Expiación: Más Allá de la Pasión
Dirección: Joe Wright. País: Reino Unido. Año: 2007. Duración: 130 min. Género: Drama. Interpretación: Keira Knightley (Cecilia Tallis), James McAvoy (Robbie Turner), Saoirse Ronan (Briony Tallis con 13 años), Romola Garai (Briony Tallis con 18 años), Vanessa Redgrave (Briony Tallis adulta), Brenda Blethyn (Grace Turner), Juno Temple (Lola), Patrick Kennedy (Leon Tallis), Benedict Cumberbatch (Paul Marshall). Guión: Christopher Hampton; basado en la novela de Ian McEwan. Producción: Tim Bevan, Eric Fellner y Paul Webster. Música: Dario Marianelli. Fotografía: Seamus McGarvey. Montaje: Paul Tothill. Diseño de producción: Sarah Greenwood. Vestuario: Jacqueline Durran. Estreno en Reino Unido: 7 Sept. 2007. |
SINOPSIS
La película comienza en Inglaterra un día de 1935, el más caluroso del año. A pesar de la creciente amenaza de la II Guerra Mundial, Briony Tallis y su familia viven como auténticos privilegiados en su enorme mansión victoriana neogótica. Toda la familia se reúne para el fin de semana, pero el opresivo calor y las emergentes emociones reprimidas crean una soterrada sensación de peligro. Briony, escritora en ciernes, es una chica con mucha imaginación. Una serie de catastróficos malentendidos provoca que acuse a Robbie Turner, el hijo del ama de llaves y amante de su hermana Cecilia, de un crimen que no ha cometido. La acusación destruye el amor naciente entre Robbie y Cecilia, además de cambiar dramáticamente el curso de sus vidas.
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CRÍTICAS
Gran parte del equipo con el que Joe Wright contó para «Orgullo y prejuicio» participa en esta adaptación de la novela de Ian McEwan. Sin embargo, quien se ha encargado de adaptar el libro ha sido Christopher Hampton («El americano impasible», «Carrington», «Imagine Argentina«). Una tarea complicada; más en una novela que reflexiona sobre el propio papel de la literatura, del oficio de escritor, del punto de vista y de otros aspectos metalingüísticos que también se reflejan en la película.
El tema de la necesidad de «reparar» ante un mal cometido queda claro a lo largo del guión, junto a la reflexión sobre el poder autoexpiatorio del arte de escribir ?esa autoconciencia del oficio tan propia del siglo XX-. Dicho poder se reivindica tímidamente, incluso aunque su resultado se divorcie de la realidad. Esto, que parece algo confuso, se entiende a través de la estructura del film, por sus saltos en el tiempo para conformar un punto de vista distinto, e incluso sus pequeños engaños al lector-espectador, condensados en uno de los momentos finales de la película donde el metalenguaje y la mezcla de formatos no puede ser más ecléctica: la autora de una novela, Briony ya de mayor, es entrevistada en un programa televisivo mientras confiesa qué hay de verdad histórica en su relato y qué hay de compensación al lector y a su necesidad de saber que ha pagado por lo que hizo. Todo ello en el marco de una película, la que está viendo el espectador, que es la adaptación de una novela reciente. Interesante, pero sin duda insuficiente.
En lo que respecta al guión, el segundo y más largo tramo de la película transcurre disociado en dos tramas que corren paralelas y casi sin ningún punto de unión. Esto acentúa su marcado carácter literario, al mismo tiempo que pone de manifiesto la escasa entidad narrativa de la historia de amor ?en la exteriorización de la cual se da prioridad a la pasión por encima de otros signos más sutiles y menos tópicos-. Algo parecido sucede a las secuencias de Robbie en la II Guerra Mundial, pretendidamente trágicas ?por la planificación, la sonorización y la música- pero también narrativamente frías. La otra trama, la que sin duda debería ser la central, es la necesidad de Briony de expiar, tras arrepentirse de lo que hizo. Esa premura por pagar – excelentemente «escuchada» en el golpeteo de unas imaginarias teclas de máquina de escribir- se vierte en una tarea humanitaria que ofrece el mejor fondo de la película. Un fondo incompleto, ya que Briony, como todo ser humano, precisa de que su deseo de pedir perdón y ser perdonada sea verbalizado y escuchado. Su sufrimiento queda casi anegado en un sinsentido, intensificado sin duda por la ausencia de transcendencia.
Errores encadenados
Inspirada adaptación de la novela homónima de Ian McEwan. La acción arranca en un caluroso día de verano de 1935, en la casa de campo de la familia Tallis. Briony, la hija pequeña de doce años, es una cría de imaginación y actividad desbordantes, que anda preparando una obra de teatro escrita por ella misma, para representar con sus primos, una chica y dos gemelos. Pero a una imagen que contempla desde una ventana de la mansión, y que ella malinterpreta ?su hermana mayor Cecilia quitándose la ropa ante Robbie, el hijo del ama de llaves?, sigue una cadena de sucesos ?la entrega del mensaje equivocado, un momento de pasión en la biblioteca, un ataque sexual a su prima la noche en que se escapan los gemelos?? que conducen a una terrible mentira que hace desgraciadas a muchas personas. Años más tarde, estallada la Segunda Guerra Mundial, los protagonistas de aquellos hechos tal vez tengan la ocasión de expiar por ellos?
Cuando el propio novelista comenta que adaptar su obra «es un trabajo de demolición. Se trata de reducir una novela de 130.000 palabras a un guión de 20.000. Además presenta grandes dificultades porque es muy intimista, penetra en la cabeza de varios personajes», uno empieza a hacerse cargo del mérito del trabajo de Christopher Hampton, guionista, y Joe Wright, director, por convertirla en imágenes. Y lo cierto es que se capta a la perfección el sentimiento de culpa de Briony (gran trabajo de las actrices que la encarnan a distintas edades, Saoirse Ronan, Romola Garai, y Vanessa Redgrave), que hace presa en ella en un momento dificil, el de la adolescencia, cuando despierta la sexualidad y los sentimientos son confusos; uno puede entenderla a ella muy bien, al igual que a su hermana Cecilia ?muy bien Keira Knightley en un papel ingrato? y a Robbie ?nadie debería perder de vista a James McAvoy, un actor espléndido?, que ven truncado su amor incipiente de modo fatal, y para los que el resentimiento y la amargura son una lógica tentación. El guión despliega bien estos temas centrales ?pecado, culpa, penitencia, reparación, perdón??, a la vez que habla de los prejuicios de clase y muestra el horror bélico de la Segunda Guerra Mundial.
Hay que subrayar también las audacias narrativas, en los saltos temporales, o en la repetición de los mismos hechos desde distintos puntos de vista, todo ello introducido sin estridencias, con una suavidad increíble. Hay estupendas transiciones de un plano a otro, relacionándolos visualmente, o fundiéndolos con el sonido (qué gran idea unir la hermosa banda sonora, con las teclas de la máquina de escribir de la escritora en ciernes Briony). Y resulta prodigioso ese alarde de plano secuencia rodado con steadycam en línea de playa, de casi diez minutos, en que Robbie y dos compañeros del campo de batalla recorren el campamento, de gran complejidad técnica y numerosos figurantes, que te deja sencillamente boquiabierto.