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Dirección: Andrew Adamson. Año: 2008. Duración: 147 min. Género: Fantástico, aventuras. Interpretación: Ben Barnes (el príncipe Caspian), Georgie Henley (Lucy), Skandar Keynes (Edmund), William Moseley (Peter), Anna Popplewell (Susan), Peter Dinklage (Trumpkin), Pierfrancesco Favino (lord Glozelle), Sergio Castellitto (rey Miraz), Warwick Davis (Nikabrik), Damián Alcázar (lord Sopespian), Vincent Grass (Dr. Cornelius), Alicia Borrachero (reina Prunaprismia), Shane Rangi (Asterius). Guión: Andrew Adamson, Christopher Markus y Stephen McFeely; basado en el libro de C.S. Lewis. Producción: Mark Johnson, Andrew Adamson y Philip Steuer. Música: Harry Gregson-Williams. Fotografía: Karl Walter Lindenlaub. Montaje: Sim Evan-Jones. Diseño de producción: Roger Ford. Vestuario: Isis Mussenden. Estreno en USA: 16 Mayo 2008. Estreno en España: 2 Julio 2008. |
SINOPSIS
Un año después de los increíbles acontecimientos de «El león, la bruja y el armario», los Reyes y las Reinas de Narnia vuelven a reunirse en ese remoto y maravilloso mundo donde descubrirán que han pasado más de 1.300 años, calculados en tiempo narniano. Durante su ausencia, la Edad de Oro de Narnia ha terminado, y los Telmarinos han conquistado Narnia que ahora está dominado por el malvado Rey Miraz, que gobierna sin piedad. Los cuatro niños no tardarán en conocer un nuevo y extraño personaje: el joven Príncipe Caspian, heredero legítimo al trono que se ha visto obligado a esconderse ya que su tío Miraz trama su asesinato para colocar a su hijo recién nacido en el trono. Con la ayuda de un valiente ratón parlante llamado Reepicheep, de un tejón llamado Trufflehunter y de un Duende, Nikabrik, los Narnianos, liderados por los poderosos caballeros Peter y Caspian, se embarcan en un extraordinario viaje para encontrar a Aslan, liberar Narnia del yugo tiránico de Miraz y restaurar la magia y la paz en el territorio.
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín, La Gaceta]
Esta segunda aventura de las Crónicas de Narnia, del norirlandés C.S. Lewis, comienza un año después de la anterior, según el calendario terrestre, y 1.300 años después, según el calendario narniano. Ahora, Narnia está dominada por los telmarinos, ambiciosos seres humanos que han perseguido de tal modo a las criaturas parlantes de Narnia que ya las dan por extinguidas. En realidad, viven ocultas en lo más profundo de los bosques, asustadas por la violencia humana y por la ausencia ya centenaria del mítico león Aslan. Saldrán a la luz cuando el príncipe telmarino Caspian hace sonar un cuerno mágico tras escapar de un complot contra su vida, organizado por el cruel Lord Miraz. A su reclamo vuelven también a Narnia, desde el Londres de 1941, los cuatro hermanos Pevensie ?Edmond, Peter, Susan y Lucy?, que hacen así realidad una profecía que vaticinaba el retorno de los Reyes Antiguos. Entre todos prepararán la inminente guerra contra los telmarinos.
En su afán por parecerse a El Señor de los Anillos, en esta nueva aventura fantástica predomina la épica sobre la alegoría, de modo que la sucesión de escapadas y batallas se imponen demasiado sobre ese amable costumbrismo de fábula moral, principal atractivo de las obras de ficción de C. S. Lewis. En concreto, la majestuosa y mística presencia-ausencia del león Aslan tiene menos potencia que en la primera entrega, aunque ciertamente permite la reflexión sobre la tristeza de la incredulidad y el poder de la fe. También se reducen sustancialmente las subtramas sobre la amistad de los niños protagonistas con diversos seres de Narnia. En este sentido, personajes como el valiente ratón Reepicheep, el sabio tejón Trufflehunter o el cascarrabias duende Nikabrik quedan más difuminados que en la novela.
