Dirección: Baz Luhrmann. Países: USA y Australia. Año: 2008. Duración: 155 min. Género: Drama, aventuras, bélico. Interpretación: Nicole Kidman, Hugh Jackman, David ,Wenham, Bryan Brown, Jack Thompson, David Gulpilil, Brandon Walters. Guión: Baz Luhrmann, Stuart Beattie, Ronald Harwood y Richard Flanagan; basado en un argumento de Baz Luhrmann. Producción: Baz Luhrmann, G. Mac Brown y Catherine Knapman. Música: David Hirschfelder. Fotografía: Mandy Walker. Montaje: Dody Dorn y Michael McCusker. Diseño de producción: Catherine Martin. Vestuario: Catherine Martin. Estreno en España: 25 Diciembre 2008. |
SINOPSIS
Una aristócrata inglesa viaja al remoto continente donde conoce a un tosco oriundo y de mala gana acepta que ambos unan sus fuerzas para salvar la tierra que ella acaba de heredar.Juntos se embarcan en una odisea que los transformará llevándolos a través de cientos de millas del paisaje más bello e implacable del mundo, sólo para acabar enfrentándose al bombardeo de la ciudad de Darwin por parte de las fuerzas japonesas que atacaron Pearl Harbor.
¡Debate esta película en nuestros foros!
CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín, La Gaceta]
Los tres largometrajes que componen su Trilogía del telón rojo —El amor está en el aire, Romeo y Julieta, y Moulin Rouge!—, unos cuantos montajes teatrales y operísticos, y varios spots publicitarios han convertido al australiano Baz Luhrmann (New South Wales, 1962) en uno de los cineastas contemporáneos más originales, y también más discutidos por la crítica. Y es que, ciertamente, no todos los paladares aprecian su personalísimo y vibrante manierismo, desarrollado con su esposa la directora artística y diseñadora de vestuario Catherine Martin.
Ahora, Luhrmann rebaja significativamente esa tendencia hacia la ampulosidad formal en Australia, irregular pero impresionante película-río a la antigua usanza, en cuyos fotogramas aletean los fantasmas de Buster Keaton, John Ford, John Huston, Victor Fleming, David Lean, Sydney Pollack y otros cuantos maestros del cine clásico.
“En Australia —reconocía Luhrmann durante su reciente estancia en Madrid—, he intentado plasmar mi amor hacia el cine, hacia todas las grandes películas. Por eso, hay en ella comedia, drama, acción, western… Seguramente, los cinéfilos descubrirán más fácilmente mis fuentes de inspiración: Lo que el viento se llevó, La reina de África, Lawrence de Arabia, El río, Casablanca, Memorias de África…. Pero no pasa nada si un espectador no conoce esas películas, pues su recuerdo es simplemente una forma de dar entrada a las emociones”.
La acción se inicia en el norte de Australia justo antes de la II Guerra Mundial. Al puerto de Darwin llega desde Gran Bretaña Sarah Ashley, una joven y atildada aristócrata inglesa, que va a reunirse con su marido para negociar juntos la venta de Faraway Downs, una explotación ganadera en mitad del páramo australiano, relativamente cerca de la ciudad. El fuerte carácter de esta mujer es puesto a prueba cuando muere su marido, y ella debe dirigir la finca contra las presiones de un terrateniente local, que quiere hacerse con ella por un precio ridículo. Las complejas relaciones de Sarah con el tosco cowboy Drover y con el niño mestizo Nullah —perseguido por la policía para ingresarlo en una institución religiosa— marcarán la decisión de Sarah de competir con el mafioso ranchero, e intentar trasladar sus propias 1.500 reses a Darwin, para venderlas al ejército, que prepara ya la inminente guerra con Japón.
