Cómo entrenar a tu dragón | Buen remake en imagen real de un clásico de animación de Dreamworks

Miguel Soria

Licenciado en Comunicación Audiovisual por la UCM, Máster COPE de Radio y Televisión; crítico de cine en Pantalla90 y responsable de la sección de videojuegos en Aceprensa; director y presentador del pódcast 'Enciende el mando'

Continuamos con la interminable moda de hacer “remakes” en imagen real de grandes películas hechas en animación (recordemos que no es un género sino una forma de hacer cine). Unas veces con poca o ninguna fortuna (véase Blancanieves de Marc Webb en este 2025) y otras con gran éxito merecido (véase El libro de la selva de Jon Favreau en 2016). Dreamworks, con toda lógica, no ha querido perderse su parte del pastel y nos trae Cómo entrenar a tu dragón, su gran éxito de 2010, y lo ha hecho bien.

En la escarpada Isla Mema, donde vikingos y dragones han mantenido una amarga enemistad durante generaciones, Hipo (Mason Thames) es un muchacho diferente a los demás. El ingenioso y subestimado hijo del jefe Estoico el Inmenso (Gerard Butler) desafía siglos de tradición haciéndose amigo de Desdentao, un temido dragón Furia Nocturna. Su insospechado vínculo desvelará la verdadera naturaleza de los dragones, poniendo a prueba los cimientos de la sociedad vikinga. En compañía de la feroz y ambiciosa Astrid (Nico Parker) y Bocón, el estrafalario herrero del pueblo (Nick Frost), Hipo planta cara a un mundo dividido por el miedo y la incomprensión. Pero cuando surge una ancestral amenaza que pone en peligro tanto a vikingos como a dragones, la amistad de Hipo con Desdentao se convertirá en la clave para forjar un nuevo futuro. Juntos, deberán recorrer la delicada senda hacia la paz, volando más allá de los límites de sus mundos y redefiniendo para siempre el significado de ser un héroe y un líder.

Parece que hubiera pasado una eternidad, pero no en realidad no es tanto: 15 años. Y para los que recordamos con cariño el gran éxito original de Dean DeBlois podíamos tener miedo de que el paso a la imagen real sufriera los defectos de otros filmes que pasan por un absurdo filtro ‘woke’ y se añadieran detalles de ideología de género, LGTB (y todas sus interminables siglas) y otros innecesarios añadidos que no solo no aportan sino que llegan a restar. Pero no, las cosas se han hecho bien y no ha sido así, pero tampoco tenemos añadidos frescos. Nos explicamos. Si Jon Favreau deslumbró con El libro de la selva en 2016 fue porque no se limitó a pasar a imagen real el clásico de 1967 de Wolfgang Reitherman sino que añadió muchos detalles muy buenos, es decir, la clave estaba ahí: no limitarse a copiar y pegar los planos del original y llevarlos a la gran pantalla con imagen real sino añadir guion y profundidad a los personajes. Pues bien, DeBlois ha hecho lo contrario trasladando, casi fotograma a fotograma, lo que vimos en 2010 y lo ha traído a 2025 tal cual, sin añadir casi nada y dejando todo intacto, incluyendo diálogos y planos de cámara. Quizás el miedo a innovar le haya impedido dar un algo más. Por fortuna el reparto cumple, con actores de la talla de Gerard Butler o el cómico Nick Frost, aunque el protagonismo absoluto es de Mason Thames, que da muy bien la talla como Hipo y clava su papel de joven inseguro que descubre su verdadera vocación.

¿Entonces es mala película por copiar la original sin rubor ni riesgo? Lo cierto es que no, es muy entretenida y apta para toda la familia, sin estridencias de ningún tipo, pero adolece de una primera parte que se hace muy lenta, aunque la segunda acelera un poco para encaminarnos a un tercer acto magnífico. Pero claro, para llegar a él ha pasado mucho y se ha hecho algo pesado. Por fortuna los vuelos con los dragones y el tiempo que pasa Hipo con Desdentao son magníficos, sin duda lo mejor de la cinta. Los entrenamientos de los jóvenes son entretenidos, sin más, calcados al filme de 2010.

Vuelve a acertar, como acertaba la cinta original (qué menos) en centrarse en la evolución de la relación paternofilial Hipo-Estoico y la amorosa Hipo-Astrid. Los amigos son buenas comparsas que ayudan a hacer llegar el mensaje del trabajo en equipo y de que el conocimiento no ocupa lugar. De camino, acertadas reflexiones de que no siempre hace falta intentar cambiar la personalidad para “encajar”, hay que ser uno mismo, ya se encontrará su sitio en el mundo. Y por supuesto una decidida apuesta por el diálogo y la paciencia antes que por la fuerza bruta.

Evidentemente los dragones tienen un aspecto magnífico y se integran a la perfección con los personajes reales, qué menos estando en 2025 con los gigantescos avances en efectos especiales. La música de John Powell hace el resto y ofrece unas composiciones acordes a las fabulosas imágenes de vuelos y un clímax apoteósico. Un detalle muy interesante del doblaje es que se han conservado la mayoría de las voces del filme de animación, así que volvemos a escuchar a Álvaro de Juan, José Luis Angulo o Laura Pastor entre otros en sus papeles correspondientes, manteniendo así una coherencia sonora que se agradece, aunque pueda hacerse raro oír a Gerard Butler sin su voz habitual, Jordi Boixaderas.

Así que, quizás sin la magia del original, DeBlois ha logrado un remake de imagen real no del todo redondo pero sí muy entretenido que va de menos a más y con mensajes positivos sobre la familia y la aceptación del distinto. Incluye además una brevísima escena poscréditos que no dice gran cosa pero prepara para una más que probable secuela que llegará si la taquilla acompaña.