía y, también, sobre aquella época, en algún caso con interés propagandístico o meramente dirigido a la ampliación del conocimiento y sin excluir alguna libre interpretación sobre el personaje.
Todo ello contribuye a la discusión pues la polémica siempre es la misma: ¿pueden reflejarse la historia, los valores religiosos, las acciones llevadas a cabo, los juicios, todo lo que rodea la vida de una persona como la de Santa Teresa con los criterios actuales o, han de ser lo más cercanos al mundo en que vivió? Cualquiera de las dos posturas es legítima, está claro, pero toca a quien observa las imágenes hacerse las preguntas para elaborar y, si es posible, compartir las respuestas.
Por ello este texto quiere hacer un sucinto repaso sobre algunas de las imágenes que el cine nos ha dejado, pues un examen de las páginas web sobre las imágenes de Santa Teresa excede a los límites establecidos.
Filmada en Ávila en el verano de 1925 y estrenada el 1 de Junio de 1926, Francisco Beringola realizó un pequeño corto de seis minutos y treinta y cuatro segundos de duración. Carece de sonido y fue visionado para su aprobación por el entonces Cardenal Primado, Pedro Segura Sáenz.
Las imágenes que pueden verse son muy variadas: Santa Teresa en su celda y la aparición de Jesús mientras ella reza; en otra escena, acompañando a otra monja en una visita a lo que debía ser la construcción de uno de sus conventos; en otra, pasea por el claustro. Finalmente, las últimas escenas presentan la aparición de un ángel en referencia a la experiencia mística que vivió, y acaba con su muerte, postrada en el lecho y rodeada de sus hermanas, ya anciana, besando la cruz. Una visión de Santa Teresa, ya en el Cielo, es la última imagen que ofrece.
En el año en que se filmó no existía aún el cine sonoro (lo haría en 1927 y, en España, no sería hasta 1929), pero ello no impide apreciar que en muy breve espacio de tiempo, se apuntan los elementos esenciales de su biografía sin entrar en detalles espirituales, detalles que ya se habían incorporado a la tradición popular.
Las imágenes que aparecen y que visualizó un público que desconocemos, no harían sino reforzar lo que ya se conocía a nivel general, pues Santa Teresa había sido ya canonizada (12 de Marzo de 1622) y su obra visible, monasterios y congregaciones, arrastraba tras de sí una amplia tradición. Sólo una pequeña secuencia, al comienzo, muestra un fragmento de una de sus numerosas obras místicas.
Premio en 1959
No mucho más extenso en duración, un total de catorce minutos, es el documental que realizaron Joaquín Hualde y José López Clemente en 1958. Premiado en la IV Semana Internacional de cine religioso de 1959, ofrece un mayor contenido que el anterior y mucho mejor estructurado. Las murallas de Ávila constituyen la imagen inicial de un conjunto de informaciones sobre los orígenes familiares de Santa Teresa y algunos episodios de su niñez; a ellas siguen las referentes a la muerte de su madre y el ingreso en el Convento de la Encarnación, su enfermedad, los rumores sobre sus éxtasis y apariciones, los conflictos con la comunidad de monjas y, finalmente, el inicio del proceso de fundaciones que se prolongaría, como se sabe, entre 1562 (con la fundación del Convento de San José en Ávila) y 1582, en Burgos.
A diferencia del anterior, este documental aporta un mayor número y variedad de informaciones de tipo biográfico, además de mejor ordenadas en su exposición, acompañadas de una voz en off que explica lo que va apareciendo. Pero no incide en detalles relacionados con la espiritualidad y la mística que desarrolló Santa Teresa.
Fue precisamente con motivo del IV Centenario de la fundación del Convento de San José (1562) cuando se filmó la primera gran aproximación a la figura de Santa Teresa. En efecto, y realizada en 1961 por Juan de Orduña (1900-1974), se proyectó en la gran pantalla una película titulada Teresa de Jesús, que tuvo en aquella época una gran acogida por parte del público. Hoy, bastantes años después de su estreno, hay que observar lo siguiente:
- Primero, los problemas que existieron en torno al guión, pues un total de cinco colaboraron en el mismo, aunque fue José María Pemán junto a Antonio Vich y Manuel Mur Oti quienes aparecen en los títulos de crédito iniciales, algo que probablemente muestra las discrepancias internas a la hora de reflejar lo que se quería dar a conocer sobre el personaje principal. Hubo asesoramiento religioso por parte de un sacerdote católico, el padre Pedro Tomás y, finalmente, el guión definitivo obtuvo la aprobación eclesiástica.
