“El puente de la solidaridad” y la DANA asesina de Valencia
Creo que he vivido, que estoy viviendo muy de cerca, la peor tragedia de mi vida. Valencia, ciudad en la que vivo. Noviembre de 2024. La naturaleza nos ha sorprendido con una Gota Fría, una Dana, decir que monumental es como no decir nada. Millones y millones de litros de agua saltan furiosos por los pueblos de la zona sur, agua que en pocas horas, a su paso, anega y destruye todo, y todo es todo: miles de coches y camiones resbalan rápidos por las aguas como si fueran juguetes de niño, casas destruidas, garajes inundados -muchos convertidos en tumbas-, calles llenas de barro, de fango, de lodo, de podredumbre. Y muertos, muchos muertos, y muchas personas desaparecidas. Todo es dolor, destrucción, podredumbre, ira. El paisaje es apocalíptico ¿Qué está pasando? Los valencianos -todos- estamos desolados, traumados, desconcertados. El dolor y el sufrimiento se han apoderado de nuestros corazones, de nuestros hogares, de nuestra ciudad. No se puede expresar tanta tragedia: es imposible.
Y en medio de tanta tragedia, una enorme luz, esperanzadora se abre por todos los rincones de la ciudad; como un pistoletazo de salida, miles y miles de voluntarios se lanzan a la calle; los puntos de acogida de alimentos, de ropa, medicamentos, agua, etc. no dan a vasto para recoger, ordenar y enviar todo el material a las zonas inundadas. Como un enorme ejército muchos de estos voluntarios, de todas las edades y “pelajes” pero muchos, muchos, son jóvenes, muy jóvenes; con palas, con escobas, cubos, con lo que sea, se prestan a ayudar in situ a los que los necesitan, que son todos por eso, llenos de barro hasta las cejas, no dejan de trabajar. Si las imágenes de los efectos de la riada son espeluznantes, increíble, más increíble es esa multitud anónima, cruzando el ya bautizado como “Puente de la Solidaridad” que se desplaza deseando hacer el bien y sembrar alegría y esperanza en tanta gente hundida no solo en barro; hundida en un profundo y desconcertante dolor. Está claro que todos podemos hacer algo y muchas veces, mucho.
Con esta intención, quiero colaborar con el buen hacer del cine, tantas veces recogiendo el sentir de los humanos, y recordar algunas de las películas que hablan de que todos somos de todos. Son cintas que nos hablan de solidaridad.
1. Another year (Mike Leigh, 2010)
Dirigida por Mike Leigh, una obra maestra, de gran sensibilidad y sencillez. Narra la historia de un maduro y feliz matrimonio capaz de acoger a todos los que se les acercan, de escucharlos y ponerse a su altura con paciencia y comprensión. La fructífera unión de la pareja conlleva que su hogar sea un lugar hospitalario, donde familiares y amigos que han tenido peor fortuna encuentran un foco de luz, un refugio donde encuentran comprensión y fortaleza.
2. Invictus (Clint Eastwood, 2009)
Basada en hechos reales, ensalza a Nelson Mandela, líder africano que creyó en el hombre. Presenta su dimensión más humana y su capacidad para trasmitir un mensaje conciliador a un pueblo cargado de dolor y deseos de venganza. En 1995. Sudáfrica sería la sede de la Copa Mundial de Rugby, y a un año fecha, el presidente Mandela decide apoyar al equipo nacional que está en su peor momento y no cuenta con las simpatías de la población negra. Su objetivo es que el triunfo de la selección suponga un logro capaz de unir e inspirar a una nación. Lo consiguió. Ganaron el campeonato y las calles de la ciudad de Johannesburgo se llenan de personas en una celebración unánime, sin distinción de raza, edad o condición social.
