Dirección: Michael Winterbottom. Países: Reino Unido. Año: 2008. Duración: 94 min. Género: Drama. Interpretación: Colin Firth, Catherine Keener, Hope Davis, Willa Holland, Perla Haney-Jardine. Guión: Michael Winterbottom y Laurence Coriat. Producción: Andrew Eaton. Música: Melissa Parmenter. Fotografía: Marcel Zyskind. Montaje: Paul Monaghan y Michael Winterbottom. Diseño de producción: Mark Digby. Vestuario: Celia Yau. Estreno en España: 8 Mayo 2009. |
SINOPSIS
Tras la muerte de su madre Marianne en un accidente de coche, Kelly, de 16 años, y Mary, de 10, dejan Estados Unidos junto a su padre, Joe, para vivir durante un año en Génova. Una vieja amiga de Joe, Barbara, les ayuda a instalarse en la ciudad. El padre da clases en la universidad y las dos hijas estudian piano con Mauro, que vive en la parte vieja de Génova, un dédalo de callejuelas en el que las niñas se pierden. Mientras Kelly va descubriendo los secretos de este misterioso nuevo mundo y le irrita tener que cuidar de su hermana pequeña, Mary se siente responsable de la muerte de su madre y revela a Barbara que Marianne se le aparece algunas veces.
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín, La Gaceta]
Tras Un corazón invencible, el inglés Michael Winterbottom (Código 46, In this World) afronta de nuevo el sufrimiento en el ámbito familiar. Esta vez narra el drama de un profesor de Chicago al que se le hunde el mundo cuando fallece su esposa en un accidente de coche. Para salir de su postración, el hombre deja a un lado su carrera académica y se instala con sus dos hijas —una adolescente y una niña— en la ciudad italiana de Génova. Pero allí retorna la tragedia cuando la hija pequeña comienza a decir que se le aparece su madre muerta.
Irregular y provocador, Michael Winterbottom muestra su mejor cara en este afilado melodrama, con el que ganó la Concha de Plata al Mejor Director en el Festival de San Sebastián 2008. En él, recurre a su nervioso estilo habitual —casi documental y cámara en mano— para introducir inquietud y desasosiego en una sencilla historia intimista, cercana en sus planteamientos de fondo a la magistral Ponette (1996), de Jacques Doilllon, y a la notable La vida sin Grace (2007), de James C. Strouse. Para ello, se confía plenamente a unos actores excelentes, liderados por Colin Firth, que realiza una de sus interpretaciones más matizadas de su carrera.
De este modo, Winterbotton logra una emocionante exaltación del cariño familiar, sólo estridente en un par de golpes de crudeza excesiva. Además, aunque su hiperrealismo visual es muy cercano al espectador, está impregnado de una misteriosa y sugerente profundidad al afrontar la trascendencia del ser humano, el sentido de culpa, la actitud cristiana ante el sufrimiento y la vida después de la muerte.
[Decine 21]
Reencontrarse en Europa
El británico Michael Winterbottom ofrece en Génova un auténtico ejercicio de estilo, como si hubiera querido aplicar sus técnicas de falso documental, exhibidas en filmes como In This World y Camino a Guantánamo, a una historia muy dramática; aunque se trata de algo que ya había hecho, es verdad, en Un corazón invencible. Tal planteamiento lo une además a un tipo de historias muy arraigadas en Estados Unidos, piénsese en el caso novelístico de Henry James, de personajes que se redescubren a sí mismos viajando a Europa.
La película arranca con una mujer viajando con sus dos hijas por una carretera nevada cerca de Chicago. Las tres lo están pasando genial, pero una broma inoportuna de la pequeña provoca un fatal accidente, a resultas de lo cual muere la madre. Cara a superar la tragedia, el viudo decide aceptar un trabajo en Europa, en la Universidad de Génova. Cree que un cambio de aires vendrá bien a la familia. Antes de que empiece el curso académico, el padre da clases de verano, mientras las hijas, teóricamente, toman lecciones de piano. En realidad la mayor comienza a salir con un chico italiano; mientras, la pequeña tiene pesadillas nocturnas, arrastra un complejo de culpa por la muerte de la madre.
La historia en sí es sencilla, habla de superación de una tragedia, ya sea por omisión, ignorándola, como si nunca hubiera ocurrido, para la cual viene bien la evasión, por el inicio de una relación, unas clases que distraen, o esas apariciones de la madre a la niña, muy unidas a una preocupación religiosa, la gran e inevitable pregunta sobre la vida después de la muerte. Todo esto puede bascular entre lo convencional y lo sugerente, pero la gran suerte de la película es que detrás hay un gran director, que se permite filmar gran parte del metraje como si en cualquier momento pudiera ocurrir una desgracia semejante a aquella con que arranca el film. Hay un gran ritmo, un maravilloso sentido del encuadre, un inteligente uso del sonido y una primorosa edición de los planos, que ayudan mucho al buscado efecto de desasosegamiento que impregna cada fotograma. No es una obra maestra, aunque las interpretaciones -las chicas Perla Herley–Jardine y Willa Holland, Colin Firth y Catherine Keener– y la dirección sean destacables.
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