Babel
Dirección: Alejandro González Iñárritu. País: USA. Año: 2006. Duración: 143 min. Género: Drama. Interpretación: Brad Pitt (Richard), Cate Blanchett (Susan), Gael García Bernal (Santiago), Elle Fanning (Debbie), Kôji Yakusho (Yasujiro), Rinko Kikuchi (Chieko), Adriana Barraza (Amelia), Nathan Gamble (Mike), Mohamed Akhzam (Anwar), Peter Wight (Tom), Harriet Walter (Lilly), Trevor Martin (Douglas), Mónica del Carmen (Lucía). Guión: Guillermo Arriaga; basado en un argumento de Guillermo Arriaga y Alejandro González Iñárritu. Producción: Alejandro González Iñárritu, Jon Kilik y Steve Golin. Música: Gustavo Santaolalla. Fotografía: Rodrigo Prieto. Montaje: Stephen Mirrione y Douglas Crise. Diseño de producción: Brigitte Broch. Vestuario: Michael Wilkinson. Estreno en USA: 27 Octubre 2006. Estreno en España: 29 Diciembre 2006. |
En las lejanas arenas del desierto de Marruecos suena un disparo que desencadena una serie de acontecimientos fortuitos que servirá para conectar a una pareja estadounidense en su desesperada lucha por sobrevivir, con los dos chicos marroquíes responsables involuntarios del accidente, una niñera que cruza la frontera de México ilegalmente con dos niños estadounidenses y una adolescente japonesa sorda y rebelde sobre cuyo padre pesa una orden de busca y captura. A pesar de las enormes distancias y de las culturas tan antagónicas que los separan, estos cuatro grupos de personas comparten un destino de aislamiento y dolor. Sólo bastarán unos pocos días para que se encuentren totalmente perdidos, perdidos en el desierto, perdidos para el mundo, perdidos para sí mismos, mientras avanzan hacia el borde del abismo de la confusión y el miedo, al tiempo que se hunden en las profundidades de las relaciones y del amor.
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CRÍTICAS
Parece ser que con esta Babel se rompe -¿definitivamente?- la fructífera relación entre el guionista Guillermo Arriaga y el realizador Alejandro González Iñárritu. Y digo fructífera porque yo no soy de los que ven exceso de artificio emocional en la trilogía de películas que el tándem nos ha dejado. Y es trilogía en el cómputo numérico tanto como en el corpus narrativo de las obras. Tanto Amores Perros como 21 gramos como Babel obedecen a unos esquemas narrativos parejos (herederos ya lejanos de aquella película, podríamos decir que canónica en lo concerniente al retrato coral, Short cuts), a una puesta en escena donde prima la cuidadosa descripción de lo subjetivo, y sobretodo a unas intenciones dramático-líricas que encuentran el mejor parangón ?sino el único- en su reciprocidad.
En Babel se puede decir que los espacios narrativos se abren al riesgo ?también en el apartado industrial o de producción: se trata de una obra de farrragosa realización, de complicado rodaje-, por cuanto Arriaga/Iñárritu utilizan tres escenarios bien dispares ?la frontera entre México y los Estados Unidos, Marruecos y Japón- y hasta cuatro tipos de personajes confrentados, correspondientes a los nacionales de los cuatro países citados. La excusa y nexo argumentales, más bien trágicos de principio a fin, sirven al realizador para enhebrar una dolorosa elegía, un retrato de la incomunicación aplicada a todos los espacios, desde el más encendido e íntimo, al más frío y burocrático.
La dificultad que entraña la realización de una obra de este calado se supera con talento por parte de Iñárritu, quien sabe dotar de una ambientación diversa a cada pasaje escénico por su correspondencia con su/s pasaje/s emocional/es, quien sabe exprimir a fondo las posibilidades del montaje y de la soberbia partitura que Gustavo Santaolalla ha compuesto para la ocasión, para extraer, en un estadio diría que más perfeccionado que en sus obras precedentes, una sucesión de set-pièces desgajadas ?de escenificación a menudo febril, basada en aturdidos primeros planos e innumerables cortes- que hallan una perfecta yuxtaposición. A pesar de que el desarrollo argumental en algunas ocasiones flaquea un tanto ? Babel contiene el libreto más complejo de Arriaga, y en alguna ocasión el ensamblamaje se le escapa de las manos-, la fuerza que Iñárritu extrae de las situaciones planteadas (y el buenhacer de los actores, también hay que decirlo) son por momentos antológicas, bien capaces de permanecer en la retina durante largo tiempo (pienso en la secuencia, tan terrible como patética, de la micción; en los planos que describen la literal travesía en el desierto de la cuidadora; o la escena de la desesperada insinuación sexual de la adolescente al inspector de policía).