3. El Havre (Arki Kaurismäki, 2011)
Arki Kaurismäki demuestra una vez más con una sencilla película, que “otro” cine social es posible. Se trata de una emocionante historia, un relato muy humano, de magníficos y tiernos personajes, que se relacionan entre sí con cotidianos y entrañables diálogos, que viven “al día” sabiendo desvivirse por amor por los que tienen alrededor. Es una fábula moral que ilustra una evidencia: quienes menos tienen son con frecuencia los más solidarios. El Havre, ilustra dos valores esenciales: la dignidad de toda persona y en cualquier situación; y la solidaridad de la que el director espera el milagro y convierte en cine su deseo.
4. Broker (Hirokazu Koreeda, 2022)
Apología de los mejores sentimientos que puede albergar el corazón humano. El director Koroeeda, narra, de forma brillante y conciliadora, la miseria material y moral de sus personajes. Corea del sur. Una joven madre deja a su hijo recién nacido en la puerta de una iglesia, con la intención de que sea adoptado por una familia que pueda proporcionarle una vida mejor. Dos hombres que se dedican al tráfico de niños, lo recogen con la idea de venderlo al mejor postor. La madre, arrepentida, vuelve y descubre el negocio ilegal de estos personajes; decide unirse a ellos para encontrar los mejores padres para su hijo. A lo largo de la proyección las relaciones entre los personajes se van suavizando al aflorar en ellos los mejores sentimientos y lazos afectivos hasta llegar a conformar una especie de familia.
5. Prefiero el paraíso (Giacomo Campiotti, 2010)
A primera vista no parece muy apetecible ver una película sobre San Felipe Neri. Sin embargo, cuando sales del cine, tienes la sonrisa impresa en la cara y el corazón esponjado de alegría. Entre otros apelativos, a este santo se le conoce como “el santo de la alegría”. Es proverbial su conocida expresión: “sed buenos si podéis”. La película te hace reír, llorar; te hace rezar. A poca fe que se tenga, entran ganas de lanzarse al mundo y ganarlo para Cristo. Comienza con la llegada del santo a Roma desde Montecassino esperando ser enviado como misionero a las Indias… para descubrir que sus indias están ahí, en Roma junto a los golfillos de la calle a los que va formando con ternura e ironía, mediante juegos y canciones.
6. Hasta el último hombre (Mel Gibson, 2016)
Elogiando el pacifismo, ofrece una filmografía de violencia brutal y explícita. Cuenta la asombrosa historia de Desmond Doss, joven de gran personalidad que desea servir al ejército de Estados Unidos, pero hombre de fe, ha prometido ante Dios no tocar un arma. Tras enfrentarse a la incomprensión de sus compañeros, que le acudan de cobarde y a un juicio de guerra, consigue alistarse como médico y podrá los medios para salvar vidas. La película muestra el infierno de la batalla de Okinawa, a la vez que se subraya la grandeza interior del protagonista implicado en la gran tarea de robar a la muerte, vida. Será un héroe. Parte de hechos reales, existen testimonios escritos sobre la hazaña humanitaria, solidaria de Desmond Doss.
7. Buscando a Nemo (Andrew Stanton y Lee Unkrich, 2003)
Película que regala humor, felicidad, colorido. El pez payaso Marlin pierde a su esposa y a sus futuros hijos por el ataque ha sufrido de un enorme pez. Solo eclosionará un huevo, Nemo, muy querido y super protegido por su padre. Para probar su libertad, Nemo acepta el reto de sus amigos de salir a mar abierto. Capturado, va a parar a una pecera. Su padre emprenderá una peligrosa aventura para salvarlo en la que encontrará inesperados aliados -como la “desmemoriada”, torpe y muy divertida Dory- que le enseñarán que el mar no es tan peligroso, que el miedo no ha de condicionarnos en la vida y que los obstáculos se superan con esfuerzo.
MUY ACERTADA ESTA COLABORACIÓN. ENHORABUENA A LA AUTORA Y AL EQUIPO DE CINEMANET