Daniel Guzmán solo ha rodado tres películas: A cambio de nada (2015), que barrió en el Festival de Málaga como mejor película y premio de la crítica, después Canallas (2022) y su tercer largometraje, con el que ha demostrado su valía como director y mereció ganar algún premio en el Festival de Málaga, aunque se fue de vacío.
Película de temática del drama social y la crisis de vivienda y los desahucios. El cine español ha retratado magistralmente la crisis de la vivienda con películas como Cinco metros cuadrados (2011), Cerca de tu casa (2016), En los márgenes (2022), Techo y comida (2015) y el clásico El pisito (1958) de Marco Ferrari.
Esta película, que desde el minuto uno te atrapa con un gran guión, cuenta con una actuación soberbia de Daniel Guzmán, la abuelita entrañable Rosario García, Susana Abaitua, que ya demostró sus dotes en El comensal (2022) y Todo lo que no sé (2025) e Itziar Ituño, además de una gran cantidad de secundarios y un pequeño papel de Luis Tosar, espléndido.
Es una película que habla del perdón, de cómo una madre pierde a un hijo y el autor de esta tragedia se acerca un poco a ella, sin saberlo, para pedir redención. Gracias a él, ella sale de la tragedia y, como dice en la película, la muerte de un hijo es tan profunda, tan dolorosa, como tener un cuchillo en el cuerpo continuamente.
Son muchas historias en una misma película: la de la abuela, el protagonista Daniel Guzmán como director y actor, la enfermera, los empleados del banco, la policía, los mafiosos y la madre que perdió a su hijo. Y cuando se acerca el causante de la gran tragedia es cuando la película entra en el clímax total. Los últimos 30 minutos entran en una fase dura y, en algunos momentos, agobiante para el espectador por la intensidad de la historia. Ver que el causante de la muerte de su hijo la saca de la depresión y logra que vuelva a sonreír es impactante.
Como era una historia dura, no era fácil un final feliz. Los melodramas no pueden tener finales maravillosos, y es ahí donde el director se equivoca. Una de las temáticas de esta película es el perdón y la redención, y ahí no jugó bien el guión. Con un final en silencio, abierto, con el regreso de la madre a la cárcel para visitar a su verdugo, con solo miradas, se habría logrado casi una obra maestra, como en la película Redención (2011), que demuestra que el amor y la amistad pueden encontrarse en los lugares más oscuros.
Película que ya entra en el ranking de las 500 mejores del cine español y en las 20 mejores del 2025, y que deja con ganas de esperar nuevas historias de este director, Daniel Guzmán.







