Dirección: Kim Rossi Stuart. |
SINOPSIS
Dos niños, Tommy y Viola, y su padre, Renato, forman una extraña y luchadora familia después de ser abandonados por la mujer más importante de sus vidas: su madre y esposa. Para los tres, en este hogar incompleto, se ha instaurado una paz rutinaria. Pero cuando la madre reaparece, se altera el precario equilibrio de la familia, removiéndose el dolor enterrado. Ante esta situación, Tommy, de tan sólo once años, se ve forzado a cruzar la inmensa pero fina línea entre la niñez y la madurez, convirtiéndose en apoyo clave para su padre.
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CRÍTICAS
[Miguel-Fernando Ruiz de Villalobos. Vicepresidente de Cinemanet]
Una familia desestructurada
Ahora que el debate en la sociedad civil española parece centrado en la familia, no se sabe bien por qué razones, cuando nadie, ni desde ningún punto de vista, puede negar el origen primigenio del núcleo familiar como punto de partida de las sucesivas agrupaciones que la sociedad ha ido creado a la largo de su historia, una película como “Líbero” (”Anche libero va bene“, en su título original italiano), interesante y prometedor debut en la dirección del actor Kim Rossi Stuart (Roma, 1969), quien nos había ofrecido una magistral interpretación en “Las llaves de casa” (2004), de Gianni Amelio, llega como anillo al dedo a las pantallas españolas y a los diferentes formatos de reproducción que la tecnología más moderna está creando constantemente, para ofrecer un directo y duro testimonio sobre la fragilidad de la institución familiar en una sociedad donde determinados valores se están perdiendo poco a poco.
La historia de “Líbero” es bien sencilla y, desgraciadamente, muy habitual en la sociedad occidental actual. Dos niños, Tommy (Alessandro Morace) y Viola (Marta Nobili), y su padre, Renato (Kim Rossi Stuart), forman una extraña y luchadora familia después de ser abandonados por la mujer más importante de sus vidas: su madre y esposa, Stefania (Barbora Bobulova). Para los tres, en este hogar incompleto, se ha instaurado una paz rutinaria. Pero cuando la madre reaparece, se altera el precario equilibrio de la familia, removiéndose el dolor enterrado. Ante esta situación, Tommy, de tan sólo once años, se ve forzado a cruzar la inmensa pero fina línea entre la niñez y la madurez, convirtiéndose en apoyo clave para su padre, que acaba desmoronándose.
Una historia cotidiana, hecha de momentos diarios de unas vidas marcadas por la personalidad inestable de esa mujer, esposa y madre, insatisfecha en sí misma, que en su problemática interior arrastra a los suyos y desestructura su familia. Con guión del propio Kim Rossi Stuart, que también se reserva el muy interesante papel del padre, Renato. Un hombre destrozado por una situación que no comprende (en este sentido es impresionante la escena que se produce con el regreso de Stefania al hogar, con un inicio de gran violencia y de reproches y con un desenlace emotivo y tierno), que pese a intentar llevar con dignidad y eficacia el peso de una situación tan delicada, le es muy difícil salir adelante, de ahí la importancia del papel de sus dos hijos, especialmente de Tommy.
En este sentido, uno de los elementos más interesantes de la narración que ha utilizado Kim Rossi Stuart es que presenta la historia a través de la mirada del niño, una mirada inocente, asombrada por una situación que no comprende, falto de ese calor maternal que necesita y que deberá convertirse en el faro que ilumine el futuro de su padre y de su hermana. Realizada sin grandes alardes, intimista y dibujando a los personajes con acierto, “Líbero” se puede considerar un buen debut en la dirección del joven actor italiano, que no cabe duda, a la hora de escribir y dirigir la película ha estado muy directamente influido por el cine de Gianni Amelio y muy especialmente por su personaje de Gianni, ese padre que recupera a su hijo disminuido, en “Las llaves de casa“.
En un momento en que lo superficial y acomodaticio caracteriza al cine que se produce en la cultura occidental, especialmente al cine producido en Hollywood, una película como “Líbero” es una excelente propuesta para reflexionar y analizar la situación de la sociedad actual.
[Decine21]
La extraña familia
Famoso en Italia, Kim Rossi Stuart tiene a sus espaldas una larga trayectoria como actor teatral (destaca en obras de Shakespeare), televisivo y cinematográfico, habiendo aparecido en películas como Más allá de las nubes y Las llaves de casa. Ahora debuta como director con este intenso drama, que también protagoniza, y que le perfila como un cineasta a tener muy en cuenta en lo sucesivo. Cuando el film fue estrenado en la sección de la Quincena de Realizadores, del Festival de Cannes, en 2006, fue muy bien recibido por los críticos, algunos de los cuales le comparaban con Truffaut, por tejer una sólida ópera prima sobre la infancia, tema central de Los 400 golpes, aunque las similitudes se acaban ahí, pues de citar algún referente, se diría que bebe mucho más de Vittorio De Sica y de cineastas italianos actuales como Gianni Amelio.