Las historias que se ponen en la dramática picota argumental de Babel se fundamentan en los conflictos y sufrimientos individuales, y no da la sensación que pretendan servir a un discurso global (o quizá debiera decir globalizado). Pero en la sustancia narrativa del filme se halla un subtexto que, de un modo sutil, refleja en ocasiones las incoherencias de unos sistemas políticos, legislativos y burocráticos (o incluso logísticos en el caso del pasaje japonés) que se supone están puestos al servicio de las personas pero en cambio suelen convertirlas en víctimas de su propia abstracción y frialdad, cuando no directamente ningunearlas en pos de intereses superiores ?pienso en la turista que encarna Cate Blanchett desangrándose en un pueblo perdido mientras el helicóptero que tiene que recogerla no llega, cuando al mismo tiempo los noticiarios de medio mundo hablan con el tristemente habitual sentido tétrico de la «hostilidad», del «ataque armado a una turista americana».
Babel: más cercanos pero también más lejanos?
[Martín Palma Melena, colaborador de Cinemanet]
Babel es una cinta conformada por algunas historias paralelas que, aunque ubicadas en diferentes partes del mundo, están vinculadas entre sí no sólo por algunas aristas argumentales sino además por el mensaje de fondo de que, sin importar qué distanciados estemos geográficamente, nuestras vidas están entrelazadas y nuestros actos individuales tienen repercusiones sociales y hasta mundiales de formas insospechadas; no obstante, seguimos viviendo recluidos en nuestra propia burbuja, más allá de la cual todo nos resulta indiferente o desconocido o desdibujado por los lentes empañados de nuestros prejuicios?
En suma, las historias de Babel nos muestran lo tan interconectados que estamos hoy en día en algunos sentidos, pero lo tan distanciados que también estamos en muchos otros sentidos. En esta película nos sentimos reflejados en una aldea global que puede habernos puesto abruptamente cara a cara con personas que nos son muy distintas por muchas razones, pero como seguimos mirándolas a través de la idea que tenemos de ellas y no como realmente son como humanos, todavía no estamos preparados mental ni cultural ni emocionalmente para tal encuentro?
En Babel la sospecha y la incomprensión son recurrentes y planteadas de forma muy creíble, lo que nos motiva a buscar explicaciones, tal vez la realidad nos desborda y no tenemos tiempo ni capacidad para procesarla con la celeridad que exigen los tiempos actuales, entonces preferimos enmarcarla en angostos parámetros (siempre más fáciles de comprender), como por ejemplo las burdas generalizaciones o los prejuicios, que nos convierten en victimarios (y también en víctimas) porque quienes no son desconocidos y diferentes nos intimidan y si fracasamos en el intento de entenderlos (si es que realmente hubo tal intento) preferimos enclaustrarlos en nuestros estrechos esquemas mentales, y lo mismo hacen con nosotros quienes también nos perciben como desconocidos y diferentes. Y de allí que todos nos observemos recíprocamente con dichos prejuicios, atmósfera que nos vuelve más aprensivos y temerosos de que al menor paso en falso terminemos malinterpretándonos, estigmatizándonos y sufriendo incluso consecuencias graves. Es decir, prejuicios siempre ha habido, pero ahora más que nunca porque hemos sido embestidos por una realidad tan compleja y heterogénea que no logramos decodificar y que desesperadamente queremos ordenar ubicándola dentro de parámetros que nos parecen más familiares y seguros, algo que hace que la burbuja que habitemos siga reduciéndose cada vez más. Y de allí que a inicios del siglo XXI y en plena era de la Globalización estemos más cerca que nunca antes, pero también más distanciados que nunca antes.
Todas estas digresiones bien explicarían que en el panorama presentado por Babel los personajes no se comprendan o se miren con desconfianza o ya no como personas sino como estereotipos (una forma de empobrecer la realidad).
Así, si eres una mexicana que trata de cruzar la frontera hacia Estados Unidos con dos niños gringos que criaste desde que nacieron, pues lo más probable es que los hayas secuestrado o Dios sabe qué otras cosas.
Si eres un niño marroquí, y tu padre te regaló un rifle para cuidar a tus ovejas de los chacales, pero te pones a probar tu puntería con un autobús de turistas, en el que terminas hiriendo a una ciudadana norteamericana, pues nadie niega que hiciste algo grave y que hasta tal vez merecerías ser recluido en una correccional para menores, pero como eres marroquí corres el riesgo de que ya no sólo tú sino toda tu familia termine identificada como terrorista y hasta acribillada; corres además el riesgo de que las autoridades norteamericanas crean de que Marruecos ya no es un destino turístico recomendable porque hay células terroristas?