- Y, segundo, la ocasión perdida de mostrar la figura de una mujer con un gran mensaje místico. Este mensaje quedó oscurecido por planteamientos más cercanos a los del entonces vigente nacionalcatolicismo. La gran actriz Aurora Bautista (1925-2012) encabezaba un muy extenso reparto de grandes actores y actrices. Su actuación fue presentada por la crítica como muy lograda y, efectivamente, visualizar las dos horas y ocho minutos de su duración muestra que supo interpretar muy bien su papel: Santa Teresa como guía espiritual, no tanto de los dogmas de la Iglesia sino como referencia de las señas identitarias de la España de entonces: un país que había de conservar unos valores espirituales en un mundo que estaba cambiando.
Una Santa Teresa que predica la austeridad en un mundo, y en un país como el nuestro, que estaba desarrollando un cambio de valores hacia el capitalismo. Frente a esta realidad emergente la propuesta de una fe inconmovible en Dios, tal y como puede apreciarse en el minuto 84, cuando Teresa dice: “En España queda mucho por conquistar, con la Cruz, que es la Vida; quiero conquistar cosas eternas”. No en vano, fue considerada como impulsora de la conquista y evangelización, Santa de la Raza y, también, nombrada Patrona de la Sección Femenina. Una prueba más de cómo el cine adapta e interpreta lo ocurrido en base a planteamientos que nada tienen que ver con el personaje y su historia.
Televisión Española y hasta la actualidad
En el año 1984, y con motivo del IV Centenario de su fallecimiento, se proyectó en las pantallas de televisión española la serie Teresa de Jesús, dirigida por Josefina Molina (Córdoba, 1936). Un total de ocho capítulos de una hora de duración, caracterizados por su cuidada producción y el rigor histórico, sustentado en las recientes investigaciones históricas de entonces y que facilitaron la ausencia del tratamiento hagiográfico del personaje. Hay que mencionar la felicitación de la jerarquía eclesiástica española por la fidelidad a la persona, doctrina, espíritu y mensaje que la serie mostraba sobre Santa Teresa.
Rafael Gordon (Madrid, 1946) dirigió una película en el año 2003 que, con el título de Teresa, Teresa, constituyó una aproximación muy diferente a las anteriormente citadas. Sus noventa y siete minutos de duración presentan la personalidad humana y espiritual utilizando un medio atípico: a partir de la entrevista que la presentadora de un programa televisivo, la santa de Ávila contesta a las cada vez más agresivas preguntas con pasajes textuales de sus obras.
El resultado de este interesante y bien logrado film es hacernos ver que las grandes preguntas de siempre sobre la vida y su sentido, sobre el dolor y el amor, siguen estando presentes en un mundo donde el humanismo católico, siempre entusiasmante, aparece como una sólida alternativa al neopaganismo nihilista. En definitiva, una propuesta de repasar y contraponer los valores místicos del siglo XVI con la superficialidad del siglo XXI.
Otra aproximación, ésta vez más polémica, fue la que llevó a cabo el director Ray Loriga (Madrid, 1967). El título inicial de la misma iba a ser Teresa, muerte y vida. Pero, al final, fue Teresa, el cuerpo de Cristo. Y desde su estreno en el año 2007, la polémica se inició con el cartel de difusión de la misma, totalmente alejado de las anteriores películas: una sensual imagen del cuerpo de Teresa, de perfil, con el cabello suelto y con la mano de Cristo, en un segundo plano, que la abraza.
No es de extrañar que las autoridades religiosas la rechazasen pero, sin embargo, la película ofrecía una muy buena descripción de la primera etapa de la vida de Santa Teresa, es decir, desde el momento en que ingresa en el Monasterio de La Encarnación hasta que emprende la reforma del Carmelo. Una buena exposición de la historia de una mujer en tiempos difíciles. Una mujer que no fue mártir y que hizo historia.
La última aproximación a Santa Teresa en el cine ha sido la película de Paula Ortiz (Zaragoza, 1979). Su título, Teresa (2023), no puede ser más escueto pero refleja el rumbo de lo que la película relata: el diálogo de una mujer con el inquisidor, un diálogo en el éste indaga en su pasado y en las tentaciones de una mujer que transgredió las normas de la época y luchó por aquello en lo que creía.
Sin lugar a dudas se trata de una película con un componente de reivindicación de la vacilación espiritual como algo legítimo y, especialmente, de una reivindicación del espacio para las mujeres. Como afirmaba Paula Ortiz en una entrevista: “Fue una persona que dudó. Nuestra película está articulada sobre una mujer en busca del conocimiento más profundo del alma, emocional e intelectual”.
Basada en la obra teatral La lengua en pedazos (2011), escrita por Juan Mayorga (Madrid, 1965), las palabras del propio Mayorga sirven de final para este texto:
“Teresa es extraña y fascinante; hoy como entonces, asombran su voluntad y su palabra, tan violentamente hermosa. Esta noche la visita su enemigo más íntimo: el Inquisidor. El combate tiene lugar en la cocina del convento. Allí, entre pucheros, anda Dios”