En su afán por repasar todos los géneros cinematográficos, Luhrmann descuida a veces la continuidad narrativa y dramática, e incluso se siente obligado a introducir un par de enfáticas escenas eróticas, que rompen el agradable tono clásico del resto del filme. También pesa un poco su excesiva corrección política, positiva sin duda respecto a la denuncia de los abusos cometidos durante siglos contra los aborígenes australianos —sobre todo contra los componentes de la llamada “Generación robada”—, pero algo irritante en su eclecticismo religioso, demasiado complaciente con el animismo indígena y demasiado oscuro en su acercamiento al cristianismo.
De todas formas, esos defectos sólo rebajan un poco la potencia de la película, que ofrece una factura audiovisual impresionante y unas cuantas secuencias memorables, como la estampida, la proyección de El mago de Oz, el ataque japonés a Darwin o el baile final. En este sentido, Luhrmann confirma su dominio de la puesta en escena, tanto en las apabullantes panorámicas —en las que exprime los variados paisajes australianos— como en las intimistas secuencias románticas. En estas últimas, el esmerado trabajo de ambientación, vestuario y acompañamiento musical —a cargo de David Hirschfelder— refuerza las excelentes interpretaciones, sobre todo de Nicole Kidman, Hugh Jackman y el niño aborigen Brandon Walters, que roba unas cuantas escenas a las estrellas.
Queda, en fin, un películón como los de antes, menos redondo y más irregular que ellos, pero con muchas de sus virtudes formales y de fondo.
A pesar de la amenaza de una nueva guerra mundial, la esposa de un nuevo propietario de reses en Australia se traslada de Inglaterra al dicho país. Su entrada en un territorio en plena transición –de lo supuestamente salvaje a lo civilizado- llama la atención de los demás habitantes. Pero el gran shock de Sarah Ashley será descubrir el cadáver de su marido nada más entrar en su rancho. Animada por un espíritu de resistencia ante las adversidades y ante los chantajes y presiones de quienes quieren monopolizar el negocio vacuno, Sarah se instalará en esa compleja tierra y estrechará lazos con la diversidad de personas que pueblan Faraway Downs.
El director de “Romeo y Julieta”, que ya había trabajado con Nicole Kidman en “Moulin Rouge”, se lanza a un drama épico con bastantes toques románticos. Y es que 165 minutos son muchos y permiten crear un relato que hable de la configuración de un pueblo –con su territorio y sus gentes-, de las raíces personales que nos atan a nuestros orígenes y a los seres queridos, del compromiso y del respeto intercultural. “Lo que el viento se llevó” o “Memorias de África” conseguía con fuerza y naturalidad es algo que “Australia” logra de manera forzada y con exceso de pompa. Por eso, no puede decirse que el resultado sea redondo, aunque tampoco tedioso a pesar de su longitud. Sin embargo, los momentos en los que el tono y la emoción se pretenden buscar con poca sutilidad chirrían.
El film tiene tanto vocación localista como universal. Es decir, por un lado sirve para celebrar al país con esta especie de relato fundacional –en el que se entablan muchos paralelismos con relatos similares del western (los límites territoriales, la dualidad vida nómada vida sedentaria…)- y, por otro, para dar a conocer cierta historia del gran país oceánico al resto del mundo, incluida la triste tragedia de la Generación Perdida.
Muchos de los temas citados se relacionan en el guión, en una especie de homenaje cinematográfico, con la película de “El mago de Oz”, que sirve de leitmotiv en la relación materno filial que Sarah establece con un niño mestizo. Ella, tanto esa relación como con la que establece con el indómito Drover, ansía esa “vuelta al hogar” desde Oz; un hogar que nunca ha conseguido construir por diversos motivos. Ahí emergen temas como la familia y el compromiso que tampoco se abordan con profundidad, porque la película va a por todas (las ramas temáticas posibles). Esta obsesión por la magnitud también afecta al guión y a la realización, complacientes a veces hasta la risa, no buscada y otras veces poco poderosas en las efectistas escenas de acción.
¡Debate esta película en nuestros foros!