Vuelve a la cartelera Jonás Trueba con «La reconquista», un sencillo e íntimo drama sobre amores pasados y brasas que aún crepitan que logra llegar al corazón.
ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET Título Original: La reconquista |
SINOPSIS
Tras quince años sin verse, Manuela (Itsaso Arana) y Olmo (Francesco Carril) se reencuentran en Madrid. Aunque el tiempo ha llevado a cada uno por un camino distinto –ella, de flor en flor en Argentina; él, comprometido con su novia (Aura Garrido)-, aún prende alguna chispa en las brasas del primer amor.
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CRÍTICAS
[Guille Altarriba. Colaborador de Cinemanet]
Decía el francés Víctor Hugo que la melancolía es “la felicidad de estar triste”. Algo de eso hay en el cuarto trabajo como director de Jonás Trueba, “La reconquista”, una película sorprendentemente tierna, contenida y madura en tiempos de exceso y excitación visual constante. El hijo de Fernando Trueba continúa su lucha tranquila por sacudirse de encima dicha etiqueta en una película que, como sus anteriores obras, transita las calmadas aguas del paso del tiempo y los sentimientos por resolver.
La trama es deliberadamente sencilla: sigue a los dos protagonistas a lo largo de tres actos: una noche en Madrid, el día siguiente y un largo flashback. Lo sutil y cotidiano logra la conexión gracias, en buena parte, a las cercanas y conmovedoras interpretaciones, tanto Itsaso Arana como la parlanchina Manuela como Francesco Carril en el papel del retraído Olmo. Planea sobre ambos la sombra del romance adolescente que compartieron y que, a pesar de las idas y venidas, sigue punzándoles el corazón.
Así, a través de lo cotidiano –ir a cenar a un tailandés, ver una actuación de música, bailar en un garito…- Jonás Trueba va tejiendo un tapiz emocional sobre el amor y el tiempo, sobre las olas del pasado que llegan a la arena del presente. En una entrevista posterior, Francesco Carril asegura que lo que pasa durante el rodaje es “la vida que se cuela en la propia película”, una visión muy apropiada para lo que ocurre entre las rendijas de las escenas, unidas por la argamasa de las palabras nunca dichas y las cartas enviadas, ya enronquecidas con los años.
Completa el tapiz que teje Trueba la música de Rafael Berrio, el cantautor donostiarra que interpreta al padre de Manuela. Los acordes de sus composiciones acompañan unas significativas letras que contrapuntean la trama y apoyan el tono melancólico que inunda los fotogramas. Para muestra, y como conclusión, un botón:
“He aquí los prisioneros de la eterna ceremonia
Qué incomprensibles parecen sus leyes, qué lejos queda en la memoria
que un día fui portador de ese fuego y frecuenté estos mismos reservados
donde amé y a veces fui amado”
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