[Especial Series TV]
[Por Pablo Castrillo – Colaborador de CinemaNet]
Nadie duda de que ha sido un éxito arrollador. Los números la avalan: en espectadores, en países y en temporadas, aunque lógicamente, la calidad siga una curva descendente. Pero eso es inevitable, así que vayamos a la esencia del origen, a los ingredientes de la primera temporada.
1. La inversión del tópico
Invertir los tópicos, dar una vuelta de tuerca a los lugares comunes, siempre suele ser un acierto. El esquema clásico de fuga -o sea, de prison break en sentido genérico– diría algo así como: hombre inocente es encarcelado injustamente, llega a la prisión, aprende a sobrevivir en un entorno hostil, reúne unos cuantos amigos fieles, traza un plan de escape, las cosas se tuercen, están a punto de ser descubiertos, pero al final… lo consiguen. O bien: un delincuente que no tuvo elección a la hora de cometer su crimen, cae bajo las pesadas leyes de una justicia ciega y deshumanizada; es encarcelado, vive desesperado en un infierno diario… hasta que se le presenta la oportunidad de escapar. Así funciona la tradicional trama de fuga carcelaria.
Pero Scheuring la transformó, le dio la vuelta en la archiconocida serie televisiva «Prison Break«. Y bajo una nueva perspectiva escogió a un hombre inocente cuyo hermano -víctima de una conspiración- ha sido injustamente encarcelado: para ayudarle, comete un delito, es internado en la misma prisión; y se lleva consigo, tatuado en el cuerpo, un espectacular plan de fuga. Esta mera modificación introducida en la premisa dramática ya es una novedad digna de elogio. Es el primer ingrediente que ha hecho de Prison Break un gran éxito de crítica y público.
2. La dulce tortura del espectador: el suspense
Todos recordamos, probablemente, esa hitchcockiana definición del suspense, hecha a base de bombas bajo el asiento del protagonista: «Imagínese a un hombre sentado en el sofá favorito de su casa. Debajo tiene una bomba a punto de estallar. Él lo ignora, pero el público lo sabe. Esto es el suspense». Para no alargarnos, la teoría al respecto puede resumirse en una frase: el espectador sabe algo que el personaje ignora (ironía dramática) y esta situación genera un estado creciente de tensión (suspense).
Prison Break hace milagros en lo relativo al suspense. Lleva las situaciones a extremos de tensión verdaderamente insoportables. Un rápido repaso mental nos trae a la memoria algunos momentos más bien convencionales, propios del género (la clásica gota de sudor que resbala por la frente de Scofield); pero también otras situaciones más elaboradas y angustiosas (la ausencia en el recuento para tomar la decisión sobre English, Fitz o Percy; la violenta irrupción del nuevo compañero de celda; la alfombra que debe ser colocada en el cuarto de los guardias… y un largo etcétera).
La máxima expresión de este suspense tiene lugar al final de cada uno de los 22 capítulos de la 1ª temporada: todos ellos concluyen con un sensacional cliff-hanger (la explicación de este anglicismo, en palabras del Yves Lavandier, sería la siguiente: es un nudo dramático conflictivo situado al final de una obra y que va destinado a suscitar el deseo de conocer lo que viene a continuación. Es, por lo tanto, un conflicto no resuelto). Son trucos de eficacia demostrada: el espectador queda boquiabierto y piensa: «es imposible, no puede salir de esta». Y entonces acciona el mando a distancia para ver el siguiente capítulo… Una vez más, la clave del éxito comercial emana del guión: ¿quién dijo que arte e industria eran conceptos antagónicos?
3. Los personajes y el poder de los secretos
Siempre se dice que los pilares de la narración descansan en los personajes. Deben ser sólidos, coherentes y -sobre todo- atractivos. En esto, Scheuring tampoco falla: porque los buenos son buenísimos; y los malos… también. Además, la estrategia dramática que sigue la serie es la de los personajes complementarios. Todos se necesitan entre sí por una razón o por otra. En la línea de personajes principales, ninguno es prescindible. Los problemas de unos y otros, por separado, ponen en peligro la fuga de igual forma.
Y además, se hace un uso brillante de los secretos. Todos los presos esconden algo que les mueve a desear la fuga de forma especial. Ninguno escapa porque sí, porque mejor fuera que dentro. Hay más: el falso culpable que quiere recuperar su inocencia; el hombre que desea desesperadamente volver con su familia; el odioso criminal que espera el momento de vengarse… Y ese reparto de pasados ignotos da renovados impulsos a la tensión y al interés, cada vez que el guionista lo necesita.
La solución más discutible puede ser, quizá, cómo arreglar la presencia de personajes femeninos en una prisión de máxima seguridad: aunque por momentos pueda resultar artificial, en general la solución de introducir a la Dra. Sara Tancredi me parece eficaz. Aporta el interés romántico (o lo que los guionistas americanos, con gran ‘delicadeza’, denominan ‘UTS: unresolved sexual tension’); contrapesa la masculinidad predominante; permite la pausa y la reflexión en la vorágine frenética habitual… y es la hija del Gobernador, lo cual permite llevar a cabo la emocionantísima trama del motín y secuestro en la enfermería.
