Dirección y guión: Daniel Burman. Países: Argentina, España y Francia. Año: 2008. Duración: 92 min. Género: Comedia dramática. Interpretación: Oscar Martínez, Cecilia Roth, Arturo Goetz, Inés Efron, Jean Pierre Noher, Ron Richter, Osmar Nuñez, Eugenia Capizzano, Fabián Arenillas, Carlos Bermejo. Producción: Diego Dubcovsky y Daniel Burman. Música: Santiago Río Hinckelmann. Fotografía: Hugo Colace. Montaje: Alejandro Brodersohn. Dirección artísitca: Aili Chen. Vestuario: Roberta Pesci. Estreno en España: 24 Octubre 2008. |
SINOPSIS
La película explora el vacío que se produce cuando los hijos crecen y se alejan del hogar familiar, revelando bruscamente las grietas existentes en un matrimonio. Leonardo, un exitoso aunque algo hastiado escritor, se comporta como un hombre al borde de una crisis de edad mediana, indulgente hacia sus neurosis y fóbico hacia los cambios que ocurren a su alrededor. Al contrario que su mujer, Martha que se lanza a cualquier actividad que le pueda servir como distracción, Leonardo prefiere la introversión. Solamente cuando acepta su situación, que incluye un yerno con sus propias ambiciones literarias, una hija que se instala en Israel y una mujer con un imprevisto entusiasmo por la vida social, Leonardo es capaz de ser realmente feliz.
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín, La Gaceta]
Leonardo es un famoso novelista, ya cincuentón, que lleva tiempo en crisis creativa y vital. La boda de su hija pequeña y su inminente traslado a Israel, donde vivirá con su marido, le llevan a plantearse qué será de él y su esposa ahora que sus tres hijos se han ido del hogar. Su guapa mujer, Martha, aprovecha esa libertad para retomar sus inacabados estudios de Sociología con la ilusión de una adolescente. Por el contrario, el neurótico y fóbico Leonardo se sumerge en la escritura de una nueva novela, que afrontará precisamente la crisis de un hombre como él, que ya está harto de la convencional vida acomodada que lleva.
Le quedan un poco grandes a esta película las Conchas de Plata a mejor actor y fotografía que ganó en el reciente Festival de San Sebastián 2008. Ciertamente la interpretación de Óscar Martínez —como todas— y la iluminación de Hugo Colace son de calidad; pero padecen las irregularidades del guión y la puesta en escena de Daniel Burman, mucho menos redondos y sustanciales que en sus dos películas anteriores: El abrazo partido (2004) y Derecho de familia (2006). Pesa sobre todo la caótica estructura narrativa, asentada en un cóctel, resuelto de un modo confuso, entre la vida real del protagonista y su literaria existencia en la piel del protagonista de su nueva novela.
Así, el agradable tono tragicómico y moral de la película se rompe con cierta frecuencia, sobre todo en varios artificiosos pasajes sentimentales, más imaginarios que reales, en los que Burman cede a un tratamiento frívolo y explícito del sexo. De todas formas, su entrañable mirada a todos los personajes depara unas cuantas situaciones sugerentes, con diálogos chispeantes y reflexiones valiosas sobre el paso del tiempo, las tentaciones de la madurez, la paternidad y la filiación como cimientos de las relaciones familiares, y hasta las propias raíces de la creación artística.
El matrimonio de Marta y Leonardo da un giro cuando sus hijos abandonan el hogar. Ante esta nueva situación, Leonardo, un exitoso aunque algo hastiado escritor, incómodo en las situaciones sociales, se comporta como un hombre al borde de una crisis de edad mediana; indulgente hacia sus neurosis y fóbico hacia los cambios que ocurren a su alrededor. En cambio su mujer, Martha, se adapta a los cambios al retomar la Universidad y lanzarse con entusiasmo a cualquier actividad que le pueda servir como una distracción.
Burman explora con esta película el vacío que invade a muchos matrimonios con la marcha de los hijos del hogar. A veces es lo único que les mantiene unidos; hecho que revela bruscamente las grietas existentes, pero ocultas durante años por el ruido y caos cotidiano de la vida familiar.
El cineasta pone especial énfasis, con un tono cómico y dramático, en el viaje interior de Leonardo, que incluye un desliz con una joven, un buceo por su disparatada imaginación y el patetismo resultante de su negativa a aceptar la realidad. Aunque finalmente, cuando acepta las nuevas circunstancias, es cuando realmente es feliz.
“El nido vacío” mezcla realidad, sueños y literatura en una cuidadísima y bella fotografía, que fue premiada en la pasada edición del Festival de San Sebastián, igual que la interpretación del actor argentino Óscar Martínez.
No es una película redonda, porque al guión le falta atar algunos cabos, pero se ve con agrado gracias a las excelentes actuaciones de Cecilia Roth y Óscar Martínez -una pareja con mucha química ante las cámaras, que en Argentina ya protagonizaron una exitosa serie-, a un humor suave y a la excelente fotografía -preciosa la escena en la que los dos están flotando en el mar Muerto o las referentes a la imaginación del protagonista-.
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