De todas formas, el encantador personaje de Lucy ?magníficamente interpretado por Georgie Henley? vuelve a llenar la historia de inocencia y capacidad de asombro, completando así la exaltación de la valentía, la solidaridad y el sacrificio, que los demás personajes personifican desde un enfoque más voluntarista. Y todo esto lo vuelve a recrear Andrew Adamson (Shrek, Shrek 2) con un cautivador sentido del espectáculo, en el que saca el máximo partido a los preciosos parajes naturales y decorados en los que ha rodado, a los sorprendentes efectos visuales, a la preciosa fotografía de Karl Walter Lindenlaub y a la vibrante banda sonora de Harry Gregson-Williams, a ratos un poco enfática, pues Adamson la emplea para disimular algún que otro decaimiento narrativo.
Queda, por tanto, una notable película para todos los públicos, un poco inferior a su antecesora y quizá demasiado oscura y violenta para los más pequeños, pero que sigue transmitiendo esa fascinante intensidad narrativa, dramática, moral y religiosa de los mejores relatos de fantasía heroica.
Al igual que su predecesora, esta nueva entrega de «Las Crónicas de Narnia«, sumergen al espectador en un mundo fantástico donde los animales hablan, los árboles bailan y donde todo es posible. En esta ocasión, la raza humana, y la avaricia que le ha ocasionado tantos sufrimientos, es la causante de los problemas que padece el pueblo narniano. Como es habitual en las novelas de Lewis, la lucha entre el bien y el mal está servida bajo la figura de diferentes personajes. La ambición, la bondad, la honradez, la valenía, la tolerancia, la cobardía, la discriminación y un largo etcétera se encarnan en el Rey Miraz, el león Aslan, el príncipe Caspian, los hermanos Pevensie y el pueblo de Narnia.
Narnia vuelve a abandonar el papel y a plasmarse en el celuloide bajo impresionantes escenarios naturales y ficticios, poblados por las extrañas criaturas que dan a la historia ese contenido fantástico al que pretende transportarnos su autor. En esta ocasión el espectador no necesita muchas explicaciones, porque las encontró en la primera entrega. Quizá sea éste el motivo por el que puede parecer que la historia tiene menos contenido. Sin embargo, y a pesar de que el argumento es sencillo, lo cierto es que la acción se sucede a buen ritmo, sin pausas ni recreaciones inútiles, con los diálogos justos y algún toque de humor que ayuda a pasar los casi 150 minutos que dura el film en poco más que un suspiro.
Adamson vuelve a ponerse al frente de este proyecto que a Disney le supone grandes ingresos de taquilla y merchandising y que, seguramente, gustará a los que salieron satisfechos después de ver la primera adaptación. En este caso, es obligatorio advertir que algunos pasajes con terroríficas criaturas, luchas atroces o simplemente oscuridad y acontecimientos imprevistos, pueden hacer saltar de la butaca a más de uno, especialmente a los más pequeños.
La era de los telmarinos
Narnia está gobernada por los telmarinos, hombres que se han establecido allí desplazando a las criaturas mágicas. Miraz, el hermano del difunto rey telmarino, acaba de ser padre de un niño varón, por lo que peligra el acceso a la corona del legítimo heredero, el príncipe Caspian. Aconsejado por su tutor, el doctor Cornelius, Caspian huye precipitadamente por la noche al bosque, donde se va a encontrar con las criaturas de la antigua Narnia, que el joven creía eran pura leyenda. También hará sonar un viejo cuerno que, según las viejas historias, sirve para convocar ayuda en tiempos de dificultad. Y en efecto, los hermanos Pevensie, Peter, Susan, Edmund y Lucy, que se encuentran en el andén del metro en el Londres de 1941, un año después de los sucesos narrados en Las Crónicas de Narnia: El león, la bruja y el armario, llegan de modo mágico a Narnia.
Se encuentran un lugar muy distinto al que dejaron tiempo atrás, pues lo que para ellos ha sido un año en el mundo normal, en Narnia han sido cientos de años. La época en que los hermanos fueron reyes ha quedado sepultada por el discurrir del tiempo, suena a algo legendario, e incluso narnianos como el enano Trumpkin no tienen muy claro que exista de verdad alguien como Aslan, el majestuoso león que dio su vida antaño por Narnia. Mientras Caspian trata de persuadir a las criaturas de Narnia para que le ayuden a derrotar al usurpador Miraz, ofreciéndoles recuperar la forma de vida de tiempo atrás, aparecen los Pevensie, dispuestos a ayudarle en la tarea.