El niño “golpeado” en esta ocasión se llama Tommi Benetti, que vive con Renato, su padre, y su hermana, Viola, abandonados por su madre, una mujer inmadura que de vez en cuando se larga con un amante, aunque a veces ha regresado, en busca de una nueva oportunidad.
El film retrata sin concesiones los efectos que esta desestructuración ha provocado en toda la familia. El padre, que se siente humillado, se ha convertido en un histérico, lo que le causa graves problemas en su relación con sus hijos. Además, es un tipo caprichoso, que suele tener problemas en su trabajo como operador de cámara en el mundo del cine, por sus enfrentamientos con quienes le contratan. Por su parte, a Viola se le junta la falta de afecto con la entrada en la adolescencia. Quien peor lo pasa es el pequeño Tommi, que apenas ha conocido a su madre, y su relación con el padre medio neurótico es muy difícil. Tommi sueña con ser jugador de fútbol, pero su padre le ha obligado a apuntarse a la escuela de natación, un deporte que al chico no le acaba de apasionar.
Kim Rossi Stuart filma con un estilo realista y se luce en varias secuencias de enorme dramatismo, que reflejan la soledad y la violencia psicológica que sufre el protagonista, por culpa del egoísmo de los adultos, cuyos comportamientos ni siquiera entiende en toda su magnitud. Está en una edad decisiva, en la que los acontecimientos le pueden afectar para siempre, y se intuye que se está convirtiendo en una persona insegura, sobre todo en la subtrama en la que el chico descubre el amor. Destaca el momento en el que la madre regresa, aunque se deduce que no por primera vez, y pequeños detalles, como la conversación con otro niño que le pregunta por su madre y Tommi responde “ah, no sé, mi madre va y viene”. Kim Rossi Stuart se apoya en una puesta en escena muy clásica, con pocos movimientos de cámara y un elaboradísimo trabajo de los actores, todos al nivel del propio director, que demuestra una gran calidad, a pesar de que se vio obligado a actuar, en el último momento, tras la renuncia de otro actor. También destaca el jovencísimo Alessandro Morace, que debuta con esta película.
[Daniel Galindo. Muchocine.net]
Cuando se estrena una producción de nuestros vecinos, no sé ustedes, pero siempre pienso en todas las otras cintas que se han quedado en el camino, así que hasta cierto punto es comprensible que todas las películas de factura italiana que nos llegan presenten un notable nivel de calidad.
Este mosaico de sentimientos reconstruido por un pequeño avispado y entrañable entronca con una nueva forma de comunicar que se está dando como ligero contraataque al cine de consumo masivo: el actor Kim Rossi Stuart tiene las ideas claras y cuenta con los mecanismos precisos, además de la experiencia necesaria ?curtirse a las órdenes de otros le ha servido-, para poner en pie un relato que articula elementos cotidianos, narrado desde la sencillez de planteamiento y sin las ínfulas de muchos que se creen que han nacido sabiendo.
Sólo es necesario huir de la pretensión y tratar al espectador como un igual, y no como un mero consumidor que olvida con rapidez, para entrar en el selecto club al que ya pertenecen los hermanos Ulloa, Sánchez-Arévalo y, desde luego, veteranos como Icíar Bollain, Manuel Poirier, Nanni Moretti y Gracia Querejeta -por reducirlo al arco mediterráneo-. Líbero es otro ejemplo de cómo hacer cine partiendo de una idea concisa para no perderse en subterfugios emocionales de los que cueste salir o recargar el metraje con adornos innecesarios.
Aquí importa la palabra bien dicha en el momento oportuno, la fuerza hipnótica de una mirada, el valor de un silencio… La película elude la lágrima rápida, el componente melancólico que suele edulcorar de manera innecesaria. Se agradece que el padre de la criatura no recurra a lo fácil y por otro lado juegue con nosotros colocándonos siempre en el filo, al borde del precipicio, con pequeñas pruebas y desafíos.
Volviendo a nuestra teoría sobre lo que llega o no a las pantallas comerciales, el problema no es que haya poca permeabilidad en nuestra industria de cara al cine italiano, sino que a los dueños del cotarro cada vez les interesa menos una historia cercana, sencilla y bien relatada. Por desgracia y, salvo excepciones, es algo inherente a todas las cinematografías del Viejo Continente.
Esta película recibió el premio Familia otorgado por la Asociación Cinemanet en la edición de 2007
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