La cinta de Fesser se hace con seis estatuillas; en San Sebastián no obtuvo ningún premio.
La XXIII Edición de los Premios Goya ha tenido como gran triunfador a la película Camino. Hasta seis reconocimientos han ido a parar a esta cinta. Entre ellos, el más de importante, el de Mejor Película. Pero no todo ha quedado aquí, sino que también ha recibido el de Mejor Director y Mejor Guión Original, para Javier Fesser; el de Mejor Actriz Protagonista, a Carme Elías; Mejor Actor de Reparto, para Jordi Dauder; Mejor Actriz Revelación, para la joven Nerea Camacho.
Es curioso el trato recibido en forma de múltiples premios, cuando en el Festival de Cine de San Sebastián no obtuvo ninguno. En este sentido, algunos críticos la habían calificado como pesada, lenta y aburrida.
Igualmente, llama la atención que los premios más representativos del cine español se dejen llevar una vez más por el tirón de un largometraje que está repleto de manipulaciones. La historia está basada en la vida de una chica real, Alexia (Camino, en la película, inspirándose en el título del clásico de espiritualidad escrito por San Josemaría Escrivá), que se enfrenta a un tumor que acabará con su vida. Hasta aquí es cierto, el resto son deformaciones de la realidad.
Ninfa Watt, amiga de la familia, estudiante en su mismo colegio y crítica de cine en el espacio El espejo de la cultura, de la Cadena COPE, preparó un comunicado por expreso deseo de su familia en el que argumentaba una por una las falsedades en las que incurrió Javier Fesser al dirigir la película. Para empezar, el padre de Alexia (que muere después que Alexia y no antes, como recoge el filme), no era un hombre con escasa fe, sino un miembro supernumerario del Opus Dei que quiso hacer de su casa »un hogar luminoso y alegre».
Alexia aparece como una niña en manos de su madre y, finalmente, sin fe. En una carta a sus compañeros de colegio, aseguraba: «todos los días, el capellán me traía la Comunión, que tanto me conforta» . «Dios da las fuerzas necesarias».
Precisamente, es su madre, Ramona (Moncha) González, quien peor aparece en la cinta de Fesser al ser señalada como fanática cuando es su marido Francisco el que mantiene que «tanto a mi esposa como a mí nos importaba mucho su formación humana e intelectual, para que sin uniformidad y según el carácter de cada uno pudieran ejercer la libertad personal y ejercitarla con plena responsabilidad».
De su proceso de canonización, parece que el Opus Dei lo provoca. Dice su padre que »su fama de santidad se extendió de manera espontánea y un religioso claretiano nos hizo ver la obligación moral que teníamos, como padres, de llevar a cabo la tarea de someter el ejemplo de la vida de Alexia al juicio oportuno de la autoridad eclesiástica».
El vicepresidente de CinemaNet, José María Caparros, contextualiza estas iniciativas fílmicas en el marco de una corriente laicista amparada por el Gobierno. »Observo un nuevo fenómeno en el cine español de nuestros amores (y/o dolores): la corriente laicista que parece haberse instaurado al rebufo de la controvertida Ley de la Memoria Histórica». Recuerda, además, que filmes como éste (que tergiversa el sentido cristiano del dolor y de la muerte) y Los Girasoles Ciegos están subvencionados por el Estado, TVE y Televisió de Catalunya.