Si eres un turista norteamericano cuya esposa fue herida en Marruecos por una bala perdida, pues te expones a que el resto de turistas, incluso compatriotas tuyos, terminen abandonándote en algún remoto pueblo, porque qué pena lo que le pasó a tu cónyuge pero todos estamos apurados?
Si eres una adolescente japonesa sordo-muda, las cosas no te serán menos desfavorables? Si ya los que pueden hablar y oír les es difícil entenderse y se muestran indiferencia, entonces ¿a ti qué te queda? Pues otorgar tus favores sexuales ya no por dinero, porque lo tienes y no lo necesitas, sino por un poco de afecto, por una simple caricia?
Si eres un padre japonés y quieres mostrarle a tu hija que te preocupas por ella, que quieres hallar un espacio dentro de tu estrecho horario para salir juntos y conversar y conocerla más, pues ella preferirá dar prioridad a las salidas con sus amigas pero sin dejar de enrostrarte lo desconsiderado que eres y la poca atención que le brindas? Y tú quieres comprenderla pero no sabes cómo pues ambos no sintonizan?
Por tanto, lo que me sugirió Babel es un mundo donde ya no somos personas individuales, únicas e irrepetibles, sólo somos perfiles? Me explico: si somos latinoamericanos o musulmanes, pues tengamos cuidado porque al menor error podemos despertar sospechas; si somos norteamericanos pues ni se nos ocurra pedir ayuda por haber pasado por un mal momento, pues nuestra sociedad puede perdonar nuestros excesos y escándalos, pero nunca nuestros fracasos, ya que finalmente Adam Smith decía eso de que, en la Libre Competencia, la ambición individual se traduce indefectiblemente en el bienestar común y, por ende, debemos ser individualistas a más no poder, y esa cuestión de la solidaridad atañe ya a la beneficencia o al Ejercito de Salvación, y bastante tienen los demás con sus propios problemas e intereses, y si los descuidan para ayudarnos ya no podrán contribuir al bien común, el que bajo esa lógica individualista nos exige vernos como competidores o con indiferencia y no como hermanos, mentalidad reflejada incluso en situaciones muy puntuales, como aquella ya mencionada escena donde un turista es abandonado junto con su esposa herida? (Valga la aclaración: siempre me ha parecido contradictoria esa frase de que la ambición individual ayuda al bien común, y ¿qué pasa si nuestras ambiciones colisionan con la de los demás? En fin, no quiero salirme del tema?)
Esta película también me sugirió que incluso un entorno donde estemos rodeados de gente de nuestra misma lengua y cultura puede resultarnos una Torre de Babel, pues finalmente la comunicación no es sólo verbal, ya que literalmente podemos tratar de decirnos muchas cosas pero emocional y mentalmente nunca sintonizamos. Dicho de otra forma, lo que hace que vivamos en una Torre de Babel no es que tengamos idiomas o culturas diferentes (obstáculos no insuperables si hay buena voluntad) sino que seamos egoístas e incapaces de captar las necesidades ajenas? Y si eso sucede con nuestro círculo inmediato ya qué podrá ocurrir en otros círculos?
En este contexto, incluso nuestro mundo cada vez más interconectado lejos de acercarnos puede distanciarnos mucho más, ya que las nuevas tecnologías de la información sólo servirían para reproducir a escala mundial nuestros malos entendidos, cuyas consecuencias podrían ser desproporcionadas en relación al hecho que las provocó ¿Una guerra? Y esta situación es muy viable mientras nos sigamos viendo como unos desconocidos, como islas entre las que no hay ningún puente?
Y no es que no podamos entendernos sino que o somos ociosos (en algunos casos) o temerosos (en la mayoría de ellos) o demasiado egoístas para conocernos un poco más cuando nos percibimos como diferentes, y por eso nos vemos no como personas sino como imágenes distorsionadas por esas ventanas empeñadas que son nuestras ideas preconcebidas: es decir, más fácil es pensar que todos los latinoamericanos, musulmanes o norteamericanos son respectivamente posibles ilegales o terroristas o imperialistas prepotentes; mucho más difícil es persuadirnos de que cada persona es única e irrepetible, que nunca está determinada por su origen y que en todos lados los hay buenos y malos, sea en China, Ecuador o Suecia; mucho más difícil es ver más allá de los prejuicios para descubrir a la persona particular y concreta; mucho más difícil es salir de nuestro ensimismamiento, que incluso podría conducirnos a que sintamos como una Torre de Babel nuestro propio hogar, y a que nos volvamos tan sordos y mudos como aquella adolescente japonesa de este film?
Babel indudablemente lleva aspectos de la realidad a extremos, que son inquietantes no por como son dramatizados sino por lo verosímil que nos resultan? De pronto no nos parece descabellado que las historias paralelas de esta cinta realmente puedan ocurrir, y eso es lo que nos deja desconcertados?