Bardem dedicó su merecida estatuilla al cine español
[José María Caparrós Lera. Vicepresidente de Cinemanet]
La ceremonia del codiciado premio «Oscar» de la Academia de Hollywood se celebró el pasado domingo con el esplendor acostumbrado. La vieja Meca del Cine ha demostrado, una vez más, que sabe adaptarse a los nuevos tiempos. Los principales Academy Awards han sido para los vanguardistas e «indie» hermanos Coen, Joel y Ethan, que son un cinéfilo y filósofo de carrera.
En efecto, No es país para viejos se ha llevado un palmarés que era previsible: Mejor película, mejor director, mejor guión adaptado y mejor actor de reparto, nuestro Javier Bardem. El film de Joel y Ethan Coen es un prodigio de puesta en escena. Por eso me parecen justos los cuatro Oscars concedidos. Más discutible es el guión adaptado, pues muchos espectadores quedan un tanto defraudados con su final; no obstante, respeta el espíritu de la novela de Cormac McCarthy. Se trata de un thriller fronterizo, en la mejor línea de las obras de este binomio creador, que vale la pena visionar. Y Bardem borda su papel de asesino psicópata. Este nuevo Paco Rabal del cine español brindó la preciada estatuilla a los cómicos, especialmente a su familia y a nuestra pobre industria autóctona.
Otro cineasta vanguardista, Paul Thomas Anderson (el autor Magnolia), acaso tan innovador y amante del Séptimo Arte como los hermanos Coen, fue reconocido por su realización de Pozos de ambición; aunque él no se llevó el Oscar, sí el gran protagonista del film, Daniel Day-Lewis (que ya había ganado la estatuilla dorada hace una década por Mi pie izquierdo), así como el director de fotografía de esta importante película, Robert Elswit. Una obra que evoca un período de la historia de Estados Unidos. Aun así, la perdedora de esa noche fue la británica Expiación, de Joe Wright, que sólo se llevó el premio a la Mejor banda musical; mientras Once fue premiada por su canción Falling Slowly, y Juno ganó el Oscar al Mejor guión original.
Por otra parte, otro film tan innovador como Michael Clayton, de Tony Gilroy, se tuvo que conformar con la estatuilla a la Mejor actriz de reparto, Tilda Swinton; y el también vanguardista Tim Burton sólo se llevó una estatuilla dorada por su musical gótico Sweeney Todd. El barbero demoníaco de la calle Fleet: Mejor dirección artística, para Dante Ferreti y Francesca Lo. Otra europea obtuvo el codiciado premio a la Mejor interpretación femenina: Marion Cotillard, por su papel de Edith Piaf en La vida en rosa. La actriz francesa estaba radiante y feliz en la gala; pues todas las estrellas lucieron sus vestidos y figuras.
Los siempre valorados galardones a la Mejor película extranjera fue a parar a una producción austriaca, que tiene previsto su estreno en España el 14 de marzo: Los falsificadores, de Stefan Ruzowitzky, otra crónica histórica acerca de la utilización de los judíos en los campos de exterminio nazis. Los tres Oscar «técnicos» ?Mejores montaje, sonido y efectos? fueron, merecidamente, para El ultimátum de Bourne; mientras que la película de animación Ratatouille también recibió su reconocimiento, al igual que el Mejor vestuario de Alexandra Byrne por Elizabeth. La edad de oro.
Hollywood ha optado este año por repartir sus preciados galardones entre bastantes artistas europeos. Y asimismo ha intentado levantar la taquilla con su comercial «Oscar«, ya que la recaudación de las cinco películas nominadas como mejores era de las peores de las últimas décadas. Ahora el gran público se lanzará a ver los títulos premiados. Por tanto, las diezmadas salas cinematográficas de todo el mundo aumentarán su rendimiento… si la creciente «piratería» lo permite, claro.