Nueva y apasionante entrega de «Las Crónicas de Narnia«, la saga fantástica de C.S. Lewis integrada por siete volúmenes. Y aunque estamos ante un relato fantástico, se opta por un inteligente realismo: lo que vemos, parece que está sucediendo en un mundo diferente pero auténtico. Aquí se adapta el segundo de los libros del autor inglés, de nuevo con Andrew Adamson tras la cámara, y con él mismo y los guionistas Christopher Markus y Stephen McFeely. Hay un claro esfuerzo de fidelidad al original, al tiempo que un modo inteligente de no separar demasiado las líneas argumentales de Caspian desvalido preparándose para enfrentarse a su tío Miraz, y de los Pevensie redescubriendo Narnia.
Además, tras el enorme éxito del film precedente, el presupuesto de la nueva entrega ha sido más generoso, lo que se nota en el diseño de producción, en las escenas de batallas, y en el empeño de cuidar mejor la creación de las criaturas fantásticas, y su integración en las diversas escenas. Quizá este deseo de aprovechar la coyuntura, incluso inventando un asalto al castillo de Miraz, para ensanchar el aire épico de la narración, perjudica un poco al conjunto, se acaba prestando demasiada atención a la parafernalia de los efectos especiales. Y eso que en tal sentido se logra una pasmosa perfección, en que se imaginan las circunstancias concretas de cómo discurren las batallas, con elementos ocurrentes de estrategia, o se atrapa la emoción de los diversos duelos y desafíos. El problema es que ese hacer todo ‘a lo grande’, quita algo de fuerza a los personajes y a sus conflictos.
La apuesta en esta ocasión es abordar el tema de la fe, cuando la presencia y la ayuda de Aslan no son tan evidentes como en la anterior aventura. Si en El león, la bruja y el armario el sacrificio del león era patente, aquí Aslan no se deja ver, es una etapa de oscuridad, en que la tentación para Peter es confiar sólo en sus propias fuerzas en la tarea de ayudar a Caspian; esto le conduce a la arrogancia y a la confrontación, mientras que en el caso del príncipe surge la opción de ceder a las seductoras garras del mal; también Lucy, la más cercana a Aslan, a quien ve en sueños, pasa por la prueba del miedo, de considerarse demasiado pequeña e indefensa para poder actuar. En definitiva, y de acuerdo con el fondo cristiano de la saga de Lewis, se está hablando de la necesidad de confiar en Dios para afrontar los problemas. Y se señala cómo toda actuación, acertada o errónea, tiene consecuencias.
Un terreno en que la saga Narnia ha acertado plenamente, tanto en este film como en el anterior, es el del reparto. En vez de acudir a actores archiconocidos, se ha seleccionado a intérpretes muy buenos y que encajan en sus personajes, pero no muy reconocibles para el gran público. Aquí hay que aplaudir el trabajo de Sergio Castellitto como el villano Miraz, al que compone como un personaje ambicioso pero muy humano, alejándose de la trampa del histrionismo; se sigue así la línea marcada antes por Tilda Swinton con su Bruja Blanca, que tiene aquí una breve aparición. También están bien en el bando de los telmarinos Damián Alcázar, Pierfrancesco Favino y Simón Andreu, que junto a Alicia Borrachero, conforman un grupo de intérpretes latinos muy coherente. Además es un acierto la elección de Peter Dinklage (Vías cruzadas, Declaradme culpable) para dar vida al enano Trumpkin.
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hola a mi en lo personal puedo decir que es la mejor película que he visto, que felicito a toda la producción que hizo posible esto y que espero con ansia ver la parte 4
Pues no sé ustedes pero a mí lo único que me gustó fue el principe Caspian, de ahí en fuera me quedo con la primera parte de esta historia. Por cierto la puede ver hace un par de días en http://www.hbomax.tv/programacion.aspx échenle un vistazo para ver que otras opciones encuentran.