Y un último comentario (absolutamente discutible): los hombres de la penitenciaría de Fox River son, aunque parezca paradójico, afortunados. Por sus celdas han pasado algunos de los mayores genios del universo. Hablo en el plano de la más estricta ficción, claro está. Porque, si echamos cuentas, descubrimos que durante la estancia de Lincoln Burrows en la ya famosa prisión, pasaron por allí auténticos personajes extraordinarios: Scofield (un gran trabajo de W. Miller), la mente maravillosa, el ojo que todo lo ve; Westmoreland, el hombre que saltó de un avión con un millón de dólares; Abruzzi (también increíble interpretación del nórdico Peter Stormare) el ‘inmortal’ que vuelve tras sobrevivir a un navajazo en el cuello y se pasa meses fingiendo haberse convertido en un místico beato para poder vengarse; y Theodore ‘T-Bag’ Bagwell, el hombre que acumuló mayor maldad en menos masa corporal…
4. Agitación política y social en las Américas
Nadie duda que después del 11S, la guerra de Afganistán, la Administración Bush y la Guerra de Irak, los Estados Unidos de América han cambiado -como para no hacerlo. Y eso se nota en su ficción nacional, que es -entre otras cosas- espejo de la sociedad y la cultura. Evidentemente, la demostración de éste hecho no es Prison Break, pero la serie sí contiene algunas manifestaciones particulares, que enumero para la reflexión del lector.
Los malos de la película: ¿dónde se han ido los amenazadores alemanes, rusos, o incluso musulmanes? ¿Se han ido todos de vacaciones? Bienvenidos a la nueva ficción, en la que los nuevos malos son americanos, miembros de las instituciones públicas e incluso altos representantes del pueblo… El americanismo del que siempre se han sentido tan orgullosos los norteamericanos no es el que era -salvo para algunos fidelísimos patriotas como Bruce Willis con sus «Lágrimas del Sol«.
Los escenarios de la conspiración: ¿alguien se ha parado a hacer recuento del número de despachos -de edificios gubernamentales- en los que se conspira contra inocentes ciudadanos? ¿Y cuántas banderas de barras y estrellas flanquean a esos malvados tiranos? El simbolismo es quizá un tanto evidente, pero indiscutible.
La desconfianza en la justicia: la permanente dialéctica entre la postura de Verónica Donovan y la de Michael Scofield -recurrir o no a las vías legales-, ¿a dónde va a parar? ¿Qué nos quiere decir? No es descabellado pensar que hay un cierto mensaje de demonización del -supuesto- papel protector del Estado. A un nivel más doméstico, también podríamos invocar el ejemplo de la corrupción reinante entre los guardias de la penitenciaría.
El mito del «racismo superado»: los EE.UU. son el país de la libertad, de la tolerancia, a pesar de su oscuro pasado de vergonzantes enfrentamientos racistas. Enfrentamientos que hoy, aunque no se acabe de reconocer, siguen en pie en el ámbito social, como ya se demostraba en Crash. Y como bien demuestra el ambiente carcelario de la penitenciaría de Fox River, en una considerable cantidad de tramas de lucha racial.
Aunque las exigencias de la serialidad imponen necesariamente un «no-final», el conjunto de la primera temporada logra, además, dejar un buen sabor de boca. Porque los motivos que mueven a los protagonistas son buenos (claro, por eso lo son). El sacrificio primero de Lincoln, se ve correspondido por el sacrificio de Michael. Westmoreland (también DB Cooper) se mueve por amor a su hija enferma. Sarah lucha para superar sus defectos, no pequeños. C-Note intenta, con poco acierto, ahorrar dolor a su familia. Y el alcalde Pope, en general, es un tipo sensato que intenta hacer bien su trabajo y ayudar a sus presos… O sea, que en medio de la oscura sordidez de la cárcel, los puntos de luz son abundantes. Y también es digno de alabar que, en el ámbito de escasa moralidad en el que se desarrolla la historia el mal y la inmoralidad se plasman -con puntuales excepciones- con una delicadeza más que aceptable (sobre todo si miramos alrededor, en series como Mad Men o Weeds). Así que totalmente recomendada, aunque -ojo- no apta para taquicárdicos…
Que bien!!!, exelente artículo de la serie más exitosa de los últimos tiempos, a saber, Prison Break. En efecto, la primera temporada pinta el prólogo de una historia avasalladora, ¿quién no ha fantaseado ser un heroe al estilo del gran Michael Scofield?, y no se diga de las pinceladas artisticas de la misma. Igualmente, el resto de las temporadas (cuatro) de PB son magistrales y recomendables.
Saludos y 10 puntos por el artículo.
A mi me encantó el principio, el planteamiento, la huída planeada hasta el último detalle…pero luego me parece que se alargó innecesariamente, y encima que todo lo planeado no sirvió para mucho…así que me desenganché de ella…
Para mi es la mejor serie que he visto… y no han sido pocas… totalmente de acuerdo con el articulo… una serie que te llena de tension, que te incita a querer seguir viendo lo que sigue en cada capitulo… una fabulosa seleccion de actores para los personajes… no podria decir que alguno mejor que los demas a excepcion de la interpretacion majestuosa de Scofield… su opuesto Mahone… una serie que cuando parece que ya no puede cambiar nos sorprenden con giros de trama bastante espectaculares y para mi excelentes… cada una de las 4 temporadas son impresionantes con una historia que te lleva al limite y con un guion muy elaborado e inteligente…
Para mi la mejor serie de todos los tiempos…